La mayoría parlamentaria

El Gobierno Frankenstein al borde del abismo: la prisión de Ábalos dejará a Sánchez sin opción alguna en el Congreso de los Diputados

Se masca la tragedia en Ferraz y en La Moncloa

El Gobierno Frankenstein al borde del abismo: la prisión de Ábalos dejará a Sánchez sin opción alguna en el Congreso de los Diputados
Ábalos. PD

Sólo le falta a Pedro Sánchez que lo dejen preñado.

Las luces de Moncloa y Ferraz llevan días iluminadas hasta bien entrada la noche, aunque no por motivos festivos.

La cuenta atrás ha comenzado.

Este jueves, 27 de noviembre de 2025, a las diez de la mañana, el exministro José Luis Ábalos comparecerá ante el juez Leopoldo Puente del Tribunal Supremo, quien deberá decidir si lo envía a prisión provisional a raíz de la trama de las mascarillas.

En caso de que el magistrado opte por el encarcelamiento, el Congreso de los Diputados se verá ante una situación sin precedentes: un diputado en activo, con sus funciones suspendidas, pero aferrándose a su escaño como si estuviera aferrado a una tabla en medio del naufragio político.

La inquietud que se respira en el PSOE es evidente. No solo por lo que pueda declarar Ábalos si termina tras las rejas, sino porque su ausencia dejaría al Ejecutivo sin opciones para mantener una mayoría estable en el Congreso. Junts ya se ha desmarcado del bloque de investidura, y la suma de los partidos de la derecha y del nacionalismo foral (PP, Vox y UPN) está muy cerca de alcanzar la mayoría absoluta. Así, sin el voto de Ábalos, el Gobierno queda al borde del colapso parlamentario.

El voto perdido: cómo una prisión puede decidir leyes

Las matemáticas parlamentarias en España nunca han sido tan implacables. El voto de Ábalos, que actualmente se encuentra en el Grupo Mixto tras su expulsión del PSOE pero sin renunciar al acta, ha sido crucial en varias votaciones recientes. Un caso emblemático es la Ley de Movilidad Sostenible, que logró salir adelante por un solo voto; si Ábalos no hubiera estado presente, habría sido una derrota significativa para el Gobierno.

El reglamento del Congreso es claro: un diputado que ingresa en prisión preventiva queda automáticamente suspendido de sus funciones, aunque retenga su escaño. Esto significa que no podrá votar ni participar en las comisiones, y su ausencia no se contabiliza para reducir las mayorías necesarias. Así, el Gobierno perdería un voto sin que la aritmética parlamentaria refleje esta nueva realidad.

  • Si Junts decide abstenerse, el Ejecutivo enfrentaría un empate técnico (171-171), lo que llevaría al bloqueo.
  • Si los independentistas catalanes y otros partidos menores se alinean con la derecha, sería casi seguro que el Gobierno sufriría una derrota.

No hay margen para errores ni ausencias. El Ejecutivo de Sánchez depende de cada diputado como si estuviera jugando una partida crucial de ajedrez.

Moncloa y Ferraz: el pánico y la resignación

En los corredores de Moncloa se percibe un ambiente sombrío. Fuentes socialistas admiten la seriedad del momento. «Estamos en estado de shock», revelan entre susurros mientras los estrategas buscan señales hacia los socios de investidura, desde reuniones urgentes con Junts hasta concesiones a Sumar y otros aliados. Sin embargo, hay una sensación generalizada de estar navegando a la deriva, con la sombra de una cuestión de confianza planeando sobre ellos.

En Ferraz, sede del PSOE, la consigna es clara: resistir a toda costa. «La alternativa sería catastrófica», repiten insistentemente, convencidos de que ningún aliado desea asumir la responsabilidad de entregar el poder a PP y Vox. No obstante, el temor a un «efecto dominó» es palpable. Las protestas callejeras, la presión mediática y las tensiones internas dentro del partido alimentan un clima nervioso. «Se siente como si estuviéramos al borde del abismo», comentan algunos miembros intermedios mientras otros mencionan «confabulaciones» y «tardes llenas de cuchillos largos».

Las imágenes de manifestantes frente a Ferraz gritando «¡Pedro Sánchez, a prisión!» han pasado a ser parte del paisaje sonoro de esta crisis. La dirección del PSOE ha intentado calmar los ánimos prometiendo una auditoría externa y reestructurando su ejecutiva; sin embargo, ya es demasiado tarde para evitar daños significativos.

El Gobierno Frankenstein: ¿fin del milagro aritmético?

La legislatura bajo Sánchez comenzó como un experimento arriesgado; una mezcla inestable entre minorías políticas y pactos frágiles. La prensa lo apodó «Gobierno Frankenstein» debido a la diversidad disparatada que lo sostenía. Ahora bien, la posible salida de Ábalos podría resultar ser el golpe final. Sin su voto presente, cualquier iniciativa relevante que requiera mayoría absoluta estará condenada al fracaso; no hay señales claras que indiquen que Junts, Esquerra o el PNV estén dispuestos a hacer favores gratuitos.

Las alternativas para el Gobierno pasan por navegar en aguas inciertas: negociar ley por ley y ceder todo lo posible mientras esperan que ningún diputado aliado decida romper filas en un momento crítico. Sin embargo, incluso los más optimistas dentro de Moncloa reconocen que su margen para maniobrar es escaso.

¿Una salida a la desesperada?

Se ha comenzado a hablar sobre la posibilidad de que la Mesa del Congreso modifique las mayorías requeridas debido a la falta temporal de un diputado por prisión. Sin embargo, esta opción choca con la firme oposición del PP, Vox y gran parte del cuerpo legal del Congreso; ellos argumentan que tal maniobra no está contemplada en el reglamento actual. Cualquier intento similar podría convertirse en un escándalo político y jurídico monumental que agravaría aún más esta crisis institucional.

Por ahora, el Ejecutivo confía su supervivencia a una resistencia numantina mientras espera que el Supremo decida no imponer prisión preventiva contra Ábalos. Si finalmente se dictara tal medida, las repercusiones serían devastadoras tanto dentro como fuera del Congreso; además dejarían al PSOE gravemente herido justo antes cruciales negociaciones presupuestarias.

Curiosidades y datos para el recuerdo

  • José Luis Ábalos lleva meses resistiendo su lugar en el escaño pese a las presiones internas del PSOE para renunciarlo. El acta le pertenece personalmente.
  • En caso de prisión preventiva, conservaría su escaño pero no podría cobrar ni votar.
  • El último caso donde su voto fue determinante fue durante la aprobación de la Ley de Movilidad Sostenible.
  • Algunos diputados socialistas bromean entre ellos sobre cambiarle nombre a su sala estratégica: pasarían a llamarla «Gabinete de milagros».
  • Si se produce finalmente un empate técnico en el Congreso, cabe recordar que la presidenta tiene voto decisivo solo para ciertas situaciones concretas; esto añade más tensión ante cada sesión plenaria.

La política española siempre sorprende. Cuando parece imposible encontrar algo nuevo bajo el sol político español, un simple escaño vacío puede dar un giro inesperado al rumbo legislativo; así se siente actualmente Moncloa y Ferraz ante este panorama incierto. Este jueves promete ser un día memorable… con potencial para entrar directamente en los anales parlamentarios.

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