España, el basurero de criminales y yihadistas como resultado de la inmigración caótica y descontrolada…

gracias a Mohamed VI (y gracias, también, a los progres europeos)

España, el basurero de criminales y yihadistas como resultado de la inmigración caótica y descontrolada…

¿Puede un país —moderno, democrático, europeo— permitir alegremente que otro país le utilice como vertedero humano? ¿Puede un Estado soberano aceptar sin rechistar que otro le envíe reos, yihadistas, fanáticos religiosos, maleantes reincidentes y carne de prisión con sello regio y bendición alauí? Sí, si el país receptor se llama España. Y sí, si el país emisor es Marruecos. Y más aún, si todo ello cuenta con el silencio cómplice de Bruselas y la bendición de ONGs sobrefinanciadas que aplauden con las orejas cualquier invasión demográfica disfrazada de “movilidad humana”, «enriquecimiento cultural», «multiculturalismo»… «los que van a pagar las pensiones de nuestros jubilados»….

La realidad es más absurda que cualquier distopía. Mohamed VI ha soltado a 20.000 criminales —algunos condenados por terrorismo, otros por asesinato, violación o narcotráfico— y muchos de ellos ya están o estarán pronto en España. No porque sean turistas. No porque busquen trabajo. Porque el Rey de Marruecos ha decidido usar a sus súbditos más peligrosos como munición en su guerra híbrida contra España.

Y mientras tanto, ¿qué hace nuestro Gobierno? ¿Qué hacen Pedro Sánchez y sus secuaces? ¿Protestan? ¿Elevan una queja diplomática? ¿Exigen reciprocidad? No. Nos arrodillamos ante el dictador de Rabat, le financiamos los caprichos, le aplaudimos en Bruselas y hasta cambiamos nuestra política histórica sobre el Sáhara para que no nos abra la valla en Ceuta cada vez que se enfada.

Los reos liberados, el Sahel descompuesto y la frontera rota

La cosa no queda ahí. Porque si los 20.000 criminales soltados por Mohamed VI ya serían un problema, desde el Sahel llega el postre: miles de hombres jóvenes, sin documentos, sin identidad verificable, procedentes de zonas controladas por Al Qaeda o el Estado Islámico en el Gran Sáhara. Fanáticos. Radicalizados. Desertores. Mercenarios. Delincuentes comunes. Todos ellos infiltrados en los flujos migratorios que entran por Canarias o que cruzan Marruecos hasta Algeciras, Melilla, Ceuta o Motril.

Y no es paranoia. Es dato. Pulido, experto en inmigración masiva y descontrolada, lo ha dicho hasta la saciedad. Y organismos europeos como Frontex, Europol o el CNI también lo advierten: hay una guerra latente que se libra con pasaportes falsos, cayucos y subsaharianos sin identidad.

Mientras, en la televisión pública, nos enseñan niños sonrientes y madres con bebés en brazos. No verás al veinteañero sin papeles, recién llegado de Burkina Faso, con entrenamiento militar yihadista, exigiendo que le demos casa, comida, móvil y pensión.

¿Cuánto nos cuesta mantener este disparate?

Ya que el buenismo suele ser ciego, pongámosle cifras. ¿Cuánto dinero de tus impuestos se está yendo cada año en sostener esta migración descontrolada?

  • Más de 2.000 millones de euros al año en atención sanitaria, escolarización, subsidios, viviendas, alimentación, ropas, intérpretes, abogados y un larguísimo etcétera.
  • Cada menor extranjero no acompañado (MENA) cuesta entre 4.000 y 6.000 euros al mes. Sí, más que muchas pensiones.
  • ONG subvencionadas (Cruz Roja, CEAR, ACCEM y compañía): más de 300 millones de euros anuales. ¿Auditoría? ¿Evaluación de impacto? Ninguna. Si lo criticas, eres “ultra”, “racista”, «xenófobo», o “fascista”.

Y eso sin contar los gastos ocultos: saturación de servicios sociales, aumento del gasto en seguridad, aumento de la conflictividad en barrios ya vulnerables, colapso escolar en centros donde los alumnos españoles son minoría y hay que adaptar todo —idioma, religión, alimentación, disciplina— para no “ofender sensibilidades”.

¿Y se quedan aquí? Claro que sí… o se reparten por Europa

El 70% al 90% de los inmigrantes irregulares que entran en España jamás son expulsados. Algunos se quedan aquí. Otros cruzan la frontera hacia Francia, Alemania o Bélgica. Van sin documentación, pero con derechos. No se puede expulsar a nadie sin papeles que demuestre su país de origen. Así que… nos los comemos con patatas.

¿Y la UE? Agradecida. España es el muro de contención. La cloaca donde se acumula el excedente humano del Sur global. Mientras Francia cierra sus fronteras y Dinamarca deporta, aquí seguimos financiando ONGs, acolchando la ilegalidad, prohibiendo hablar de “invasión” y llamando “xenófobo” al que alza la voz.

¿Y la delincuencia? Pues claro que crece. Pero no lo digas muy alto

¿Hay vínculo entre inmigración descontrolada y delincuencia? Sí, hay. Y es directo. Basta con leer las estadísticas que el propio Ministerio del Interior publica a regañadientes:

  • 30% de los presos en cárceles españolas son extranjeros, la mayoría marroquíes.
  • En Barcelona, más del 50% de los detenidos por delitos sexuales son inmigrantes.
  • En Ceuta, el 80% de los hurtos y delitos leves los cometen menores extranjeros.
  • La fanatización yihadista en España se da, en más del 70% de los casos, entre personas de nacionalidad marroquí o de origen magrebí, según el Real Instituto Elcano.

Pero si lo dices, si lo señalas, si pides medidas… entonces eres ultraderechista, estás “criminalizando a los migrantes” y te ponen la etiqueta de “odiador profesional”.

Rabat cobra, España se hunde

Marruecos cobra más de 500 millones de euros de la Unión Europea cada año para -supuestamente- controlar sus fronteras. ¿Qué hace con ese dinero? Sencillo: chantajear. Si no le das lo que quiere —Sáhara, fondos, complicidad diplomática—, abre las compuertas. Inunda Ceuta. Dispara los cayucos. Libera a 20.000 reos.

Y mientras, en España, seguimos sin política migratoria. Seguimos sin estrategia nacional. Seguimos sin control sobre nuestras propias fronteras. Porque aquí lo importante es no “ofender” a la progresía, no incomodar al lobby de las ONGs, no contrariar al rey de Marruecos.

Conclusión: frontera rota, soberanía entregada

Somos el único país del mundo que se deja invadir sin resistencia, que paga la factura del invasor y que, además, se autocensura para no parecer antipático.

  • Nos entran criminales indultados por un rey africano.
  • Nos invaden fanáticos yihadistas camuflados como “refugiados”.
  • Mantenemos con nuestros impuestos a quien desprecia nuestras leyes y nuestra cultura.
  • Callamos cuando el problema crece. Denunciamos al que lo denuncia.

Esto no es migración. Esto no es solidaridad. Esto no es progreso. Esto es suicidio un suicidio de España como Nación, un suicidio también económico y político, promovido, fomentado, finaciado por nuestras élites y ejecutado por los enemigos de Europa.

Y mientras los burócratas de Bruselas se reparten subvenciones y los gobernantes españoles se arrodillan ante Rabat, la profecía de Gadafi retumba como una carcajada desde el otro lado del Mediterráneo:

“Europa caerá sin necesidad de disparar una sola bala. Con los vientres de nuestras mujeres la conquistaremos.”

No era una broma. Era un plan.
Y lo están ejecutando.

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