La 'elegida' es la histérica Montse Mínguez

Sánchez intenta sobrevivir poniendo patas arriba al PSOE, lo que incluye a una mujer del PSC como Secretaria de Organización

Una 'fontanera' catalana para tiempos convulsos

Montse Mínguez (PSC)
Montse Mínguez (PSC). PD

A tenor de lo que hemos visto recientemente en las puertas del Congreso de Los Diputados y en concreto en un rifirrafe con nuestro reportero Bertrand Ndongo, la impresión es que la elegida es cualquier cosa menos sensata o serena.

En las últimas semanas, la política española se ha convertido en un auténtico tablero de ajedrez donde Pedro Sánchez, acorralado por la crisis interna y los escándalos de corrupción, ha decidido mover ficha con un golpe de efecto: una profunda remodelación en la estructura de su partido.

En el epicentro del terremoto, la elección de Montse Mínguez, dirigente del Partido de los Socialistas de Cataluña (PSC), como candidata a asumir la poderosa Secretaría de Organización del PSOE.

Un movimiento que no solo remueve las aguas internas, sino que también lanza un mensaje claro sobre la dirección que Sánchez quiere imprimir al socialismo español en uno de sus momentos más delicados.

La salida abrupta de Santos Cerdán, hasta ahora número tres del PSOE y hombre clave en la maquinaria electoral y territorial del partido, ha dejado paso a una transición dirigida por un grupo reducido y leal a Sánchez, entre quienes destaca Mínguez.

El relevo, lejos de ser anecdótico, responde a una necesidad urgente: blindar el liderazgo de Sánchez y devolver oxígeno a un partido golpeado por escándalos y tensiones territoriales.

Una ‘fontanera’ catalana para tiempos convulsos

La elección de Montse Mínguez no es casual. Nacida en Lérida y con amplia experiencia en la gestión local y parlamentaria, se ha consolidado como una figura discreta pero eficaz dentro del engranaje socialista. Su perfil técnico y su paso por la Secretaría de Trabajo y Economía Social en la Comisión Ejecutiva Federal han sido determinantes para ganarse la confianza de Ferraz.

Mínguez es reconocida por su capacidad para manejar situaciones complejas sin estridencias. En el Congreso ha defendido públicamente a compañeros salpicados por polémicas internas —como el propio Cerdán— y no ha dudado en confrontar al PP cuando ha considerado que el honor socialista estaba en juego. Ahora, su salto a la primera línea orgánica podría interpretarse como un guiño al PSC y a Salvador Illa, con quien Sánchez ha mantenido intensos contactos antes de tomar esta decisión estratégica.

La Operación Illa: apuntalar alianzas territoriales

En medio del ruido mediático, uno de los elementos menos visibles pero más relevantes ha sido el papel jugado por Salvador Illa, líder del PSC y puntal indispensable para Sánchez tras las últimas elecciones catalanas. La sintonía entre ambos dirigentes se ha reforzado en estas semanas críticas; fuentes próximas admiten que “la operación Mínguez” tiene mucho que ver con el objetivo de consolidar puentes entre Ferraz y Barcelona.

El PSC emerge así como garante de estabilidad interna para el PSOE nacional. No es casualidad que este giro coincida con los intentos del partido por preservar su marca frente al empuje independentista y ante un bloque parlamentario que se tambalea entre pactos forzados y cesiones incómodas. El ascenso de Mínguez, avalado por Illa, muestra hasta qué punto Cataluña sigue siendo clave en la estrategia de supervivencia sanchista.

Un partido al borde del colapso… o la reinvención

Los cambios llegan en medio del peor temporal para Sánchez desde su llegada a Moncloa: escándalos vinculados a contratos públicos, dimisiones forzadas y una presión creciente desde la oposición —en especial tras los movimientos del PP para obligar al presidente a comparecer regularmente en el Senado— han puesto contra las cuerdas al Gobierno.

La convocatoria urgente del Comité Federal para el próximo 5 de julio evidencia la gravedad del momento. En ese foro se espera aprobar un paquete “drástico” de reformas internas; fuentes cercanas describen la atmósfera como “de cirugía mayor”, con riesgo incluso de fractura si no se logran consensos rápidos. El propio Sánchez, según admiten quienes le rodean, está decidido a priorizar primero la recomposición interna antes que un eventual cambio en el Ejecutivo central.

El desafío: regeneración o resignación

La decisión de situar a una mujer —y además catalana— al frente de la organización socialista responde tanto a demandas históricas internas (más feminización real) como a una necesidad táctica: desactivar críticas sobre el sesgo madrileño o andaluz tradicionalmente dominante. Además, este gesto busca ofrecer una imagen renovada tras meses marcados por informaciones negativas sobre corrupción y desgaste institucional.

Sin embargo, entre los cuadros medios persiste un cierto escepticismo sobre si estos movimientos son realmente estructurales o apenas otro intento “marca Sánchez” para ganar tiempo frente a las adversidades. Algunos veteranos recuerdan con sorna cómo cada crisis orgánica acaba convertida en oportunidad para reforzar aún más el personalismo presidencialista.

No faltan quienes ironizan: “En Ferraz ya no se cambia ni una bombilla sin pasar por consulta directa con Moncloa”, resume gráficamente un dirigente territorial visiblemente resignado.

Curiosidades y datos llamativos

  • Montse Mínguez fue portavoz socialista en Lérida antes de dar el salto a Madrid; su desembarco nacional llegó tras sustituir a Marta Camps en 2015.
  • Ha sido considerada durante años “fontanera” eficaz pero poco mediática dentro del PSOE.
  • La Secretaría de Organización es uno de los puestos más sensibles: quien lo ocupa controla desde las listas electorales hasta los equilibrios territoriales.
  • El Comité Federal decisivo tendrá lugar apenas dos días antes de que Sánchez comparezca ante el Congreso para presentar medidas anti-corrupción.
  • En clave interna, varios socialistas definen este proceso como “la revolución tranquila”: muchos cambios… pero siempre bajo control sanchista.

En definitiva, mientras media España observa expectante cómo Sánchez reinventa el PSOE casi sobre la marcha —con ayuda catalana incluida— algunos viejos militantes ya bromean: “Aquí solo falta que Ferran Adrià nos rediseñe también las agrupaciones”. Lo único seguro es que este verano político será todo menos aburrido.

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