La Hora de la Verdad

Miguel Ángel Malavia

La gran estafa española

No voy a ocultarlo: he disfrutado íntimamente con el fracaso de nuestra clase política actual, que ha sido retratada como una fanática de las líneas rojas. Aunque solo sea por efecto reflejo, pese a que muchos no quieran reconocerlo, la vilipendiada España de 1978 ha salido del letargo y se ha erigido hercúlea y chulapa, exhalando un “aquí estoy yo” en la cara de nuestros politicastros profesionalizados y de muchos españolitos olvidadizos o cegados por la hiel.

Gran parte de la muchachada llevaba años abjurando del “podrido régimen del 78” y de nuestra Constitución del consenso, tachándola sin más de viejuna. Cierto que no fueron años ideales, cierto que las élites que nadaron en la abundancia en un régimen dictatorial siguieron haciéndolo en tiempos democráticos (aunque mudando de chaqueta) y cierto que hubo episodios de violencia que estuvieron a punto de echarlo todo abajo. Sí, eso es cierto, pero refulge otra verdad más potente: con nuestras taras, los españoles somos hoy más libres de lo que lo hemos sido nunca. La democracia actual, en base a una Constitución no politizada (algo inédito en nuestra Historia), es un lienzo en blanco que puede ser pintado por cualquiera que sea amparado por la voluntad popular: desde el inerte embalsamado Rajoy hasta el agitador populista Iglesias.

Sin embargo, todos ellos han sido incapaces de dar el mínimo paso y se ha consumado el peor de los desastres en política: el diálogo vacío no ha dado ni para formar un Gobierno. Y lo peor es que todos lo sabían: nadie estaba dispuesto a dar un paso realmente audaz. En la misma noche del 20-D todos los responsables de esta extravagancia ya sabían lo que pasaría. Pero hicieron un paripé. Nos engañaron. Ha sido una colosal estafa.

Santiago Carrillo y Adolfo Suárez siguen encarnando lo mejor de nuestra España constitucional. Representantes antitéticos de las dos Españas, ambos renunciaron a sus líneas rojas, se expusieron al fuego cruzado de muchos de los suyos (lo que les acabó costando ser devorados por estos) y, junto a los grandes políticos de la Transición, de casi todas las siglas y corrientes, se abrazaron al consenso como el único modo de renacer de una guerra civil y una dictadura. Lo de entonces sí tuvo mérito: era mucho más difícil que armar un Gobierno. Y lo lograron.

Tenemos otra oportunidad el 26 de junio. El lienzo sigue estando en blanco. ¿Cogerán el pincel políticos con altura de miras y que no vean a los ciudadanos que no piensen como ellos como extraterrestres? Porque de eso se trata.

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA

Artículo publicado en Cuadrilátero 33, dentro del debate ‘De nuevo, elecciones.

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Autor

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

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