Las sesiones de yoga que he tomado desde julio (con pausa en septiembre)calculo que ya son más de 40. Tienen un denominador común: enseñar a hacerte consciente del cuerpo. Y un mensaje de fondo: la importancia de mantener la continuidad para conseguir las cosas.
Recuerdo (ahora con gozo) la cantidad de tensiones que iban apareciendo sesión tras sesión. Un no parar. Pareciera como si la práctica añadiera más tensiones de las que resolvía. La cuestión es que hay tensiones musculares muy profundas que no aparecen a las primeras de cambio. Es cuestión de tiempo. Todo al final acaba saliendo.
Y una vez hecha «una buena limpieza» de tensiones musculares, el cuerpo se vuelve flexible. Y también la mente y las reacciones intelectivas. Superadas las barreras musculares, desaparecen algunas barreras mentales. La oxigenación acumulada deja buenas reservas. La inversión, en suma, revela sus beneficiosos réditos.
Todo llega.