El viernes disfruté de una grata experiencia. Y quiero compartirla. La llamaré «momentos Covey».

Consistió en el primer examen a mis alumnos de Comunicación en EAE Business School sobre el libro «Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva», de lectura preceptiva.

Los noté nerviosos. Llevan sólo un mes en el programa. La mayoría proviene de Latinoamérica. Han hecho un desplazamiento transoceánico para formarse en Barcelona y convertirse en solventes directores de Comunicación.

Pero el espíritu del (desgraciadamente) difunto Stephen Covey vino en mi auxilio. El caso es que montamos un pre-examen: formamos minigrupos que interactuaban para responder a las preguntas que yo formulaba. Lo hicieron con un brío insospechado. No sólo contestaban bien sino que entendían lo que respondían. Lo habían interiorizado para la calle (su futuro), no para la escuela (su expediente académico).

Luego vino el examen formal individual. Fue un paseo. Las respuestas fueron entre buenas y muy buenas.

Aprendieron.

(A petición mía un participante fotografió a los grupos en acción. Enviaré las imágenes de los «momentos Covey» a los deudos del difunto formador y autor, uno de los más importantes en la historia del management, quienes ya en su momento -hace dos años- respondieron gentilmente a mi e-mail de condolencia).