José Cavero – Garzón, en el centro de las atenciones


MADRID, 24 (OTR/PRESS)

Algunos sospechan que el «caso Garzón» no es más que, rechazado a su condición de juez estrella, que se trata de hacer pagar al famoso juez por ese conocimiento popular nacional e internacional del que ha venido beneficiándose, y en particular, que algunos de sus propios colegas no resisten la comparación, y les gustaría «ser como Garzón». No solamente en el caso de otros jueces, sino también de algunos autodenominados sindicalistas, que han visto abiertas todas las posibilidades para atacar y hasta destruir al juez que parecía imbatible, y que peleaba en cualquier terreno de juego con parecidos éxitos. ¿Es el caso de Luciano Varela? Quienes conocen a los dos personajes, hablan de las coincidencias entre ambos magistrados y de la arbitrariedad con la que han podido ejercer su cargo en ocasiones. Pero pocos pudieron sospechar que se llegaría tan lejos como se está llegando en el «conflicto Garzón», cuando el mismísimo Felipe González ha roto su silencio para expresar su estupor con lo que se está haciendo al juez que quiso conducirle a prisión por causa del Caso Gal.

Garzón está teniendo su calvario y su ascensión a los cielos, al mismo tiempo: se ve perseguido, y al mismo tiempo apoyado como nunca pudo imaginarlo, al convertirlo en personaje estrella de una singularísima manifestación en las calles de más de una veintena de ciudades españolas que recordaron este sábado a los desaparecidos, los fusilados, los encarcelados, los torturados, los exiliados y los represaliados de la dictadura franquista. Bajo el lema Contra la impunidad del franquismo, la plataforma de mismo nombre creada por varias asociaciones de memoria histórica, familiares de víctimas y artistas como Pedro Almodóvar, Juan Diego Botto, Luis García Montero o Almudena Grandes mostró su apoyo al juez de la Audiencia Nacional tras su procesamiento por presunta prevaricación en su investigación de los crímenes de la dictadura. No es menos cierto que, también para este sábado, Falange Española convocó otra concentración en las calles de Madrid, un gesto que los organizadores del acto en apoyo a Garzón consideran «un acto de provocación más. La vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, aseguraba el viernes que «por muchas manifestaciones que haya, y que las puede haber y que nosotros respetamos», la democracia española tiene «un nivel de fortaleza que no puede ponerse en cuestión.

Entre tanto, el juez Baltasar Garzón ataca con sus propias armas, recusando al magistrado del Tribunal Supremo Luciano Varela por parcialidad y por tener interés en la causa que instruye por supuesta prevaricación en el caso de la investigación de los crímenes del franquismo. La base de esta recusación es el hecho de que Varela orientase a las dos acusaciones populares, Falange Española de las Jons y el pseudosindicato ultraderechista Manos Limpias, en la forma de presentar sus escritos de acusación contra el magistrado de la Audiencia Nacional. Los escritos, según el propio instructor, no se ceñían a los hechos e incurrían en valoraciones sobre circunstancias ajenas al proceso, por lo que les daba indicaciones y un plazo para acomodarlas a la legalidad. En ocasiones anteriores, escritos con defectos similares originaron la expulsión irrevocable del procedimiento, como ocurrió con el PP en el caso Filesa. La intervención de Varela, argumenta Garzón, «no se encuentra amparada en ningún precepto de la normativa procesal vigente, y es manifiestamente ajena a las normas esenciales del procedimiento». Su actuación es, por tanto, nula, según el escrito de recusación, que alega como causa para apartar a Varela su parcialidad y su interés indirecto en el pleito. A su vez, Falange fue expulsada el viernes del proceso, en lo que las asociaciones de víctimas consideran una operación de maquillaje. Para ello, Varela utilizó una sutileza legal, como es el plazo de presentación de un escrito, para no admitir las modificaciones que él mismo había sugerido. Pero se mantiene el proceso porque los autodenominados «sindicalistas» de Manos Limpias siguen adelante, tras modificar el escrito inicial, siguiendo los consejos del magistrado instructor. Todo raro, confuso y complejo, pero hecho posiblemente «a la mayor gloria de Garzón».

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