Todo lo negativo en ellos va unido a ese herir a la naturaleza y a su espíritu presente e inmerso en ella y que la idea de “reparación” no es sino la idea de embellecimiento de la misma, de cuidado de la misma
(José Antonio Solórzano, Escuelas Católicas).- Una vez más la tierra ha temblado. Tiene razones para ello, la maltratamos y el mar se ha resquebrajado y vomitado inmensas olas devastadoras. Japón ya no está en el mismo sitio, se ha desplazado. Y la tierra toda ha corrido su eje, ¡2 cms! ¿una vez más perderemos el equilibrio? Hace tiempo que lo hemos perdido.
Miles de muertos y desaparecidos. Una vez más.
En su mayoría, los japoneses son sintoístas o lo que es lo mismo: adoran ¿seguro? a los espíritus de la naturaleza y sus ancestros. Y si no adoran con nuestro sentido de «adoración y súplica», sí lo hacen como reverencia y respeto ante el misterio. Esta vez los espíritus de la naturaleza se han vuelto contra sus ¿adoradores?, los armónicos, suaves y aparentemente pacíficos y ordenados y educados japoneses. Y parece que no se quejan, o lo hacen de manera silenciosa, sin reproche alguno ni contra la naturaleza ni contra su gobierno. Parecen los japoneses estar hechos de otra pasta.
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