La verdad, en estos tiempos,
tal parece un bien escaso;
difícil dar con alguna
entre tanto bulo y fango.
Sin embargo, antiguamente,
de la Edad de Piedra hablo
hasta anteayer, nada menos,
hay algo que estaba claro:
aquél que en una mentira
hubiera sido pillado,
si bien en la transgresión
existían muchos grados,
el rostro se lo ponían
para empezar, colorado;
se le perdía el respeto
y puede que marginado
quedara para los restos
o, al menos, por un buen rato.
La hipocresía es humana;
con ese peso cargamos;
la mentira, no es que sea
un ejercicio muy sano,
pero hay que contar con ella
pues no podemos librarnos
de se nos escape alguna
o, si con ella topamos
tratar con benevolencia
a quien intentó engañarnos;
pero, hasta ahora jamás
pueblo alguno la ha aprobado.
Desde rechazo social
cuando era venial pecado
incluso, en lo casos graves,
mucho peor lo pasaron,
el mentir se tuvo siempre
por algo incivilizado.
Pensemos en la señora
que el marido la ha pescado
con otro tío en la cama
¡Me digan si no es engaño!
Pues bien si se los cargaba,
a los dos, tras por su mano
se tomase la justicia
jamás era castigado.
Más aún, se convertía
tras su honor así lavado,
en un héroe de masas
aplaudido… y envidiado
por algún cónyuge que otro
que, de cuernos bien dotado,
por mucho que le jodiera,
con otro jodía, al tanto,
prefiriera hacerse el sordo…
el ciego, el mudo y el manco.
Que en la viña del Señor
bichos raros no han faltado.
Hasta ese límite horrible
el mentir se ha rechazado.
Pues bien, ahora sucede
al revés en muchos casos:
parece que esté de moda
aquí, en los últimos años,
mentir con toda la cara
y el tío seguir tan pancho.
Me refiero a los políticos,
a quienes ocupan cargos,
a no pocos periodistas
y también a tertulianos
que opinan a troche y moche
la mayoría, iletrados
en que la gente es idiota
parecen muy confiados;
desde luego, en muchos casos
no van desencaminados.
Algunos, a más se atreven:
dicen algo y lo contrario
con lo que, seguro, mienten;
poca duda ahí han dejado.
La primera parte es grave:
a quien con tal desparpajo
se burla del personal,
también maridos burlados,
pues igualmente están siendo
cornudos y apaleados,
muchos, ni siquiera advierten
de tanto manipulados
cómo les toman el pelo
de pies a cabeza calvos
de honra, dignidad y orgullo
son totalmente afeitados.
Hasta les ríen la gracia
aunque, necios e insensatos,
no se enteran, pobrecillos,
primeros perjudicados
pues que no le mienten gratis
seguro, algo van buscando
y gracias a tanto imbécil
terminarán encontrándolo.
Voy con la segunda parte
otra que merece llanto:
con un rostro de cemento
la mentira que han soltado
se la adjudican a otros
y hasta llegan a acusarlos
de que la dijeron ellos
¡el muerto les han cargado!
Queda la tercera parte,
que esto es tragedia en tres actos.
Buena parte de inocentes
tan vilmente así tratados
no sólo no les reprochan
su indecencia, calumniados,
pues la mentira del otro
a ellos han adjudicado.
Con ese callar, otorgan
y, el terreno así abonado
se tragarán otra y otra
pues que no han escarmentado.
Moraleja, que esta historia
una terrible ha dejado:
quien se muestra agradecido
a tanto le den por saco,
no sólo a sí se traiciona
que, responsable ha quedado
del enemigo, crecido,
no pare de machacarlo;
Si fuera él sólo, diría
que estábamos encantados
pues que bien se lo merece
que bien lo muelan a palos.
Pero el problema es más gordo
que al final, pagan el pato,
los lúcidos españoles,
pocos ya que van quedando,
impotentes, sin Gobierno,
no puede así ser llamado
en la práctica, enemigo
a la nación enfrentado
un día sí, otro también
su obligación traicionado
encima, haciéndolo adrede;
¡para eso no le pagamos!
Si sumamos al desastre
sin Oposición estamos,
¿Qué nos queda? ¿Nada más
que, a la fuerza, resignarnos?
¿Es que nadie va a atreverse,
por fin, desenmascararlos?
Cuando la mentira es norma
excepción la verdad, vamos
derechitos al abismo
que acabará por tragarnos.
De mentiras y mentiras
totalmente rodeados
sólo queda una verdad
que no puede consolarnos:
Al menos, los españoles
pronto desaparezcamos
cuando aquí queden tan sólo
todos los que están llegando
ya no habremos de tragar
nos sigan poniendo a caldo
una mentira tras otra.
¡Al fin de ellas nos libramos!
