OPINIÓN

Jacinto Romero Peña: «El PSOE que España necesita. Comienza el año político más largo y vital de la historia de España en lo que va de siglo (II)»

Jacinto Romero Peña: "El PSOE que España necesita. Comienza el año político más largo y vital de la historia de España en lo que va de siglo (II)"

Si el gobierno pierde las próximas elecciones nacionales, el PSOE debería ser refundado.

En el artículo anterior del mismo título que el aquí expuesto, editado en estas páginas el 11 de diciembre, hacíamos un esbozo de lo que ocurriría a muy corto plazo con nuestra Nación si el actual gobierno puede seguir en el cargo a partir de 2024. En síntesis, la España que conocemos hasta ahora dejaría de existir, en deriva hacia una República Federal construida de abajo hacia arriba, caja de grillos enloquecidos que perdería partes importantes de su territorio en el camino. Primera estación: Cataluña.

Nos queda ahora analizar la otra vertiente. Qué puede ocurrir si los números le son esquivos sin remedio posible al PSOE. Y qué puede ocurrir con los plazos de tiempo, porque en el previsible desarrollo de este ciclo electoral hay una meta volante importantísima el 28 de mayo, cuyo resultado va a condicionar de manera muy significativa el transcurso del resto del año. Veamos.

Si las elecciones municipales y autonómicas representan un claro bofetón al gobierno actual, el señor Pérez-Castejón se encontraría en una encrucijada personal acuciante. Por una parte, necesita, como ya se ha explicado hasta la saciedad, de la presidencia de la UE del segundo semestre de 2023 para levantar la imagen del ejecutivo y, sobre todo, la suya personal. Pero, por otra, le asaltaría una duda existencial insuperable. ¿Una persona tan importante que ya sabe incluso cómo va a pasar a la historia, va a convertirse en un simple Jefe de la Oposición y puede que ni eso? Aquí entraría en juego aquello de los plazos de tiempo que decíamos más arriba.

Con un runrún que de los alrededores cronológicos del Partido –como sucede ahora- pasaría a la misma plaza del pueblo, aparecería en su guardia pretoriana una legión de “yoyas” que ahora callan. Es patente que no me refiero a bofetadas ni a ningún tipo de fruto para hacer licor, sino a los consabidos “yo ya lo dije”, que surgirían a borbotones oliendo el calor de otras posibles alineaciones. Y La Mareta se convertiría en un centro de comunicaciones salpicado de idas y venidas, aunque el criterio fundamental de Pérez-Castejón a la hora de configurar soluciones se basaría siempre –con altísima probabilidad- en su interés estrictamente personal, y muy poco en el del Partido. Si coincidiesen, bien. Si no…

Y así, como quiera que el 11 y 12 de julio se reunirá en Vilna la próxima Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la OTAN, la fecha podría venir perfecta en el sentido de sustituir al actual Secretario General Jens Stoltenberg, que cesa en principio el próximo 30 de septiembre de 2023 y a quien se le alargó un año a causa de la situación actual de la guerra en Ucrania. Ya saben ustedes que el Secretario General nunca es norteamericano y que en los dos últimos turnos ha habido sendos nórdicos. Sería un buen momento para el sur de Europa. Además, es más que probable que la duración del mandato sea de siete u ocho años, es decir, el presidente se colocaría un anillo a medida en cuanto a su calendario vital. El primer y último español en el cargo, el señor Solana, lo ejerció a finales del siglo XX, por lo que ya ha llovido; y Pérez-Castejón cuenta ahora en materia de defensa colectiva con el aura de un neo-converso que acaba de entender que no sobran los ministerios de defensa. Qué quieren que les diga, suena muy bien. Ahí queda.

De producirse esta retirada, estaríamos en una reedición punto por punto de la de Felipe González en junio de 1997, en que se apagaron las luminarias de un PSOE que había estado trece años en el poder de manera ininterrumpida, después de perder las elecciones del año anterior. Ha quedado en la historia que González lo dejó voluntariamente, lo cual tiene unos visos de credibilidad absoluta, debiendo el Partido escoger aprisa y corriendo a Joaquín Almunia para que sufriera la estrepitosa derrota del año 2000, con mayoría absoluta del PP incluida, algo absolutamente impensable diez años antes. ¿Quién tomaría el PSOE ahora en estas circunstancias de cara a un cadalso político tres meses después?

Si los resultados del 28 de mayo permitiesen algún atisbo de esperanza, sea real o ficticia/propagandística, el gobierno y su presidente irían a por todas para diciembre –siempre que se confirme esta fecha-. Pero, de producirse una derrota irreversible ya en las nacionales, volveríamos a la situación anterior. Mucho señor Pérez-Castejón para no ser el único inquilino del carro del triunfo. Y ahí tendría al alcance la UE en versión Comisión Europea, donde la señora Úrsula von der Leyen termina mandato en octubre de 2024; o en versión Consejo Europeo, donde Charles Michel dejará la presidencia para diciembre de 2024.

O en NNUU, lugar geométrico de entes indeterminados donde siempre puede haber un puesto importante al amparo de António Guterres, aunque el de Secretario General próximo sea imposible por el sistema de rotaciones. Una alternativa podría ser el de asiento a la lumbre en la Organización durante los dos próximos mandatos y optar seriamente al tercero. Se fía largo pero es muy atractivo, mucho más que la insustancial presidencia de la Internacional Socialista recientemente adquirida, que solo puede jugar un papel que no llega siquiera a mínimos en las ambiciones presidenciales.

El PSOE debería entrar entonces en una especie de refundación en la que recuperase la “E” de español (la “O” podría quedarse en la alacena de la historia como un fósil del siglo XX ya que su aspiración es transversal y aquí obrero es todo el mundo). Si no, con unas elecciones recién perdidas claramente y siguiendo en las trece actuales, su destino podría ser irrelevante en unos años. Mucho más si termina de cuajar un partido jacobino (de izquierdas y que no pacte con separatistas), en el que confluirían cientos de miles de votantes de izquierdas engañados por el actual presidente cuando aquello del 95%, posiblemente el fraude electoral más gigantesco producido en lo que va de siglo por estos lares, y por otros muchos. Recuerdo que el todopoderoso Partido Socialista francés de Mitterrand y Hollande obtuvo un escuálido 5% en la primera vuelta de las presidenciales de la primavera pasada, mientras que el PASOK griego, también todopoderoso años ha, rayó el 8% en 2019. Cada uno es dueño de sus actos.

Así las cosas, puede ser el momento de Susana Díaz (“tu problema eres tú, Pedro”). ¡Cómo nos duele su silencio, señora Díaz! O de García-Page, que ha presentado de una vez por todas y con absoluta claridad, sus credenciales para ese nuevo PSOE. No creo que haya sido justo el trato que cierta prensa le ha dado por su última posición conocida. No me parece admisible criticar a fondo desde un mismo punto de partida a una persona cuando asiente con el silencio a un tema capital y pernicioso, y también con el mismo furor cuando se expresa en sentido contrario a aquel. Ecuanimidad. Sería bueno seguir en detalle las elecciones autonómicas para ver el desempeño que el señor Pérez-Castejón lleva a cabo en Castilla-La Mancha.

O el momento del mismo Patxi López, aunque su actuación en su momento durante la presidencia del Congreso –manifiestamente mejorable- y su actual y ferviente adscripción al régimen actual, le eliminarían casi de raíz. O del señor Hernando, o del mismo Tomás Gómez, a pesar de que haya expresado con claridad su intención de no volver a la política. O de cualquier otro de la nueva hornada que tenga capacidad para volver a hilar el vestido de la españolidad del Partido. O de Javier Lambán actual presidente del gobierno aragonés…

Paremos un momento para tratar de ilustrar la situación en que nos encontramos en cuanto a valores y falta de libertad en el seno del PSOE. Ni más ni menos que el presidente del gobierno de Aragón se desdice tras una presunta llamada de Madrid y reconoce en menos de 48 horas que sus palabras fueron “manifiestamente inoportunas y desafortunadas”. Todo por decir la verdad de lo que sentía. Qué habría pensado el aragonés Miguel Servet, quemado en la hoguera en 1553, uno de los adalides de la libertad de pensamiento de la época moderna por defender hasta el final sus ideas. Solo debía haberse retractado para evitar el suplicio. O Juan de Lanuza, que apostó el cuello contra Felipe II y lo perdió por mantener la posición como Justicia de Aragón, con solo 27 años y cuando llevaba tres meses en el cargo. Y no hablemos de Ramiro I o de Fernando II (el rey católico). Eran otros tiempos. No soy nadie para aconsejar pero, señor Lambán, todavía muchos se pensarían en esta España sin valores presentarse a las próximas elecciones con la mácula que se ha echado recientemente. Una dimisión a tiempo le haría ganar un inmenso prestigio para el postpartido. Y si pierde en el empeño, ¡qué más le queda por hacer después de haber presidido el gobierno de Aragón dos veces! Va a ser especialmente dura la campaña electoral para Javier Lambán, y si pierde las elecciones, será en gran medida porque los aragoneses no puedan votar a un candidato que dice palabras calificadas de esa guisa por él mismo.

Adelante. Que el gobierno nacional está muy nervioso con el año que comienza se ve no ya solo en el furor por contentar a sus socios desarmando a las instituciones y al edificio constitucional, sino también con la presunta nacionalización masiva de hasta bisnietos de españoles que un día emigraron fuera. Si he leído bien, pueden ser hasta 250.000. En el procedimiento denominado Gerrymandering, que comenzó en EEUU y se ha practicado en numerosos países, se cambian los tamaños de las circunscripciones electorales para manipular el peso de los partidos en ellas. Aquí, se cambia directamente el censo, y nadie dice nada. Estoy seguro, que el gobierno, llevado de esta filantropía encomiable, hará lo mismo con el número similar de vascos que hubo de abandonar su tierra en la época de plomo y sangre, y les permitirá votar en las elecciones autonómicas y nacionales por las circunscripciones de las que tuvieron que salir en uno de los episodios más vergonzosos e indignos de nuestra historia reciente.

En suma. Año duro e intenso. Por mi parte, espero que se resuelva con la refundación del PSOE aquí anunciada. Y si no lo logra, que quede en la irrelevancia o desaparezca dando pie a otras alternativas de la misma ideología, pero inequívocamente españolas.

Jacinto Romero Peña

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