El Eje del Mal desafía a Occidente

Kim Jong Un y Putin, invitados estrella de Xi Jinping en el gran desfile militar de China

Una demostración de fuerza y alianzas frente a la ausencia de líderes occidentales

Kim Jong Un, Vladimir Putin y Xi Jinping (1)
Kim Jong Un, Vladimir Putin y Xi Jinping. PD

Malas noticias para Donald Trump.

El centro de Pekín se prepara para un evento que trasciende la mera conmemoración histórica.

El próximo miércoles, Xi Jinping recibirá a Vladimir Putin y Kim Jong Un como principales invitados del gran desfile militar por el 80 aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial.

La cita no solo recuerda la victoria sobre Japón, sino que exhibe un bloque político-militar cada vez más cohesionado ante la presión internacional.

A día de hoy, 28 de agosto de 2025, la lista de asistentes confirma la ausencia total de mandatarios occidentales, reforzando el relato de un mundo dividido en esferas de influencia claramente enfrentadas.

Las imágenes previstas serán potentes: los tres líderes compartiendo tribuna mientras desfilan centenares de tanques, aviones y sistemas antiaéreos de última generación.

Para Kim Jong Un, es su primer viaje internacional desde 2019, lo que subraya la importancia estratégica del evento.

La diplomacia china lo ha orquestado como muestra inequívoca de que cuenta con aliados fieles, incluso cuando Occidente intensifica su aislamiento diplomático y económico hacia Moscú y Pyongyang.

El eje del mal: alianzas en evolución

La expresión “eje del mal” resurge en titulares al analizar la sintonía entre China, Rusia y Corea del Norte. Aunque nació como etiqueta estadounidense para describir alianzas hostiles a sus intereses, ahora encaja con precisión en el actual tablero internacional.

  • Rusia sigue dependiendo del apoyo político, comercial y militar chino para sortear las sanciones impuestas por su invasión a Ucrania.
  • Corea del Norte, aislada y sancionada, ha encontrado en Moscú un nuevo cliente para su industria armamentística: se han documentado envíos de munición norcoreana que alimentan el conflicto ucraniano.
  • China, por su parte, mantiene un delicado equilibrio: apoya a ambos socios sin comprometer excesivamente su posición ante otros actores globales. Sin embargo, al invitar a Kim y Putin como figuras centrales, lanza un mensaje nítido sobre sus prioridades estratégicas.

Los datos económicos son reveladores. En 2023, cerca del 97% del comercio exterior norcoreano tuvo como destino China; solo el 1,2% fue con Rusia. Sin embargo, la cooperación militar entre Pyongyang y Moscú ha crecido exponencialmente desde el estallido de la guerra en Ucrania.

La diplomacia de Putin: desafío y supervivencia

Para Vladimir Putin, este viaje tiene un doble significado. Por un lado, refuerza los vínculos con sus principales aliados en un momento crítico para Rusia; por otro, evidencia el aislamiento internacional al que se enfrenta tras años de guerra en Ucrania. La asistencia al desfile permite al Kremlin reivindicar su peso global pese al boicot occidental.

Putin utiliza estos foros para negociar apoyo económico y militar —especialmente tecnología dual o recursos energéticos— e intenta mostrar una imagen de fortaleza interna hacia su propia opinión pública. Al compartir escenario con Xi y Kim, busca legitimar su política exterior y demostrar que Rusia aún dispone de palancas geopolíticas relevantes.

En paralelo, Estados Unidos y la Unión Europea observan con preocupación cómo se consolidan estos lazos. La ausencia total de líderes occidentales en Pekín es significativa: ni Washington ni Bruselas quieren asociarse públicamente con gobiernos bajo sanciones o acusados de violaciones sistemáticas a los derechos humanos.

Un desfile con mensaje múltiple

El programa oficial prevé una exhibición sin precedentes:

  • Presentación pública del nuevo sistema militar chino tras las reformas estructurales.
  • Demostraciones aéreas con drones avanzados y cazas furtivos.
  • Presencia destacada de armamento ruso —incluidos vehículos empleados en Ucrania— y delegaciones militares norcoreanas.

La puesta en escena refuerza varios mensajes clave:

  1. Unidad frente a Occidente: la foto conjunta entre Xi, Putin y Kim simboliza resistencia ante las presiones externas.
  2. Capacidad militar renovada: China busca demostrar músculo tecnológico y liderazgo regional.
  3. Legitimidad histórica: aprovechar el recuerdo del final de la Segunda Guerra Mundial para justificar políticas actuales bajo el paraguas del “antifascismo”.

Antecedentes e implicaciones futuras

El último encuentro público entre estos líderes se remonta a antes de la pandemia. Desde entonces, las tensiones internacionales han aumentado: nuevas sanciones contra Moscú por Ucrania; pruebas balísticas norcoreanas; rivalidad tecnológica entre China y Estados Unidos. El acto supone una oportunidad para relanzar una agenda común basada en intereses compartidos más que en afinidades ideológicas profundas.

Algunos analistas prevén que este tipo de cumbres se repitan o incluso se amplíen a otros países cercanos al bloque —Irán o Siria— si persiste el enfrentamiento global. Otros advierten sobre riesgos imprevistos: escalada militar en Asia-Pacífico, proliferación nuclear o una mayor fragmentación del comercio mundial.

Este miércoles próximo será más que un desfile: será una instantánea nítida del reequilibrio geopolítico actual. Mientras Occidente debate cómo responder al auge de este eje alternativo, Pekín demuestra que puede reunir bajo su paraguas a dos líderes considerados parias por buena parte del planeta —y convertir esa imagen en fortaleza.

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