La guerra en Gaza ha dado un giro significativo.
Un alto responsable de seguridad de Hamás ha reconocido que el grupo ha perdido el control sobre la mayor parte del enclave, una confesión que refleja tanto la brutal eficacia de la ofensiva israelí como las profundas fracturas internas y sociales que atraviesa la Franja.
Esta admisión llega en un momento en que los esfuerzos internacionales por alcanzar un alto el fuego se han estancado, y cuando Israel amplía su radio de acción militar en toda la región.
En los primeros días de julio, las informaciones procedentes de fuentes locales y medios internacionales fiables coinciden: Hamás, tras casi dos décadas gobernando Gaza con mano férrea, ya no ejerce autoridad efectiva sobre buena parte del territorio.
Las fuerzas israelíes controlan actualmente alrededor del 50% del enclave y han desmantelado muchas de las estructuras políticas y militares del movimiento islamista, que apenas conserva capacidad operativa en zonas dispersas y fragmentadas.
La crisis humanitaria: devastación y desplazamiento masivo
La ofensiva israelí iniciada tras el ataque sorpresa del 7 de octubre de 2023 ha provocado una destrucción sin precedentes. Más de 33.000 palestinos han muerto, incluyendo al menos 14.000 niños y 9.000 mujeres. Casi toda la población —2,3 millones de personas— ha sido desplazada internamente al menos una vez. La infraestructura básica está colapsada: hospitales, escuelas y servicios esenciales han sido destruidos o están fuera de servicio.
Las restricciones al paso de ayuda humanitaria han agravado el hambre, llevando a saqueos generalizados y al colapso total del sistema sanitario. La escasez afecta a alimentos, agua potable, combustible y medicinas, mientras se multiplican las denuncias internacionales por el uso del hambre como arma de guerra.
El colapso del poder de Hamás: causas y consecuencias
La confesión pública por parte de un alto cargo policial de Hamás sobre la pérdida del control efectivo marca un punto de inflexión:
- La estructura militar ha sufrido bajas devastadoras y la cadena de mando se encuentra fragmentada.
- El control social se ha desmoronado: proliferan bandas armadas, saqueos y enfrentamientos internos.
- La legitimidad política está en mínimos históricos; muchos gazatíes acusan a Hamás tanto por su responsabilidad inicial en la escalada como por su incapacidad para gestionar la crisis humanitaria.
- Israel ha lanzado ataques dirigidos a impedir que Hamás gestione o distribuya ayuda humanitaria, bajo la acusación de que utiliza estos recursos para fortalecer sus posiciones.
Actualmente, ni Hamás ni ninguna otra autoridad tienen capacidad real para garantizar el orden público o cubrir necesidades básicas. La población civil es víctima directa tanto del enfrentamiento armado como del vacío institucional.
Negociaciones estancadas: sin avances en el alto el fuego
En paralelo a este colapso interno, los contactos diplomáticos para una tregua han fracasado una vez más. El primer ciclo reciente de conversaciones sobre un alto el fuego concluyó sin avances tangibles: ni Israel ni Hamás ceden en sus posiciones fundamentales.
- Hamás exige una retirada total israelí y garantías para mantener cierto rol político.
- Israel rechaza cualquier fórmula que implique mantener a Hamás en posiciones de poder o permita su rearme.
- El intercambio propuesto —liberación progresiva de rehenes israelíes por prisioneros palestinos— sigue encallado por desacuerdos sobre fases posteriores y garantías internacionales.
Mientras tanto, continúan los bombardeos israelíes sobre Gaza, con decenas de muertos diarios incluso durante las negociaciones más intensas.
Regionalización del conflicto: ataques israelíes a los hutíes en Yemen
El conflicto no se limita ya a Gaza. En los últimos días, Israel ha lanzado ataques aéreos contra objetivos hutíes en Yemen. La justificación oficial es frenar los ataques con misiles y drones lanzados por los hutíes —aliados de Irán— contra territorio israelí y buques comerciales en el mar Rojo.
Este nuevo frente eleva la tensión regional e incrementa el riesgo de una escalada mayor. Los hutíes han prometido represalias; Irán mantiene un apoyo retórico y logístico a sus aliados; Estados Unidos respalda a Israel aunque pide contención para evitar un conflicto abierto con Teherán.
¿Qué futuro para Gaza?
La situación es extremadamente volátil. Las posibilidades reales son pocas:
- Israel planea mantener un control indefinido sobre Gaza para impedir cualquier resurgimiento organizado de Hamás u otros grupos armados.
- La comunidad internacional discute sin éxito fórmulas para una administración civil alternativa o presencia internacional, pero ningún actor parece dispuesto a comprometer recursos o personal sobre el terreno.
- La población civil queda atrapada entre la violencia, la destrucción sistemática y la incertidumbre absoluta respecto al futuro político e institucional del enclave.
A día de hoy —hoy, 7 de julio— la Franja vive uno de los peores momentos desde su ocupación moderna, con millones desplazados, infraestructuras arrasadas y sin una autoridad capaz siquiera de garantizar orden básico. El declive acelerado del control ejercido por Hamás abre una incógnita peligrosa: sin solución política viable ni reconstrucción inmediata, Gaza corre el riesgo real de convertirse en un territorio sin ley ni gobierno durante meses —o años— agravando aún más una crisis humanitaria ya insostenible.
