La gran victoria del Real Madrid de Baloncesto no es la que acaba de lograr hace unos minutos ante el Juventut del Badalona; su 24ª desde que empezara la temporada, batiendo así el récord del equipo, vigente desde 1961, con Pedro Ferrándiz. Tampoco es la inolvidable que nos dio la Liga el año pasado en el quinto partido ante el Barça. Ni lo son ninguna de las que nos han dado en estos tres años la Copa o las dos Supercopas, también ante los culés. La gran victoria, en las tres temporadas de Pablo Laso al frente del equipo, es la de situarnos a los madridistas de las canastas en un permanente estado de tranquilidad, gozo y orgullo.
Sin estridencias ni egos desbordados, Laso ha montado un equipo dinámico y armónico. Con un sistema de juego atractivo, basado en la defensa fiera y en la rapidez desbordante en el ataque, todos los jugadores van a una en cada faceta de un sistema que se basa en la idea del conjunto, a modo de bloque inexpugnable. Un modelo espectacular que ha enamorado a todos los aficionados y en el que se nota que el equipo se divierte, siendo el claro ejemplo el Chacho Rodríguez, un revolucionario que ha alcanzado el momento culmen y de sosegada sapiencia de su carrera deportiva.
Este es el gran logro en un histórico gigante del baloncesto europeo y español que llevaba décadas de ostracismo, con los títulos cayendo a cuentagotas y los jugadores y entrenadores desfilando en masa y casi siempre por la puerta de atrás. Hasta el punto de que, en esta travesía por el desierto, muchos aficionados afrontábamos cada gran cita con el miedo de que la respuesta a un posible nuevo fracaso fuera el cierre de la sección en un club que ante todo, no nos engañemos, es futbolero.
Y todo eso fue anteayer. Por eso, ahora muchos nos frotamos los ojos ante un estado de felicidad tal, en el que los otros nos miran con respeto. Como antes, como siempre. Incluido el Barça, al que ya le hemos tomado la medida. Podemos ganar o perder, podrá caer al fin la ansiada Novena o no, pero hemos vuelto. Ahora sí, de verdad, al fin han sido retomadas unas sensaciones de poderío que no se veían desde hace dos décadas, con el Madrid que capitaneara Obradovic y que simbolizaran en la cancha Sabonis y Arlauckas.
Este Real Madrid de Llull, Felipe, Chacho, Mirotic, Rudy y compañía, dirigido desde la modestia y la sabiduría de Pablo Laso, ya es leyenda. Aunque acabemos perdiendo, que lo haremos, nuestra mejor victoria ya está conseguida. En el eterno equipo convulso, como escribiera el gran Gironella, ha estallado la paz.
MIGUEL ÁNGEL MALAVIA
