Hollywood en el Siglo de Oro, por J.C.Deus

Va a resultar que el Siglo de Oro español del XVII fue superior al Hollywood Dorado de los años cincuenta del XX en producción de comedias. El empeño de la Compañía Nacional de Teatro Clásico está recuperando título tras título de estupendas piezas de capa y espada, de enredo, de figurón, de ricos y pobres, de noviazgos divertidos y cuernos complicados, de pretendientes ridículos y jovencitas tremendas, de amores secretos y alcobas perversas, líos amorosos que parecen escritos para Cary Grant o Gary Cooper con corbata en vez de gola, textos y tramas vivitos y repletos de encanto, atractivo e ingenio cuatro siglos después.

En este trabajo tan meritorio es acompañada por la compañía valenciana Teatres de la Generalitat, que ha visitado Madrid con dos estupendos montajes de este filón -enorme en cantidad y calidad-, ‘La viuda valenciana’ de Lope de Vega, y ‘El Narciso en su opinión’ de Guillén de Castro. La primera está muy bien, y así lo reseñamos hace pocos días, pero la segunda en absoluto se queda a la zaga.

‘El Narciso en su opinión’ es una divertida parodia de los petrimetres presumidos que nunca ha faltado en cualquier época -aunque quizás pronto pasen a la historia-, del varón pagado de sí mismo, de sus cualidades y su físico, don juan de poca monta, ligón impenitente, perrillo faldero más patético cuanto más madurito. Escrita entre 1612 y 1615, ha sido considerada inicio de la «comedia de figurón» desarrollada por la segunda generación de dramaturgos barrocos con obras como ‘El lindo don Diego’ (1662), de Agustín Moreto.

Don Pedro, el padre de la joven doña Brianda, quiere casarla con uno de sus dos primos valencianos que vienen a la Corte con este motivo, pero ella ya tiene novio. Lo de siempre. Pero con habilidad, complejidad y oficio tal, que el morrocotudo y superficial enredo entre los diez personajes alcanza cimas del género. Don Gutierre es el primo presumido, y don Gonzalo el otro primo, que reconoce su inferioridad ante Gutierre para optar a la mano de Brianda, y se conforma buenamente con su hermana, menos agraciada pero más accesible, doña Mencía. En éstas, Tadeo, el criado de este ‘narciso en su opinión’ harto de amo tan tonto, lo critica sin recato ante el novio de la niña, don Gonzalo, y urde un engaño haciendo pasar a la criada de ésta, Lucía, por la hermana del novio, que finge haber quedado prendada de los encantos de Gutierre. El cuádruple enredo de pretendientes, novio, hermanas y criados da no pocas vueltas ingeniosas hasta terminar emparejando a los criados, como siempre ocurre, a los primigenios novios, y a la muchacha y el pretendiente sin ínfulas, dejando a Gutierre en compañía propia, -qué mejor para alguien enamorado de sí mismo-, en un último recurso del ingenioso guión cuando todo parece destinarle a emparejar con la doña Inés de verdad.

Este Narciso es una gran comedia, vanguardista para la época, una de las 26 que nos ha legado este valenciano, Guillén de Castro y Bellvís, que terminó trasladándose a la villa y corte, donde fallecería en 1631 tras una vida llena de mujeres, vaivenes, aceptables triunfos en vida, y fama póstuma debida sobre todo a su drama ‘Las mocedades del Cid’, y eso únicamente por haber sido retomada por Pierre Corneille en Le Cid.

El montaje de Rafael Calatayud es decididamente trasgresor en escenografía, -toda la acción se desarrolla en el vestíbulo de unos grandes almacenes tipo ‘corte inglés’, con escaparates al fondo y escaleras a los lados, con los personajes vestidos a la usanza elegante de hace un tiempo-, y contenido en el respeto a los más de tres mil ingeniosos versos que forman el texto de la obra. Opina Calatayud que ‘nunca se escribió tanto pensando en el público como en el Siglo de Oro. Los grandes autores retrataban sin pudor todo tipo de acontecimientos sociales que tuvieran que ver con la plebe, la corte y la nobleza. En sus comedias, la ironía, el sarcasmo y el buen humor siempre estuvieron presentes. Sus obras estaban repletas de grandes situaciones tan ridículas como cómicas, todo estaba pensado para que ese público hambriento de emociones se identificara con los personajes representados’,’ y con ello parece describir ese ‘hollywood’ de nuestro siglo de oro al que hemos comenzado haciendo mención.

Sin embargo, la primera impresión levantarse el telón tras es confusa, y uno teme estar ante ese exceso hortera que se atribuye a los artistas falleros. Pero enseguida la obra se encarrilla, los problemas de audición del verso se superan, y todo funcionará como un reloj hasta el final. Buen reparto colectiva e individualmente, como ocurre siempre que destacan los actores secundarios, y así lo hacen Enrique Juezas, Juansa Lloret y hasta Carlos Amador como el histriónico y socorrido botones, así como Esther Vallés, Laura Useleti y Victoria Salvador.

‘Me pareció una comedia divertida, ágil y tremendamente simple, -dice el director de la pieza-, una comedia ingenua con un claro mensaje final: no hay que crearse expectativas porque puede ser que nada de lo que tu desees se cumpla; y con esto me refiero a Don Pedro y a Don Gutierre, el gran patriarca y el figurón’. Confiesa que nunca antes había trabajado el verso ni tampoco había montado ningún autor del Siglo de Oro. Después de hacerlo tan bien, suponemos que repetirá. ‘Intento hacer disfrutar al público. Este es siempre mi objetivo, no tengo otro’. Pues el teatro lleno, aplaudió gozoso. Objetivo cumplido.

El Narciso en su opinión
de Guillén de Castro
Compañía Invitada: Teatres de la Generalitat
Adaptación: Juli Leal
Dirección escénica: Rafael Calatayud
10 – 24 de enero de 2010
Teatro Pavón (C/ Embajadores, 9)

REPARTO (por orden de intervención)
Don Gutierre: Manolo Ochoa
Tadeo: Xavo Giménez
Don Gonzalo: Enrique Juezas
Doña Brianda: Mª José Peris
Lucía: Esther Vallés
El marqués: Juli Disla
Don Pedro: Juansa Lloret
Doña Mencía: Laura Useleti
Doña Inés: Victoria Salvador
Paje, criado, escudero: Carlos Amador

EQUIPO
Adaptación: Juli Leal
Dirección escénica: Rafael Calatayud
Diseño escenografía: Paco Azorín
Diseño y realización de vestuario: Pascual Peris
Diseño de iluminación: Miquel Llop
Asesor de verso: Gabriel Garbisu
Ayudante de dirección: Victoria Salvador
Banda sonora: Víctor Lucas, Francis J.
Imagen: Eusebio López
Caracterización: Inma Fuentes
Fotografía: Vicente A. Jiménez
Realización escenografía: Odeón Decorados

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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