Fernando Jáuregui – IVAS y venidas.


MADRID, 17 (OTR/PRESS)

La España cañí se enfrasca ahora en el duelo IVA sí-IVA no, en el que multitud de nuevos expertos fiscales debaten a muerte sobre las ventajas o inconvenientes de subir o no determinados tramos de este impuesto. Lo malo es que el ciudadano de a pie, y yo confieso ser tan lego en la materia como cualquier periodista no especializado que, encima, carga con una pequeña empresa/diario digital, está siendo sometido a la mayor confusión, por decir lo menos. La propia Unión Europea, para la que anteayer la subida del Impuesto sobre el Valor Añadido era una catástrofe, la recomendaba ayer como beneficiosa. Y, mientras uno de los ministros económicos asegura que la subida repercutirá sólo en un cincuenta por ciento sobre el consumidor, otro colega del Gobierno nos informa de que esta repercusión apenas será de un veinticinco por ciento.

Suficiente, como se ve, para sembrar el desconcierto en una ciudadanía a la que cada gurú de la economía le pronostica que va a pagar tanto o cuanto más por la compra de un nuevo automóvil o por el televisor de plasma para ver los nuevos programas vía TDT. Lo cierto es que, como ocurre tantas veces en esta asignatura, los cálculos exactos no existen, aunque sí existan algunos hechos incontrovertibles. Y, simplemente, no puede ser que, por ejemplo, en la sesión de control parlamentario de este miércoles, el señor Rajoy diga que las cosas del IVA en Europa van de una manera, y el señor Zapatero -que, en este caso concreto, creo que era quien llevaba la razón_ asegure que van de otra, es decir, más bien de subida que de bajada.

Conste, cuando digo esto, que para nada estoy convencido de las bondades de subir ahora un impuesto indirecto, cuando el país cuenta con casi cuatro millones y medio de parados a los que cuesta Dios y ayuda llegar a fin de mes. No me convencen los razonamientos del Gobierno, pero tampoco, debo decirlo, las réplicas, llenas de tachones y de diferentes estrategias -la de Rajoy-Montoro es una, la de la «rebelde» Esperanza Aguirre otra-, de la oposición. ¿Qué hacer? Lo de siempre: resignarse, a ver si escampa. Que esperemos que escampe, a pesar de como se está gestionando la tormenta.

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