Es una chaqueta blanca, de lana muy buena, delgada y que calienta mucho. Consta de tres muestras: un punto muy sencillo, pero muy elegante, unas trenzas y un cordón
(Samuel Gutiérrez, en Catalunya Cristiana).- El próximo 14 de mayo, en la tradicional audiencia de los miércoles del Santo Padre, la religiosa vedruna Maria Trullols, que actualmente vive en Manresa, intentará entregar a Francisco una chaqueta blanca que le ha tejido con toda la ilusión del mundo. «Llegar a hacer una chaqueta para el Santo Padre era mi máxima aspiración -afirma con entusiasmo esta religiosa vedruna-. Ahora sólo me faltará hacer otra para el padre eterno, ¿tendré tiempo, verdad? ¡Toda la eternidad!»
¿Cómo surgió la idea algo «alocada» de tejerle una chaqueta al papa Francisco?
Esta idea viene de lejos. Hace más de 30 años que hago punto. Algunas personas me habían animado en varias ocasiones a hacerle una chaqueta de punto al Santo Padre. Esto ya fue en tiempos del pontificado de san Juan Pablo II y más tarde de Benedicto XVI. Yo no decía que no, pero tampoco sabía muy bien cómo hacerlo. La verdad es que encontraba la idea algo «alocada». Con el papa Francisco, sin embargo, lo he visto diferente. He sido yo quien de buen principio he dicho: «Le voy a tejer una chaqueta y se la voy a dar.»
¿Cómo lo hará?
No tenía pensado ir a Roma en el mes de junio, pero la vida, de vez en cuando, nos hace regalos. Este año, junto con otras hermanas, cumplo 50 años de vida religiosa. Era un buen motivo para peregrinar a Roma a recibir la bendición del Papa. Lo haremos del 12 al 19 de mayo. Y será entonces cuando intentaré hacer realidad mi sueño: entregar al Santo Padre la chaqueta que le he tejido.
Tengo entendido que el papa Francisco ya está al corriente de esta aventura…
Sí, aprovechando la visita ad limina de los obispos catalanes, el obispo Romà Casanova le entregó personalmente una carta mía al Santo Padre y le dijo que a una religiosa de Manresa le hacía mucha ilusión hacerle un «saco» (chaqueta en argentino). No dijo nada, pero esbozó una gran sonrisa. Interpreto, entonces, que sí la quiere. En la carta le expresaba los tres motivos principales que me llevaron a tejerle la chaqueta: agradecerle su manera de ser; dar gracias a Dios por todo lo que he recibido a lo largo de estos 50 años de vida religiosa; y dar gracias, también, porque hace un año me diagnosticaron un cáncer linfático y he superado con éxito la primera fase.
¿Cómo supo las medidas?
Pedí a tres personas que viven en Roma y que conozco que averiguaran la talla que hacía el Santo Padre. Una hermana que vive en nuestra casa general, la Hna. Pilar Bas, me contestó y me dijo: XXL.
¿Por qué una chaqueta y no una gorra o unos peúcos?
Porque me pareció que la podría usar. Es una chaqueta blanca, de lana muy buena, delgada y que calienta mucho. Consta de tres muestras: un punto muy sencillo, pero muy elegante, unas trenzas y un cordón. Las tres son, para mí, muy significativas porque me evocan a personas entrañables. Por ejemplo, el cordón, hace años que lo bauticé como «punto de capellán».
Y se puso manos a la obra…
La ilusión es un gran ingrediente que hace que mis manos se muevan muy rápido. He dedicado ratos durante tres semanas. He contado, además, con la gran ayuda de Pepita Mulet, de Llanes Pepita.
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