CARTA AL DIRECTOR

Respuesta a Álvaro Van Den Brule

Respuesta a Álvaro Van Den Brule
El acozado Scheer, fondeado en Gibraltar.

POR ERROR EN LA TRANSCRIPCIÓN SE INTRODUJO EN OTRA VERSIÓN DE ESTA CARTA AL DIRECTOR UN ENLACE A UN ARTÍCULO DEL SEÑOR VAN DEN BRULE QUE NO CORRESPONDÍA. DISCULPEN LAS MOLESTIAS.

He intentado vanamente intervenir en el foro de El Confidencial dedicado al artículo de Álvaro Van Den Brule, titulado ‘El bombardeo de Almería: el día que los nazis se cebaron con los andaluces’, sobre el bombardeo de Almería por los alemanes en Mayo de 1937.

La labor por usted desplegada para evitar que sus lectores conocieran la verdad de lo ocurrido me ha producido un profundo sentimiento de indignación. Felicidades por dejarse llevar de su querencia obviamente republicana a la hora de ejercer sobre los foros la misma censura informativa que su digital condena en otros escenarios.

En cuanto al artículo en sí, es conmovedor el cuidado que Van Den Brule pone en relatar los hechos resaltando la crueldad de los alemanes y la inocencia de la España republicana en guerra. Los hechos, sin embargo, no fueron así. Sin entrar en muchos detalles que harían el relato indigerible – como el hecho de que los alemanes muertos en Ibiza (y llevados a hombros al cementerio por vecinos de la ciudad, mi padre y tios entre ellos) no estaban en el comedor en el momento del ataque (como señala Van Den Brule) sino formados en cubierta para bajar a tierra – baste saber que no fueron los «gerifaltes» (sic) nazis quienes convencieron a Hitler de no bombardear Valencia sino una apresurada delegación del Gobierno republicano que, aceptando su furia por el incidente del Deutchland en Ibiza, primero intentó evitar el bombardeo de Valencia, después la propuesta alemana de Málaga como alternativa, y finalmente llegó a proponer que se bombardeara Almería en su lugar.

Aceptada la oferta se fijó una fecha para el bombardeo, que sería el 31 de Mayo de 1937. En la noche del 30 de Mayo, vispera del bombardeo, los jefes y líderes locales republicanos sigilosamente abandonaron Almería en dirección a unas fincas que habían decomisado en Viator, Huércal y Pechina, sin advertir a la población de lo que ocurriría horas después. Los responsables de este criminal abandono serían represaliados al final de la contienda, acusados de no haber evitado la muerte y daños que el citado bombardeo produjo a la ciudad, entre ellos el incendio de los depósitos de combustible portuarios, daños a un buque surto en puerto que servía como cárcel – donde murió un familiar del arquitecto Langle, mencionado en el artículo – y daños a unos cuantos edificios de esa zona.

Conocí al arquitecto Guillermo Langle y conozco desde la infancia a sus familiares, y esta versión de los hechos ha sido cotejada, comprobada y corroborada por testigos presenciales, por lo que quien quiera que ahora – por aquello de la «Memoria Histórica» – quiera intentar tergiversarlos sólo conseguirá hacer el más espantoso de los ridículos. Es una verdadera vergüenza que, tras innumerables intentos por subir un comentario al foro, mi tesis haya sido tan arbitrariamente rechazada; primero haciéndome registrar repetidas veces mi autoría y justificar que no soy un robot, y después negándose a aceptarla bajo el subterfugio de que la página ya no admitía más textos. A la vez que le hago llegar mi más airada protesta, me reservo el derecho a publicar la totalidad de esta carta en otros medios más proclives a la honestidad informativa y al respeto por la verdad histórica.

No deja de sorprenderme lo bajo que este digital de EL CONFIDENCIAL ha caido en su pretendida defensa de la ecuanimidad informativa.

Atentamente,

M.A. de la Iglesia

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Autor

Luis Balcarce

De 2007 a 2021 fue Jefe de Redacción de Periodista Digital, uno de los diez digitales más leídos de España.

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