España es un país que vendió su capital: de Madrid pasó a ser Bruselas; ahora es Berlín. España es un país que vendió su alma al capitalismo salvaje. España es un país que, definitivamente, se ha convertido en una puta. España es un país que pretende reformar su Ley de Extranjería. ¿Cómo? ¿Con el objetivo ayudar a las personas que peor lo pasan? No, privilegiando al que tiene suficiente poder económico y no se ve tan necesitado de una ayuda estatal. Si el plan del Gobierno Rajoy sale adelante, los extranjeros que adquieran una vivienda por 160.000 euros obtendrán el permiso de residencia.
Lo siento por Mohamed. Cruzó el Estrecho hace un mes jugándose la vida para nada. Nadie le va a ayudar: seguirá siendo un paria sin papeles. Lo lamento también por Esteban, quien llegó de Honduras en busca de una oportunidad. Su intención era traer consigo a su mujer y a sus cinco hijos, pero se tiene que conformar con vivir en un piso inmundo junto a otros trece compatriotas. Ni Mohamed ni Esteban tienen trabajo. Evidentemente, tampoco tienen papeles. Son “ilegales”.
A diferencia de Boris, empresario ruso cuyo auténtico negocio es la trata de blancas en la que esclaviza a 20 rumanas, 15 polacas y 12 brasileñas en un puticlub de carretera. Tampoco es el caso de Yao, patrón chino de una red clandestina que organiza el suministro de las tiendas de Cobo Calleja. Ambos, Boris y Yao son “legales”, por supuesto. Son gente de prestigio en su ámbito. El dinero les abre todas las puertas. Muchos les temen.
España es una puta que ha vendido su alma al elitismo. Ya no son los nobles quienes esclavizan. Tampoco son los burgueses los que imponen condiciones arbitrarias. Estamos en el siglo XXI, señores: ahora la libertad y los derechos hay que ganárselos con dinero. Aunque sea con dinero negro, que para eso el Gobierno quiere “perdonar” los pecadillos de juventud de los estafadores. Esta es la España del siglo XXI: una pretendida potencia mundial que abre las puertas a Boris y a Yao y se las cierra en las narices a Mohamed y a Esteban.
En fin, todo sea por la buena salud del “banco malo”. Aplauden el resto de bancos y el sector inmobiliario. Los brotes verdes ya se ven al horizonte.
MIGUEL ÁNGEL MALAVIA
