El socialista abolicionista y la doble vida del marido de Begoña

Sánchez era concejal en Madrid, con un programa contra la prostitución, mientras su mujer gestionaba locales gay y saunas de p#t@s

El pasado del amo del PSOE como edil, plenamente consciente y beneficiario directo de los locales de prostitución de sus suegro, reaviva el debate sobre ética y coherencia en la esfera pública

Pedro Sánchez, su suegro, Begoña y el negocio de la prostitución
Pedro Sánchez, su suegro, Begoña y el negocio de la prostitución. PD

Es de un cinismo que roza lo artístico. El PSOE, el partido más putero de Occidente, desfila cada año con pancartas contra la prostitución, como si no llevaran décadas practicándola con fruición.

Hablamos del partido de los furgones de putas de Abalós y las orgías de Tito Berni, que se atreve ahora a anunciar leyes para abolir el putiferio y perseguir a sus usuarios obviando que su amo, Pedro Sánchez, calentaba el sillón de concejal en Madrid gracias a los prostíbulos de su suegro, que le pagaban hasta el piso.

¡Qué valentía, qué coherencia, qué manera de tomarnos el pelo con esloganes y promesas que no engañan ni al más pardillo!

A veces, la realidad política española parece un guion de serie negra.

Corría el año 2004 cuando un joven Pedro Sánchez Pérez-Castejón, con apenas 31 años, se estrenaba como concejal del Ayuntamiento de Madrid en las filas del PSOE.

Su partido, liderado entonces en la capital por Trinidad Jiménez y con el ya fallecido Pedro Zerolo como referente en derechos sociales, se comprometía a “combatir la explotación sexual” y a “trabajar contra el tráfico de mujeres menores con fines de explotación sexual” según el programa electoral de 2003, páginas 52 y 56 respectivamente.

No era una declaración cualquiera: Madrid se veía desbordada por la prostitución en zonas como la calle Montera y Desengaño, epicentros de un fenómeno que desbordaba las capacidades de los planes municipales y que enfrentaba a socialistas y populares en el pleno del consistorio.

Lo que pocos imaginaban entonces era que, mientras el PSOE clamaba en el Palacio de Cibeles contra las merecuteces y sus clientes, la familia política del propio Sánchez, concretamente su suegro Sabiniano Gómez y su pareja Begoña Gómez, gestionaban locales en los que la prostitución masculina y femenina era el principal reclamo.

Testigos presenciales y antiguos empleados llevan semanas detallando cómo Begoña realizaba pagos a proveedores y llevaba la contabilidad en la sauna ‘Adán’ y en el club de alterne ‘Castellana 180’, mientras su padre regentaba varios negocios similares en el centro de la capital de España.

Cronología de una convivencia incómoda: política y prostíbulos

La coincidencia temporal resulta, como poco, llamativa. Sánchez accede a la concejalía en 2004, tras la renuncia de una compañera.

En esos mismos años, la familia Gómez explota una red de saunas gays y prostíbulos en Madrid y otras provincias, con Begoña Gómez implicada en la gestión diaria y en el pago directo a las trabajadoras sexuales.

El padre de Begoña, Sabiniano, cede la titularidad de los negocios a su hermano Enrique en 2006, justo el año en que Pedro y Begoña se casan y cuando la proyección política de Sánchez comienza a despegar.

El traspaso definitivo de los locales se produce en 2012, cuando la familia abandona formalmente el sector y Sánchez ya es diputado en el Congreso, perfilándose como figura ascendente del socialismo nacional. La sincronía entre el “blanqueo” de la actividad familiar y el ascenso político no ha pasado desapercibida.

De hecho, algunos medios han sugerido que la ocultación de la actividad en las saunas y prostíbulos fue deliberada, para no entorpecer la carrera del futuro presidente.

El PSOE y la paradoja de la coherencia

Mientras tanto, el PSOE de Madrid, con Sánchez como edil, denunciaba el “profundo fracaso” de los planes municipales contra la explotación sexual, reclamando un enfoque global y una mayor implicación institucional. El portavoz adjunto socialista, Óscar Iglesias, señalaba en 2006 que la prostitución había adquirido en Madrid “una dimensión de características desconocidas”, con zonas como la calle Desengaño —donde se encontraba una de las saunas gays gestionadas por la familia de Begoña Gómez— convertidas en focos permanentes de actividad sexual comercial.

Pedro Zerolo personificaba la línea dura del PSOE contra la explotación: defendía a las mujeres prostituidas y condenaba con firmeza a quienes se lucraban con su situación. Pero en el seno del partido, la sombra de la incoherencia planeaba: ¿era posible que un concejal socialista, abiertamente abolicionista en lo público, conviviese en lo privado con una red de negocios familiares basada en la prostitución y, según algunos testimonios, en el tráfico de drogas y la explotación de menores?

Testimonios y revelaciones: gestión, pagos y la incógnita de la complicidad

Las últimas investigaciones periodísticas han arrojado luz sobre la implicación directa de Begoña Gómez en la gestión de los locales. Proveedores y exempleados aseguran haber recibido pagos en efectivo de manos de la propia Begoña, en la oficina de la sauna ‘Adán’, y haberla visto llevando la contabilidad y documentación en el club ‘Castellana 180’. El contable histórico de la familia, conocido como “Pedro el Cubano”, ha relatado que el negocio giraba en torno a la prostitución, tanto masculina como femenina, y que la caja se multiplicó con la llegada de los chaperos a las saunas gays.

La pregunta que flota en el ambiente es inevitable: ¿tampoco sabía el concejal Pedro Sánchez lo que hacían su suegro y su mujer?. No faltan quienes sostienen que, al menos, fue “partícipe a título lucrativo”, ya que durante esos años Sánchez y Begoña residían en una vivienda adquirida por Sabiniano Gómez y pudieron registrar a su nombre otros inmuebles sin ingresos conocidos al margen de la actividad familiar.

El contexto social y político: grabaciones, chantajes y el eco de Villarejo

El caso adquiere tintes de thriller cuando entran en juego las famosas grabaciones del ex comisario José Manuel Villarejo, presuntamente obtenidas en las saunas de la familia Gómez, donde se habrían registrado encuentros sexuales de políticos, empresarios y periodistas con fines de extorsión. El PSOE, según informaciones publicadas en los últimos días, tuvo acceso a esas grabaciones tras la llegada de Sánchez a La Moncloa, en una operación digna de novela de espías.

El trasfondo de estas revelaciones no se limita al morbo: expone la vulnerabilidad del sistema político español ante las redes de chantaje y la dificultad de separar la vida pública y privada de sus dirigentes. El debate sobre la coherencia ética de Sánchez, la transparencia de los partidos y la responsabilidad de los líderes públicos vuelve a estar sobre la mesa, en un contexto donde los escándalos de corrupción y prostitución salpican tanto a la izquierda como a la derecha.

Un escándalo transversal y algunos datos curiosos

  • La familia Gómez gestionó al menos ocho locales en Madrid, entre ellos las saunas ‘Adán’, ‘Azul’, ‘Alameda’, ‘Cristal’, ‘Comendadoras’, ‘Pasajes’, ‘Castellana 180’ y ‘Paraíso’.
  • El local ‘Kilómetro Ochenta’, vinculado a los Gómez, fue escenario de una operación policial en 2016 contra la trata de mujeres, con condenas por coacción y proxenetismo.
  • Numerosos clientes eran rostros conocidos de la política, el periodismo y la empresa madrileña, según testimonios recabados en medios digitales.
  • En los foros especializados aún circulan reseñas de los locales, que han sido reconvertidos en hoteles o casas rurales tras el cierre de la etapa de los Gómez.

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