La Hora de la Verdad

Miguel Ángel Malavia

Madridismo y Mourinho

No hay mejor día que hoy para escribir este artículo. La de ayer fue una noche muy triste para todo el madridismo, pero ejemplificó como ninguna otra en estos tres años lo que ha pasado en el Real Madrid desde que lo entrena José Mourinho. Una imagen denotó a la perfección qué es el madridismo: el autobús de los jugadores colapsado durante 17 minutos, ante la puerta del estadio, por el fervor de una multitud que una hora después se iba a dejar el alma por ver cumplido un sueño preñado de locura. Lo que los demás veían como imposible, estuvo muy cerca de verse cumplido. No pudo ser, pero todos los madridistas sabemos que ese sueño era real, posible. Y ese simple hecho vale más que cualquier título. Frente a los que creen que los madridistas no somos sino unos aficionados naif, que solo estamos con el equipo cuando levanta copas, me quedo con los numerosos episodios que a lo largo de nuestra historia nos han mostrado como abnegados seguidores de causas imposibles. Podemos perder, pero sabemos que nos levantaremos. Porque somos diferentes, porque siempre creemos.

Valga esta larga introducción para explicar cómo otra imagen de ayer evidencia que Mourinho no es madridismo, sino simple y vulgar mourinhismo. En esa noche dura, cuando había que apretar los dientes y apelar a la unidad, el señor entrenador se descuelga con que en España muchos le “odian” y que él quiere estar donde le quieran. Véase Inglaterra, donde dice que al menos le respetan y la mayoría le quiere, “especialmente en un sitio”. Inmediatamente después, en vez de hablar de la gesta que estuvo a punto de protagonizar el equipo, todas las tertulias orbitaban en torno a Mourinho y si había dejado caer que se iba al Chelsea. Pues muy bien, pero se equivoca. Una vez más. Él está muy por debajo de esta institución centenaria, la más importante en la historia del fútbol.

Haciendo un esfuerzo, trato de comprender por qué hay tanto madridista entregado a la causa de este señor de un modo tan enfervorizado, hasta el punto de denostar a símbolos de la casa respecto a los que no hay duda, como Iker Casillas, Sergio Ramos o Vicente del Bosque. Aunque no lo comparto, creo que esta es la causa: quieren un club en el que todos vayan a una y en el que los aficionados animen sin parar en cada partido del Bernabéu. En definitiva, quieren un club que deje al margen esa imagen de viejo hidalgo venido a menos, de un ilustre señor que, por el hecho de seguir siendo tratado como un señor, deja que le tosa en su casa hasta el perro. Creo que los tiros van por ahí, pero no lo comparto.

Yo mismo soy un aficionado de los que quieren que el Bernabéu sea una caldera y no la ópera. Yo mismo deseo ese punto de quijotismo radical como el que se pudo disfrutar anoche en el Bernabéu. Pero, por eso mismo, afirmo que Mourinho no es el símbolo que algunos anhelan. Él es un falso profeta. ¿Por qué no buscamos un Guardiola madridista? Me explico: un hombre de la casa; un apasionado que se desgasta por dar cada día lo mejor de sí mismo para el equipo de sus amores y siempre dejándose a un lado a sí mismo; un señor respetuoso, siempre y en cada caso, con los suyos y con los demás; alguien que no ponga excusas ante cada fiasco, dirigiendo las miradas de los más fanáticos contra los árbitros, los que ponen los horarios de los partidos o los patrocinadores de otros equipos. En definitiva, ¿por qué no apostamos por un Míchel o un Camacho? Pero de verdad, no como las anteriores ocasiones en las que, por ser de la casa, Florentino Pérez negó el pan y la sal a su entrenador. Con que le dé la mitad de poder que a Mourinho, bastaría. Y, si sale mal, al menos no tendremos que escuchar que aquí se le odia. Porque eso es, sencillamente, injusto.

El Real Madrid lleva más de una década errando. Todo comenzó con el error histórico de echar a Del Bosque, y de un modo tan cruel. Estamos a tiempo. La Décima llegará antes o después. Pero mi sueño preñado de locura es que la levante al cielo alguien que, en vez de mirarse al ombligo, lleve tatuado sobre el corazón el escudo del equipo.

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA

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Autor

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

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