El pasado debería servir para educarnos de manera que podamos mirar con más esperanza el futuro
(José Alegre, abad de Poblet).- Recientemente me comentaba un amigo, que caminando por la ciudad había encontrado una persona mendigando. Se le acercó le dio una limosna, a la vez que le decía: -Lo estará pasando mal en esta situación, ¿no? El hombre asintió y le habló un poco de su desgracia y soledad, y aún añadió: gracias por su limosna y su interés; normalmente la gente pasa, unos te dan limosna y otros no, pero lo habitual es que nadie te mira a la ojos.
Esta breve anécdota me lleva a recordar que estos días se preparaba alguna celebración recordando el final de la 1ª Guerra Mundial, y se relataba este interesante episodio: Había empezado la guerra hacía 4 meses, e iba a durar 4 años. Y llegado el día de Navidad los soldados alemanes y británicos se miraron a los ojos y descubrieron que eran incapaces de disparar en Navidad. En esa noche por entre la niebla que cubría las trincheras se oyó que unos soldados cantaban Noche de Paz. Un oficial alemán se acercó a las trincheras británicas y pidió permiso para enterrar a los numerosos muertos desparramados por las trincheras, que estaban por decenas. Aquella noche soldados de los diferentes regimientos cruzaron las trincheras e intercambiaron símbolos, cartas, bebidas, cigarrillos…Y por último acabó la tregua con un partido de futbol. Al día siguiente los comandantes no tenían forma de conseguir que los soldados tomaran de nuevo las armas; eran incapaces de disparar un tiro; durante unos días se dedicaron a tirar al aire, a las estrellas, a malgastar munición. No veían el enemigo.
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