Si se me permite (bien, no hay objeciones), voy a hacer un juego. Será breve. Anoche, tras echar un vistazo en Twitter a las mofas sobre su entrevista en TVE, Juan Carlos I, el Rey, dimitió. No abdicó en su hijo, no. Con gran pragmatismo, dimitió y toda la Familia Real, a esta hora, va ya camino del exilio a Gibraltar. Por lo tanto, esta mañana, como la de abril de 1931, España se acostó monárquica y se ha levantado republicana. Bien, pues a trabajar sea dicho.
Mariano Rajoy, pese a su mayoría absoluta, deberá de convocar elecciones. Toca constituir Cortes constitucionales. Tras las mismas, ya se decidirá el presidente de la República, cuyo cargo será representativo y no ejecutivo, como en Alemania. Si gana el PP, Aznar se sitúa como el principal favorito para ser el Jefe de Estado de todos los españoles. Si lo hace el PSOE, muy posiblemente sea Felipe González. En caso de resistencia, habrá que tirar de Zapatero. Si cayera el diluvio universal y ganara un partido minoritario, podría haber sorpresas. Los republicanos independentistas de ERC, en caso de obtener la victoria, ya han anunciado que apostarían por Joan Tardá como máximo representante de todos los españoles. Pase lo que pase, lo que es seguro es que el próximo Jefe de Estado, nuestra cara visible en el mundo, tendrá carnet político.
Otro tema será elegir bandera. ¿Nos quedamos con la tradicional bicolor roja y gualda, que millones de personas sacaron orgullosas a la calle cuando ganamos el Mundial o las Eurocopas, o tiramos de romanticismo y volvemos a la tricolor de la II República, tiñendo una franja con el morado castellano? Habrá que constituir una comisión de expertos. Para que nadie se enfade, la presidirá el brillante historiado Paul Preston. ¡Ah, no, que es inglés! Bueno, pues Jaime de Marichalar e Iñaki Urdangarín, a los que nadie podrá acusar de promonárquicos.
Sin embargo, lo más urgente será la nueva Constitución. ¿Qué hacemos? ¿Seguimos con las autonomías, apostamos por el federalismo, estudiamos el centralismo o damos ya barra libre a los reinos de taifas cantonales? Artur Mas y Esperanza Aguirre, que volverá a la política, presidirán la comisión que estudie el tema. ¿Y qué más? ¿Mantenemos la libertad de expresión o aprovechamos para poner ciertos límites? “La verdad es que, a veces, estos de Intereconomía rayan en lo delictivo con sus burdas manipulaciones”, defiende Enric Sopena. “Pues anda que estos vendepatrias de El País”, clama Jiménez Losantos. Será inevitable la dura batalla mediática en las próximas semanas: cada medio, representante último de una gran empresa, defenderá su modelo. ¿Pena de muerte, sí o no? ¿Control del mercado inmobiliario, sí o no? ¿Aranceles y tasas comerciales, sí o no? ¿Legalización de la droga, sí o no? ¿Supresión del Ejército, sí o no? ¿Qué hacemos con la libertad religiosa? ¿Eliminamos cualquier referencia a la Iglesia? ¿O, si gana la carcundia, proclamamos la República Teocrática? ¿Y qué hacemos con la enseñanza concertada? ¿Y con la Sanidad pública? ¿Seguimos como estábamos o, como en EEUU, que cada uno se pague lo suyo?
A España, en este 5 de enero de 2013, le toca trabajar. De un plumazo, se ha acabado con la Monarquía Parlamentaria que se fraguó en base al consenso, la tolerancia, la solidaridad, la paz y la estabilidad. Ahora toca empezar de nuevo. Toca construir un nuevo sistema, con nuevas reglas, con nuevos consensos. Que el tiempo que vivimos sea de tensión, escaramuzas, insolidaridad y desunión, sumidos en la peor crisis en décadas, poco importa. El Rey, aunque no gobernaba, tenía la culpa de todo. Muerto el perro, se acabará la rabia. Ahora todo irá mejor. Ya se acabó la crisis. Europa nos mira sorprendida ante el nuevo “milagro español”. Nos ven con tanto entusiasmo, con tanta fuerza, que ya ni se habla del rescate. Todo irá mejor. Entre todos, empezando por los políticos, que son los mejores en generaciones, nos pondremos de acuerdo. Seguro que sí. Será fácil, muy fácil. Y en el mejor momento posible.
¡A trabajar! ¡Viva la III República!
MIGUEL ÁNGEL MALAVIA
