En las últimas horas he tenido que tomar una decisión difícil, escuchando por una vez a la cabeza en vez de al corazón. Sin embargo, lo que parece un paso atrás, en realidad, son dos pasos adelante. Soy periodista. Soy libre e independiente. ¿Quiere decir eso que mire la política exclusivamente desde mi atalaya y no me comprometa? No. Al contrario. Voy a clamarlo con más fuerza que nunca: creo en la política, creo en UPyD.

No soy un periodista de partido porque carezco de carnet alguno. No escribo al dictado de nadie. No soy militante, pero sí, a día de hoy, convencido de una intuición. Estoy muy preocupado por el estado de postración de la sociedad en la que vivo. En un momento de desmoronamiento de los viejos partidos y con el populismo elevándose como única y aparente alternativa, yo defiendo y defenderé que hay otras opciones. Entre ellas la que vienen representando desde hace siete años en UPyD: un modo de hacer política coherente, decente, sosegado, constructivo, inclusivo, valiente y equitativo, pues plantea un modelo para todos, sin distinciones geográficas y sin dejarse llevar por prebendas interesadas.

Creo en el partido que no cuenta con ningún imputado en sus siete años de existencia y que, yendo más allá, se ha querellado contra los tunantes y destapado sus trapos sucios: los Pujol, los golfos de Bankia y un largo (y desgraciado) etcétera. Creo en la gente que escucha a los ciudadanos a pie de calle (me consta por experiencia propia) y que renuncia a los supuestos beneficios de la condición política.

No soy un periodista de partido. No soy militante. No recibo nada a cambio. Pero no me echo a un lado: por mi racionamiento lógico y experiencial he llegado a la conclusión de que creo en el régimen del 78 y en los únicos que, a día de hoy, pueden sostenerlo. Son profesores, economistas, actores… Y sí, también periodistas, como Irene Lozano, destinada en un futuro próximo a lo más alto en UPyD y en la política española.

No es un paso atrás, sino dos pasos adelante.

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA