La cocina mexicana es célebre en todo el mundo por su intensidad, sus contrastes y su profundo respeto por la tradición. Uno de los elementos más distintivos —y a veces engañosos— de esta gastronomía es el uso del chile.
Frases como «No pica» son comunes entre los mexicanos, aunque muchas veces esconden una sorpresa ardiente que revela el verdadero carácter del platillo. Esta expresión también es un reflejo del amor que México le tiene al picante, y de cómo el chile es más que un ingrediente: es un símbolo de identidad.
En el norte del país, el estado de Chihuahua ofrece una interpretación única de este símbolo. Su gastronomía, influida por raíces indígenas y por la herencia colonial española, se define por sabores intensos, técnicas tradicionales y un uso magistral de los chiles secos. Aquí, el clima desértico y las vastas extensiones de tierra han moldeado una cocina basada en carnes, granos y especias, donde los chiles secos tienen un protagonismo indiscutible.
A diferencia de las regiones del sur, donde los chiles frescos aportan un toque crujiente y brillante, en Chihuahua los chiles se secan para intensificar su sabor.
Este proceso resalta sus notas ahumadas, dulces o intensamente picantes, dependiendo de la variedad. Entre los más usados están el guajillo, con un picor suave y sabor afrutado; el chile ancho, con matices dulces y ahumados; y el chile de árbol, conocido por su potencia y por dar carácter a las salsas.

«Chiles», México
Uno de los platillos más representativos de esta tradición es la carne con chile, un guiso que combina carne de res con una salsa espesa hecha a base de chiles secos, ajo y especias locales. Otro favorito es el chile colorado, donde la carne —ya sea de res o de cerdo— se cocina lentamente en una salsa roja y profunda, elaborada con chiles guajillo y ancho. Ambos platos encarnan la esencia del sabor norteño: fuerza, rusticidad y complejidad.
Los chiles secos también están presentes en tamales, enchiladas y otros alimentos cotidianos, así como en celebraciones familiares y festividades locales.
En los mercados de Chihuahua, las montañas de chiles secos son una escena común, reflejo de su importancia cultural y culinaria.
Y para acompañar estos sabores intensos, nada como el sotol, la bebida espirituosa típica del estado. Destilado de la planta del desierto Dasylirion, el sotol ofrece notas herbales y ahumadas que armonizan perfectamente con el picante de los platillos. Ya sea solo o en cócteles, este destilado redondea la experiencia gastronómica con su carácter suave y terroso.
Pero más allá del sabor, el chile en Chihuahua es historia viva. Es herencia, resistencia, creatividad. El arte de equilibrar su picante con otros sabores ha sido transmitido por generaciones, convirtiéndose en un sello de identidad para la región.
Los chiles secos no solo condimentan los platillos del norte: cuentan una historia de tierra, clima y tradición. Son el corazón de una cocina que, como el paisaje chihuahuense, es intensa, poderosa y llena de carácter.
Chihuahua
Chihuahua es el estado más grande de México, con un territorio que supera en tamaño al del Reino Unido. Su geografía diversa incluye cañones imponentes, desiertos, ríos, bosques y ciudades llenas de historia, además de sitios arqueológicos reconocidos por la UNESCO. Es también hogar del pueblo rarámuri, célebre por su cultura ancestral y su habilidad en carreras de larga distancia.
Explorar Chihuahua es descubrir un destino donde la aventura nunca termina: desde encantadores hoteles en medio del bosque, hasta una gastronomía y artesanía únicas en el país.
El Aeropuerto Internacional de Chihuahua conecta con importantes ciudades mexicanas e incluye rutas internacionales a Dallas/Fort Worth y Denver.
Una forma inolvidable de recorrer el estado es a bordo del Chepe Express, el famoso tren panorámico que cruza la Sierra Tarahumara rumbo al Pacífico, con conexiones hacia destinos del Mar de Cortés y Baja California.
Más información en: www.visitachihuahua.mx

Chiles. Gastronomía de Chihuahua, México

