La Hora de la Verdad

Miguel Ángel Malavia

El perro, los curas y el ébola

Parto de una base que considero justa: como el 99,99% de los españoles, no conozco ningún detalle concreto que me haga poder valorar con pleno juicio si había que haber repatriado a los dos misioneros españoles infectados de ébola, las causas por las que una enfermera que atendió al segundo de ellos se ha contagiado y si era inevitable tener que sacrificar a su perro. No tengo ni idea, por lo que me limito a constatar dos hechos que me han sumido en una profunda tristeza.

El primero de ellos, la desproporcionada campaña destinada a salvar la vida del perro de la enfermera contagiada. #SalvemosaExcalibur lleva dos días siendo la primera tendencia en España y ha alcanzado el primer lugar a nivel mundial. Para hacernos una idea, a las pocas horas de lanzarse, ya había 250.000 firmas que reclamaban al Ministerio de Sanidad que diera marcha atrás. Y, una vez que esta tarde la policía se ha llevado al animal, en la calle había cientos de personas protestando enérgicamente, registrándose varios incidentes. Aclaro: me da pena la muerte de este animal. Pero me aturde una reacción tan contundente y virulenta ante la muerte de un perro, acompañada de todo tipo de insultos ante este “asesinato”.

Todo ello me hace estar más desalentado ante ese segundo hecho: ya han muerto por el ébola más de 3.000 personas y hay infectadas 7.000, según los últimos datos de la OMS. Salvo un puñado de excepciones, todas las víctimas se han producido en África. Sí, el mismo continente que hemos devastado desde Occidente; ayer, a través de nuestros Estados, y hoy, con nuestras multinacionales entregadas a la rapiña de sus materias primas, incluidas su tierra y su agua. No quiero der demagogo, pero ¿dónde están las campañas multitudinarias clamando para que las grandes potencias de la comunidad internacional envíen el material y el personal necesario para combatir de raíz el ébola en la propia África. Sí, allí. Y no para que no se extienda la epidemia hasta nosotros. No, simplemente porque son seres humanos.

Pero no, toda esa indignación, toda esa masa enardecida ha volcado sus energías en un perro. Español, por supuesto. Para salvar a este había que hacer “todo lo posible”, obviando incluso los posibles riesgos. En cambio, con los misioneros enfermos, no hubo tantos miramientos. Cuando vinieron a casa, a su hogar, muchas voces berrearon en protesta por atenderse a quienes se desgastaron por los demás hasta perder todo. Y, cuando murieron, no nos inundaron los homenajes que, en este instante, se le están otorgando a un perro. Español, por supuesto.

No me sale explicarlo de otra forma: somos una sociedad enferma.

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA

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Autor

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

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