Manuel del Rosal: » El retrato de Dorian… Póngale usted el apellido»

Manuel del Rosal: " El retrato de Dorian… Póngale usted el apellido"

Todo exceso, así como toda renuncia, conlleva su propio castigo” Oscar Wilde, refiriéndose a su novela Dorian Grey

“La verdad no mancha los labios de quien la dice, sino la conciencia de quien la oculta” Anónimo.

El tema central de la obra de Oscar Wilde es el narcisismo, ya que Dorian posee una excesiva admiración por sí mismo y entiende que todo lo que desea tiene derecho a satisfacerlo sea cual sea su precio.

Su egoísmo, egocentrismo y egolatría le eximen de la responsabilidad de sus actos de los cuales, así como de sus decisiones, ha perdido la conciencia crítica que ha tapado con la gratificación personal que se derivan de ellos.

El cuadro va acumulando las manchas y marcas de sus perversiones, por eso Dorian lo mantiene en el sótano. Dorian se deja arrastrar por su codicia de poder a cambio de la perversión gubernamental, institucional y ética, sin saber que, en ese cuadro oculto en la oscuridad del sótano de su residencia oficial, cada acto perverso, cada mentira, cada traición, cada injusticia, cada manipulación de personas e instituciones quedan reflejados en el cuadro, escarificados y marcados en el rostro del Dorian auténtico – no del Dorian del marketing – que paso a paso, día a día, carcomen sus rostro, lo hacen más grotesco, más viejo, más cruel, más pérfido, más egoísta, más vanidoso, más grasiento. más repulsivo, más encanallado. Las arrugas son ya como surcos y cada una de ellas está provocada por cada uno de los actos perversos de Dorian. Hasta los rictus de soberbia que doblan su boca y desencajan sus ojos, han penetrado la dermis del retrato. Este, oculto en el sótano de su residencia oficial va reflejando paulatinamente todo los sucio que encierra su pecho; cada acto inmoral cada hipocresía, cada engaño, cada daño que hace a las personas y a las instituciones va desfigurando el rostro de Dorian, el verdadero rostro, el que está en el cuadro, no el que Dorian muestra brillante, impoluto y joven en público.

Dorian hay muchos en este mundo y se caracterizan por satisfacer sus ambiciones y su codicia al precio que sea, por entregarse voluptuosamente a los placeres derivados de su vileza; unos con el sexo, otros con las finanzas, otros con la política y el poder. Carecen de los escrúpulos que tenemos la mayoría de las personas y que nos impiden hacer daño a los demás, utilizarlos para fines perversos y manipularlos sin ningún pudor. La mentira, la carencia de empatía, el disimulo, la fatuidad y una patológica creencia en que ellos está por encima de los demás mortales, siempre los acompaña. Utilizan y usan cualquier medio por perverso y pervertido que sea para lograr sus propósitos sin importarles el daño que hacen. Son los Dorian Gray de siempre que tan magistralmente describió Oscar Wilde en su obra y que viven entre nosotros con otro apellido. Son los que ocultan su verdadero rostro y su verdadera alma en el cuadro que esconden en el sótano de sus viviendas, cuadro de los Dorian con el verdadero rostro en el que se van reflejando todos y cada uno de sus perversos pasos para satisfacer su egolatría, su codicia y su bárbara ambición y que Dorian oculta celosamente para que nadie conozca los entresijos de su alma.

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