Desde el Exilio

Miguel Font Rosell

EL MODELO DE ESTADO

EL MODELO DE ESTADO

 

Miguel Font Rosell

 

A unos días de las elecciones generales nada parece clarificarse en cuanto al modelo de Estado que cada partido defiende. Unos hablan de República, otros de Estado Federal, algunos de suprimir el Senado, otros de autodeterminación o secesión, otros de no cambiar absolutamente nada, otros de cambiarlo todo, pero prácticamente nadie apoya su parecer en razones suficientes para un votante ajeno en sus planteamientos a la pura visceralidad, militancia, o cretinez rampante al uso.

Conviene quizá, por tanto, clarificar las líneas generales de algunos conceptos clave a la hora de sopesar ideas.

Si de monarquía o república se trata, las razones, ahí si que son harto conocidas, pues la primera es algo hereditario, un concepto obsoleto hoy en día, pero como contrapartida, el resultado en nuestro caso, es el de una persona absolutamente preparada desde la cuna para su cometido, quien lo esta haciendo a la perfección (se le considera en muchos foros políticos como el mejor jefe de Estado actual) y que tiene además la aprobación de la inmensa mayoría del pueblo español, mientras que en el caso de una república, siempre tendríamos el riesgo de ser representados en el mundo (hoy en día la jefatura del Estado no es mas que eso) por personajes como Zapatero, Pepiño Blanco (de la gasolinera al Parlamento europeo), o cualquier espécimen salido de la ocurrencia de cualquier partido (ellos son quienes designan a los candidatos, no el pueblo) quien además no sería para nada neutral en sus relaciones con el Gobierno de la nación, o de algunas autonomías, en caso de pertenecer a diferentes partidos. Hay que considerar además, que el papel de Jefe del Estado es el de la más alta consideración diplomática de un país, para lo que se necesita una formación en general ajena a la campante en los distintos partidos, precisando de un personaje de amplísima agenda y conocimientos, relaciones fuertes, dominio de idiomas, trato exquisito, amplia cultura, etc.

Lo principal, no obstante, es el modelo de Estado, no en cuanto a su representación, sino a su funcionamiento y efectos.

Hoy el Estado Español es algo que hemos dado en llamar Estado de las Autonomías, un Estado que parte de un poder central que va cediendo competencias a las regiones, a quienes llama “nacionalidades”, hasta el punto en el que dichas autonomías disfrutan de mayores cotas de poder que cualquier Estado de cualquier República Federal al uso, aun manteniendo un poder judicial único y normas de organización estatales (leyes orgánicas), pero dentro de una organización un tanto caótica en cuanto a la clarificación de funciones, competencias, coordinación, e infraestructura para organizarse de forma clara y ordenada.

Ante esta situación surge la petición, principalmente del PSOE, de convertirnos en un Estado Federal, algo que hasta ahora ha sido incapaz de concretar y que ha creado entre el electorado grandes dudas sobre el alcance de tales cambios, siendo común el encontrarnos con que la opinión popular cree que de esa forma, cualquiera de los Estados miembros podría separarse, que los Estados tendrían aun mas competencias, mas autonomía, etc. cuando la realidad suele ser muy otra. Veamos:

El origen de un Estado de las autonomías y de uno federal suele ser diametralmente opuesto. Los primeros nacen de arriba abajo, a través de competencias que emanan del Estado Central, quien va adelgazando a favor de las autonomías a quienes va otorgando su personalidad como tales, mientras que los Estados Federales nacen de abajo a arriba, de la unión de Estados existentes que se unen para mancomunar necesidades para ser más fuertes, como la de hacer una política exterior común, o disponer de un ejército más eficiente, siendo los Estados los que otorgan poderes a la Federación, como han sido los casos de EEUU, Argentina, Australia, Canadá, Venezuela, etc., aunque también existen casos invertidos como los de Brasil o Méjico, pero mas bien debidos, en esos casos, a la necesidad de compartimentar países con amplias zonas no demasiado controlables por un poder central.

Los Estados Federados carecen de política exterior, por lo que no son independientes según reconoce el Derecho Internacional, ni pueden por tanto separarse por si mismos, ya que las mínimas atribuciones de los Estados Federales son la política internacional, el ejercito y el mantenimiento de la unión de sus miembros, atribuciones cedidas a la Federación, a quien en casos de mayor centralidad pueden ver cedidas también la educación, la sanidad, etc., con independencia de cómo se haga llamar cada uno, bien sean Estados (EEUU), cantones (Suiza), provincias (Argentina), etc. dependiendo de los acuerdos de formación de la Federación de que se trate.

Distinto es el caso de las Confederaciones, como es la realidad de Suiza (Confederación Helvética), donde el grado de autonomía de los cantones es mayor, pudiendo incluso separase si así lo acuerdan, pues cada Cantón mantiene su independencia. En este sentido, la Unión Europea podría considerarse una Confederación, sui generis, de Estados independientes federados. Como ejemplo de diferencias nos encontramos el histórico de la guerra de secesión norteamericana, en la que el norte luchaba por la Unión, por los Estados Unidos, mientras el sur lo hacía por la Confederación, por una unión en la que cada Estado mantuviese su posibilidades de separarse si algo (en esta caso la esclavitud y otras cuestiones) aun acordado por la mayoría, no les fuera de su interés. Por eso la autodeterminación es incongruente con el federalismo, ya que en este, los Estados se unen para ir juntos, con vocación de ser mas fuertes y mejor organizados uniéndose para ello, lo contrario a la búsqueda de una separación.

El federalismo, no obstante, puede ser asimétrico, con Estados que no han cedido lo que otros a la Federación, manteniendo ciertos poderes, como es el caso de Canadá con el Estado de Québec, con competencias culturales y lingüisticas distintas, lo que es en el caso, en España, de Navarra y el País Vasco, con sus fueros.

Por otra parte, en los Estados Federales suele haber dos cámaras perfectamente diferenciadas, no de segunda lectura como en España, sino federales (Congreso) y territoriales (Senado), siendo general y de elección popular la primera, y de representación de los Estados la segunda, cuyos miembros son designados en esta por cada Parlamento, o por el Gobierno de cada Estado.

En nuestro Estado de las Autonomías, éstas, aun dando nombre a la organización estatal y aun teniendo mas atribuciones que la mayor parte de los países de nuestro entorno, carecen de Cámara alguna de representación, pues nuestro Senado no es una Cámara de representación territorial, sino una segunda, y absurda reedición del Parlamento, donde los senadores no representan a las Comunidades, sino a los distintos partidos políticos, siendo este uno de los mayores contrasentidos de nuestro modelo de Estado y diferencias con un Estado Federal.

En Alemania, con un grado de autonomía en los Länder inferior al de nuestras Comunidades, han conseguido unificar criterios de cara a una política exterior coherente y coordinada, actuando de manera que el gobierno federal emite Directivas (al igual que hace la UE con sus miembros) a los autogobiernos regionales, teniendo estos amplia libertad para interpretar e implementar el contenido en su propia legislación, respetando lo básico de interés común para todos. En el Parlamento Europeo, por el contrario, nosotros no disponemos de voto en gran cantidad de asuntos a tratar (de esto no se habla nunca en España), ya que la voz española no es unánime en tal foro, ni puede serlo por sistema, pues cada una de nuestras autonomías dispone de atribuciones propias, no coordinadas ni unificadas a la hora de tomar decisiones internacionales.

Convertir a España en un Estado Federal, aun a contracorriente en su origen, no supondría para las Comunidades mayores cotas de poder, pero si que al necesitar modificar la Constitución, nos permitiría transformar el Senado, convirtiéndolo en una auténtica Cámara de representación, racionalizando el modelo, aclarando el desorden competencial, aumentando la transparencia, clarificando responsabilidades, coordinando nuestras decisiones a nivel internacional, aun en aquellas competencias transferidas, a través de acuerdos en el Senado, dejando al Parlamento la confección de leyes sin necesidad de una segunda lectura, evitando con ello contradicciones y enormes retrasos en cuanto a su promulgación.

Por otra parte, actualmente los Estados Federales mas adelantados, se están replanteando las competencias de forma mas equilibrada y atendiendo más intensamente a la efectividad de sus soluciones para la colectividad, traspasando a los Estados miembros de la Federación aquellas en las que existen verdaderas diferencias entre ellos, y dejando para la Federación las que tienen una regulación mas uniforme o requieren de una voz mas firme a nivel internacional.

En el caso de España, el transcurso del tiempo nos ha demostrado que existen toda una serie de transferencias que no tienen el menor sentido ya que, bien por su uniformidad, por su imposible coordinación, o por los enormes problemas que vienen creando, se regulan mucho mejor desde el Estado Central, mientras hay otras que han dado buenos resultados ateniéndose a normativas propias para cada Autonomía.

Es preciso romper el tópico de que a cuanta mas autonomía para las regiones mejor, porque eso ni es verdad ni mentira, sino que depende de muchas otras cuestiones.

¿Necesita España cambiar su modelo de Estado para convertirse en un Estado Federal?. No necesariamente, pero sería muy bueno para el país que así fuera, ya que nos exigiría modificar la Constitución adaptándola a las necesidades de nuestro siglo, modificaría el Senado, los Estados federados dispondrían de una Cámara de representación con mayor protagonismo en las decisiones de la Federación y, en definitiva, podríamos aclarar las distintas competencias en orden a una mayor efectividad y poder internacional.

Son reformas necesarias que implican gestión, acuerdos, generosidad, altura de miras y preparación, algo parecido a aquello que nos llevó a una transición que entonces fue posible y que, tras estas próximas elecciones, tendríamos que conseguir que también lo fuera.

Tengo mis dudas…

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Miguel Font Rosell

Licenciado en derecho, arquitecto técnico, marino mercante, agente de la propiedad inmobiliaria.

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