Cien días pueden parecer poco en política, pero para Estados Unidos han supuesto un auténtico terremoto. Desde su retorno a la presidencia el pasado 20 de enero, Donald Trump ha desplegado una agenda de vértigo, desmantelando políticas anteriores y redefiniendo las relaciones internacionales, la economía y el clima político. Su segundo mandato arranca con decisiones fulminantes y un estilo personalista que ha elevado la tensión tanto dentro como fuera del país.
El regreso de Trump no solo ha sacudido los cimientos del sistema político estadounidense, sino que ha impactado de lleno en la economía global y en el tablero geopolítico. La volatilidad es ahora la norma, y sus primeras medidas han provocado efectos inmediatos y, en muchos casos, imprevisibles.
Cambios exprés: Decretos, aranceles y presión sobre aliados
En apenas tres meses largos, Trump ha impuesto una batería de decretos ejecutivos que buscan revertir buena parte del legado demócrata. Destacan:
- Restauración de políticas migratorias más restrictivas.
- Recuperación de proyectos energéticos tradicionales y retroceso en regulaciones medioambientales.
- Reimplantación de tarifas aduaneras a múltiples socios comerciales.
- Revisión acelerada de tratados multilaterales y compromisos internacionales.
La guerra comercial ha sido una de las banderas más visibles. Trump ha subido aranceles indiscriminadamente —incluso a países aliados— para luego suspenderlos temporalmente bajo presión de los mercados. Solo China permanece como blanco constante de sus medidas proteccionistas. El resultado: una montaña rusa en las bolsas mundiales, con caídas históricas como la del S&P 500, que acumula un desplome cercano al 9% desde enero. El 8 de abril, coincidiendo con la entrada en vigor de nuevos aranceles, el descenso llegó a rozar el 18%.
Efectos inmediatos: economía a la baja y mercados nerviosos
El impacto económico no se ha hecho esperar. La Reserva Federal de Atlanta estima que el PIB estadounidense se contrajo un 2,8% anualizado en el primer trimestre del año, con previsiones que llegaron a apuntar hasta un -3,7%, el peor dato desde la pandemia. Pese a cierta moderación posterior (-2,2%), los indicadores muestran preocupación real entre inversores y empresas.
- El índice S&P 500 registra el peor arranque presidencial desde hace más de medio siglo.
- La volatilidad es extrema: cualquier declaración presidencial provoca caídas o subidas repentinas en las bolsas.
- El comercio internacional se resiente ante la incertidumbre generada por las nuevas barreras.
El Ibex 35 español ha reaccionado al alza (+11%), como otros mercados que han visto oportunidades tras el cambio en Washington, pero el clima general es incierto.
Una popularidad bajo mínimos: rechazo social creciente
Los datos demoscópicos son demoledores. Trump afronta su segunda presidencia con los índices de aprobación más bajos para un presidente estadounidense en siete décadas. Según encuestas publicadas este domingo:
- Solo el 41% aprueba su gestión; es el mínimo histórico para unos primeros 100 días desde Eisenhower.
- Un 45% desaprueba firmemente sus decisiones.
- La caída es especialmente fuerte entre mujeres e hispanoamericanos (descensos de hasta 7 puntos).
- Entre los votantes registrados, solo el 42% mantiene una visión positiva; hace dos meses era el 48%.
La luna de miel presidencial nunca existió en esta ocasión. Las divisiones internas se agravan mientras crece la percepción negativa incluso entre sectores moderados del Partido Republicano: solo la mitad cree que las prioridades del presidente son las adecuadas.
Un estilo personalista: rapidez y confrontación
Trump gobierna con prisas. Ha logrado confirmar rápidamente a su gabinete —con amplia presencia texana— pese a las resistencias demócratas en el Senado. Su enfoque directo le permite avanzar su agenda a base de órdenes ejecutivas y negociaciones bilaterales sin apenas espacio para consensos amplios.
Este liderazgo acelerado genera adhesión entre sus bases pero inquieta al resto del espectro político. Sus métodos directos —y muchas veces improvisados— descolocan tanto a aliados internacionales como a adversarios.
Geopolítica desestabilizada: aliados incómodos y adversarios atentos
La política exterior se caracteriza por:
- Tensión renovada con Europa tras romper acuerdos previos y exigir mayores contribuciones militares.
- Distanciamiento con Canadá y México tras reabrir disputas comerciales.
- Endurecimiento del pulso con China; los aranceles permanecen pese a las presiones globales.
Esta actitud ha convertido a Estados Unidos “en el principal factor desestabilizador” según analistas internacionales. Los mercados reaccionan ante cualquier insinuación desde Washington: comentarios proteccionistas provocan caídas inmediatas; mensajes conciliadores detonan rebotes bursátiles.
Perspectivas: ¿hacia dónde va Estados Unidos?
Nadie duda ya de que estos primeros 100 días marcan un antes y un después. Las señales apuntan a:
- Persistencia del proteccionismo económico durante los próximos meses.
- Creciente presión sobre instituciones nacionales e internacionales para adaptarse al nuevo rumbo estadounidense.
- Polarización social acentuada ante una agenda tan rupturista como divisiva.
El Congreso republicano apoya mayoritariamente las reformas fiscales impulsadas por Trump pero empieza a mostrar grietas ante los costes políticos del enfrentamiento permanente. La oposición demócrata busca reorganizarse mientras los mercados globales asumen una etapa prolongada de volatilidad e incertidumbre.
Claves para entender este ciclo
Para comprender este periodo convulso conviene retener algunos datos clave:
| Indicador | Antes (20 enero) | Ahora (100 días) |
|---|---|---|
| Aprobación presidencial | ~45% | 41% |
| Desaprobación firme | ~38% | 45% |
| Caída S&P 500 | – | -9% (llegó -18%) |
| PIB trimestral (estimado) | +0,8% | -2,8% / -3,7% |
| Mujeres/hispanos favorables | >40% | <36% / <28% |
La política estadounidense afronta uno de sus periodos más volátiles en décadas. La era Trump II se define por la velocidad del cambio y por su capacidad para dividir tanto dentro como fuera del país.
Conclusión integrada
A día de hoy —lunes 28 de abril— resulta evidente que Donald Trump ha reconfigurado radicalmente Estados Unidos en tiempo récord. Ha cumplido buena parte de su agenda electoral; sin embargo, lo ha hecho a costa de ahondar brechas internas e internacionales. Los próximos meses serán decisivos para medir hasta dónde llega esta transformación exprés… y cuáles serán sus consecuencias reales para Estados Unidos y el mundo.
