En un giro que marca un antes y un después en la industria musical, Taylor Swift anunció este viernes que es oficialmente dueña de sus seis primeros álbumes, poniendo fin a una de las disputas más mediáticas del sector. Tras años de luchas legales, regrabaciones y mensajes públicos, la artista celebró la noticia con un mensaje directo: «Toda la música que he hecho… ahora me pertenece… a mí».
Esta conquista no solo representa una reivindicación personal, sino que también redefine las reglas del juego para los músicos que buscan autonomía y control sobre su obra. El proceso arrancó en 2019, cuando la discográfica Big Machine Records vendió el catálogo original de Swift al productor Scooter Braun sin previo aviso, desatando una tormenta mediática y personal para la cantante. Desde entonces, Swift se embarcó en una cruzada para recuperar el control de sus masters (grabaciones originales), regrabando cuatro de los seis discos afectados y publicándolos con el distintivo Taylor’s Version.
La compra definitiva del catálogo —incluyendo vídeos, portadas y canciones inéditas— ha sido posible gracias a un acuerdo directo con la firma Shamrock Capital, que adquirió los derechos a Braun en 2020. Aunque las cifras no han trascendido oficialmente, medios especializados hablan de un precio “justo y razonable”.
Un ejemplo para toda la industria
La historia de Taylor Swift no es solo una anécdota personal: ha sentado un precedente. Su lucha ha inspirado a otros artistas como Bryan Adams, que también han optado por regrabar su material ante la negativa de las discográficas a ceder derechos. El caso Swift ha servido para visibilizar las desigualdades contractuales que afectan especialmente a jóvenes artistas que firman sus primeros contratos sin conocer el alcance real del control sobre su obra.
Además, Swift ha demostrado una capacidad única para transformar los reveses en éxitos creativos y comerciales. Sus versiones regrabadas han arrasado en ventas y streaming, demostrando que los fans apoyan activamente el derecho de los artistas sobre su música.
Ranking: Taylor Swift en cifras
El impacto de Taylor Swift se mide no solo en batallas legales ganadas, sino también en récords históricos:
- Ha colocado 14 álbumes en el número 1 del ranking estadounidense desde 2006, más que ningún otro artista del siglo XXI.
- En 2024 logró ocupar simultáneamente los dos primeros puestos de ventas anuales con The Tortured Poets Department y 1989 (Taylor’s Version), algo inédito.
- Es la única artista con ocho álbumes coronando las listas anuales de ventas en EE.UU., superando a leyendas como Michael Jackson o Adele.
- Sus discos dominan el streaming: The Tortured Poets Department batió el récord histórico con 313 millones de reproducciones en Spotify en solo 24 horas.
| Año | Álbum | Posición anual EE.UU. |
|---|---|---|
| 2009 | Fearless | #1 |
| 2014 | 1989 | #1 |
| 2017 | Reputation | #1 |
| 2019 | Lover | #1 |
| 2020 | Folklore | #1 |
| 2022 | Midnights | #1 |
| 2023 | 1989 (Taylor’s Version) | #1 |
| 2024 | The Tortured Poets Department | #1 |
Curiosidades y datos locos sobre Taylor Swift
Para entender mejor el fenómeno Swift conviene repasar algunos detalles sorprendentes:
- Empezó componiendo canciones country siendo adolescente en Pensilvania.
- Ha ganado más de 12 premios Grammy.
- Es la primera mujer con más de 200 millones de discos vendidos globalmente.
- Es conocida por esconder easter eggs (pistas ocultas) en sus videoclips, portadas y redes sociales.
- Su gato Olivia Benson está entre las mascotas más ricas del mundo según Forbes.
- En cada gira, cambia radicalmente la escenografía y repertorio; nunca repite un show igual.
- Ha sido incluida por Time entre las personas más influyentes del mundo varias veces.
- Es la artista femenina más reproducida en Spotify a nivel global.
- Su influencia llega incluso a la política: ha instado públicamente al voto joven en elecciones clave.
- Ha publicado libros infantiles bajo pseudónimo.
¿Qué significa esta victoria?
La recuperación total del control sobre su música supone mucho más que un triunfo legal o económico para Taylor Swift. Marca el cierre definitivo de una etapa conflictiva y refuerza su posición como referente absoluto del pop global. Su caso reaviva el debate sobre los derechos artísticos, inspirando a nuevas generaciones a defender lo propio frente a gigantes corporativos.
En palabras de la propia Swift: “Estoy eternamente agradecida… Ellos vieron lo que era: mis recuerdos, mi sudor, mi letra y mis décadas de sueños”. Hoy esos sueños le pertenecen —y seguirán marcando récords— solo a ella.
