El gobierno de Rajoy, el contable, que solo creía en las cuentas públicas, y con menos sentido político que un pulpo, se rodeó de corrupción (no tanta como ahora), pero solo tenía 13 ministerios, lo que es de agradecer.
Está demostrado empíricamente que a mayor número de ministros, más ineficacia gubernamental…
¡Pero claro, hay tanta gente que enchufar, y todos quieren pisar moqueta y viajar en coche oficial, de alta gama, con director de gabinete, y director del gabinete del director del gabinete, como hemos visto recientemente en el BOE!
Vamos, lo que era un secretario particular, de toda la vida, solo que ahora no es uno, sino decenas, o cientos.
Sánchez, nada más llegar al poder, amplió los ministerios a 17, pues, repito, había mucha gente que colocar…
Pero en la siguiente remodelación del gobierno aumentó el número de ministros a 22, y él como primus inter pares, que en su caso es más como dictador máximo, y tirano en ciernes, total 23.
Y como la selección no se ha basado en buscar a personas competentes, que digo yo el PSOE tendrá algunos, sino en hacer una selección a la inversa, los más tontos del lugar, incapaces y sin formación, pero con aspecto de bípedos, tenemos un plantel de mozos y mozas, la mayoría mujeres florero, para adornar, pero que en la práctica no pintan nada.
La inútil de Vivienda es un buen ejemplo, o Pilar Alegría, la penosa representación de Aragón. (En Aragón tenemos personas mucho más inteligentes y capaces).
Quizá la representación de ese tipo de ministros activistas sea Óscar Puente, cuyo pasotismo o incompetencia –posiblemente las dos cosas-, están llevando a la Renfe, a ADIF, y a todas las empresas públicas subordinadas, a hacer el ridículo, un día sí y otro también.
Un ministro debería saber gestionar, no pasarse el día lanzando twist por las redes sociales, y haciendo oposición a la oposición.
Para eso no le pagamos el sueldo, ni todos los privilegios que su status lleva consigo, como Ministro del Reino de España, nada menos.
¡Claro que España va camino de desaparecer en el sumidero de la historia, y del Rey, no sabemos nada, salvo que está disfrutando “de sus vacaciones privadas”, obviamente en el extranjero, que no se trata de gastar su dinero –nuestro dinero- en nuestra Patria!
Pero tranquilos, que no pasa nada… El personal sigue de vacaciones, endeudándose con créditos rápidos para poder salir unos días, y aparentar que no pasa nada, o tirando del dinero de plástico, que solo es un problema cuando hay que pagarlo…
Así financiaban sus vacaciones la mayoría de los argentinos, cuando estuve allí, y hay que ver lo bien que les ha ido.
