Un día escribí que los tres mejores periodistas de España son Ana Pastor, David Gistau y Jordi Évole. Me equivoqué. No porque alguno de ellos no merezca ya para mí esa subjetiva consideración, sino porque debí abrir el abanico hasta conformar un cuarteto. No puede quedar fuera de mi lista un periodista esencial hoy en este malparido país: Enric González.
En un momento en el que el periodismo se ha convertido en un punto más de la cadena de producción que, antes que información verídica, ofrece espectáculo y polémica como garantía de los intereses económicos de las empresas que controlan la gran mayoría de los medios, Enric González supone la garantía del romanticismo libertario. Ir por libre y decir siempre lo que piensa ha causado en gran parte su salida de ‘El País’, donde ha sido uno de sus referentes durante muchos años. Se acaba de anunciar que mañana firma su primera columna en ‘El Mundo’. ¡Pues bienvenida sea la vuelta, sea donde sea!
Enric González representa el periodismo bien escrito, la degustación de la fina ironía y la sacudida mordaz. Desde el profundo conocimiento de la Historia y el panorama actual en sus más diversas manifestaciones y horizontes (incluido el fútbol), el agudo humor, la humildad del descreído, la opinión mayúscula partiendo de pequeñas historias o la narración de curiosidades que en absoluto aparecen como casualidades, Enric González es un estilo, un género en sí mismo.
Pedro Jota mantiene fresco el olfato. Ha aprovechado un error histórico de su principal competidor y ha abierto las páginas de su en verdad aguerrido y plural periódico a un tipo de otra época. De aquellos tiempos en que uno podía mantener sin sonrojarse que el periodismo era el cuarto poder y no una puta del poder.
Dios salve a Enric González.
MIGUEL ÁNGEL MALAVIA
