La Hora de la Verdad

Miguel Ángel Malavia

Más Ortega y menos bilis

No quiero adentrarme en la politizada polémica sobre la Cabalgata de Reyes de Madrid ni sobre el tuit con el que Cayetana Álvarez de Toledo cargó contra la alcaldesa Carmena. Prefiero centrarme en el artículo que hoy publica la primera en ‘El Mundo’ y en el que valora el significado íntimo de la brutal reacción tuitera, cuya llama lleva tres días encendida. Un alud de machetazos han caído sobre la política del PP, pero, por lo que se evidencia, muy pocos han leído el artículo de marras.

Algo, por otra parte, muy significativo, pues más allá del titular facilón (extraído de la frase “Twitter es un vertedero, la tumba de la inteligencia”), con el que se recrea la marea ciega, el alma del texto radica en desnudar la actual sociedad de masas, marcada por la bilis y las reacciones sentimentales y desmesuradas, incapaces de cualquier atisbo de crítica. Olvidémonos de cabalgatas, manuelas y cayetanas. Volvamos la vista atrás muchas décadas: acudamos a Ortega y Gasset y su denuncia de la masa como un ente destinado a consumir cosas vacías de valor y originalidad. De esa droga pueril se nutría en buena parte la España de ayer. De ese estercolero, multiplicado por mil en su vacío, se engorda nuestra España de hoy.

En nuestras escuelas y universidades, lo dicen la experiencia y los estudios, cuesta un mundo que los alumnos se sitúen ante un texto, lo analicen, lo interioricen y finalmente desarrollen ideas propias que les sugiera dicha lectura. Impera el resultado automático, la respuesta tipo test, la línea delgada que solo une conductos y nos hunde en la mediocridad. Por no hablar de que las humanidades están siendo estranguladas por los de arriba en pos del único “beneficio” de la técnica, de lo material.

No interesa fomentar el espíritu crítico en nuestros ciudadanos del presente y el futuro. Pero, aún peor, los medios son cómplices de esta corrupción. Antes eran esclavos de ideologías, hoy lo son de intereses empresariales. Antes, dentro de lo malo, al menos se caldeaban ideas en la prensa, algunas más originales y otras más precocinadas. Pero lo de hoy, cuando solo se busca contentar al dios dinero, aunque aparentemente se sirvan a unas siglas (que no a unas ideas), ya todo el producto es completamente preparado para engullir. Eso explica que sea más conocido Salvador Sostres que Enric González, o, hablando de algo en principio tan blanco como el deporte, Josep Pedrerol que Santi Segurola. Vende lo que genera bilis. Se oculta lo que genera debate constructivo.

Antes tenían a truenos como Miguel de Unamuno, Miguel Marañón o el propio José Ortega y Gasset. Aun así la cosa acabó como acabó… Nos cayó el apocalipsis de la España cainita. Hubo guerra incivil y dictadura. Hoy, desgraciadamente, en nuestra democracia nos faltan rayos redentores y nos queda, salvo honrosas excepciones, un empacho de bilis. La sufre la minoría fanatizada a izquierda y derecha, pero también la mayoría que se rasca complaciente la barriga, ciega, sorda y muda. Ya la alimentan a base de titulares, sin necesidad de leer las noticias. ¿Para qué, si no se van a asimilar? Esta es, aún peor, nuestra sociedad de masas. No, la cosa no va de cabalgatas.

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA

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Autor

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

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