Pedro Berruguete. 2

Por José María Arévalo

(“Cristo Salvator Mundi” (Museo diocesano de Palencia) (*)

En nuestro artículo anterior “Pedro Berruguete en El Prado”, recogíamos la información del primer pintor renacentista español que la web del Museo del Prado ofrece, y que vimos cuando preparamos el artículo sobre la exposición de este verano “Fra Angelico y los inicios del Renacimiento en Florencia”, que incluye varias obras de Pedro Berruguete. Ahora vamos a completarlo con más biografía y obras fuera del Prado, de las que hemos conseguido en la nube imágenes para ilustrarlo.

Recordaba yo perfectamente la gran Exposición retrospectiva de Pedro Berruguete que se celebró en la Iglesia de Santa Eulalia de Paredes de Nava, tanto que busqué en este blog mi artículo sobre ella, convencido de que lo había publicado, pero este blog lo empezamos en 2007 y la exposición –compruebo en la red- fue en 2003, primero hasta el 8 de junio y después reabierta hasta el 14 de septiembre por el gran éxito de público, más de 95.000 visitantes en su primera fase. Se celebro con motivo del quinto centenario de la muerte del pintor paredeño y de ella puede verse una buena descripción -aunque con fotos en blanco y negro- en archivoespañoldearte.revistas.csic.es/index.php/aea/article/download/272/268

Pedro Berruguete nació en la villa palentina de Paredes de Nava y sus primeras obras delatan su origen castellano y su adscripción a los modos gotizantes que predominaban en el arte de la época. Su aprendizaje artístico es bastante desconocido aunque probablemente se formó en Salamanca con Fernando Gallego uno de nuestros más importantes “primitivos castellanos”. También plantea muchas incógnitas su viaje a Italia para trabajar en el Palacio ducal de Urbino, donde habría coincidido con el flamenco Joos van Wassenhove (Justo de Gante).

( Exposición retrospectiva de Pedro Berruguete que se celebró, en 2003, en la Iglesia de Santa Eulalia de Paredes de Nava) (*)

El testimonio más antiguo de la presencia de un pintor español en la corte de Urbino, además del citado documento de 1477, se encuentra en la obra de Pablo de Céspedes, que en su Discurso de la comparación de la antigua y moderna pintura y escultura, escrito en Córdoba en 1604, establece una clara diferencia entre «Berruguete el viejo, padre de Berruguete» y el «otro español que en el palacio de Urbino, en un camarino del duque, pinto unas cabezas a manera de retratos de hombres famosos, buenas a maravilla». Después de su presunta estancia italiana, Berruguete habría regresado a Castilla, donde encontró una buena clientela en el estamento eclesiástico, centrando su producción en pinturas para retablos.

Lo cierto es que en 1478 Pedro Berruguete contrajo matrimonio en Paredes de Nava, fechándose en ese mismo año sus tablas de Santa María del Campo.

( “La Oración del Huerto” (Catedral de Ávila) (*)

Según Ceán Bermúdez Berruguete aparece documentado en Toledo en 1483, donde decora los muros de la Capilla del sagrario viejo de la Catedral primada, aunque la documentación subsistente remite más bien al año 1493. Tras la que habría sido una primera estancia toledana habría vuelto a su población natal y ejecutado el retablo de Santa Ana y la Virgen (1485-1488). En esta fecha habría vuelto a Toledo y, tras un periodo de silencio documental, se le vuelve a encontrar allí en 1494. Por encargo del inquisidor Tomás de Torquemada, realizó el retablo mayor del Monasterio de Santo Tomás de Ávila –cuyos cuadros, hoy en el Museo del Prado, vimos en el artículo anterior- .

Existe la posibilidad de que el pintor trabajase al servicio de Isabel la Católica. Uno de los encargos reales sería el San Juan Evantelista en Patmos, que Berruguete entregó el 3 de mayo de 1499 en el antiguo Alcázar de Madrid y que hoy se conserva en la Capilla Real de Granada.

( “San Juan en Patmos”de Pedro Berruguete en la Capilla Real de Granada) (*)

Hacia 1500 trabajó para el desaparecido Hospital de la Latina de Madrid, a petición de Beatriz Galindo, fundadora de esta institución y preceptora de la reina Isabel. Una de sus obras más logradas, La Virgen con el Niño en un trono, presidió la capilla del citado hospital hasta su demolición en 1906, para después ser trasladada al Museo de Historia de Madrid (actualmente en el Museo del Prado. Con la foto de este cuadro encabezábamos el artículo anterior “Pedro Berruguete en El Prado!)

Su última etapa transcurrió en su localidad natal, Paredes de Nava, donde pintó obras como el parcialmente desaparecido retablo de Guaza de 1501. En su pintura destaca la influencia del Renacimiento italiano, en el hecho de querer enmarcar las figuras y las acciones en el espacio, mediante la utilización de la luz y la perspectiva, aunque a veces no bien resuelta. De vuelta a Castilla, habría perdido el interés por el detalle y sus figuras se vuelven más sobrias, quizá como adaptación de su estilo a los gustos más arcaicos de sus comitententes.

( “Piedad” del Museo Nacional de Escultura, Valladolid), 1480) (*)

OBRA
– Primera etapa (entre 1470 y 1471): Verificación de la cruz de Cristo de la iglesia de San Juan de Paredes de Nava o la Adoración de los magos de la colección Várez Fisa.

– Segunda etapa y supuesto viaje de aprendizaje en Italia (1471-1483). No se conservan demasiados testimonios de la obra de Berruguete en esta época, y los que existen son controvertidos en cuanto a autoría. Destaca sobre todo el Retrato de Federico de Montefeltro y su hijo Guidobaldo (Galería de las Marcas, Palacio Ducal de Urbino), excelente y original muestra de retrato «de aparato» en un interior; y la serie de Hombres Ilustres, repartida entre varios museos, entre ellos el Louvre. Esta estancia italiana se habría visto interrumpida por un viaje de retorno a Paredes de Nava en 1478 para contraer matrimonio, regresando luego a Italia.

– Tercera etapa (1483-1503) de creación en Castilla. En este momento adapta el estilo que aprendió en Italia a los gustos de la clientela castellana, más conservadora y apegada a las maneras del gótico.

(«Rey David» de Pedro Berruguete del Retablo mayor de la iglesia de Santa Eulalia de Paredes de Nava) (*)

Su obra maestra son unas pinturas representando a los Reyes de Judá, en el retablo mayor de la iglesia de Santa Eulalia de Paredes de Nava, donde a pesar de recurrir a elementos arcaizantes (composición frontal, fondo dorado), logra una galería de retratos de intenso verismo. Destacan en la serie el Rey David, de penetrante mirada, el Rey Salomón y el Rey Ezequías.

Muchas de sus mejores obras de esta y otras etapas se pueden ver en diferentes localidades de la provincia de Palencia, como La adoración de los Reyes y La Anunciación, conservadas en el Museo parroquial de Santa María de Becerril de Campos, Los pretendientes de la Virgen y La Crucifixión que se guardan en el Museo Diocesano de Palencia, o La lamentación sobre el cuerpo de Cristo de la catedral de Palencia.

(“El profeta Ezequiel”, del Museo diocesano de Palencia) (*)

En la iglesia de la Asunción de Santa María del Campo (Burgos) se conservan dos obras importantes de este periodo: Decapitación del Bautista y Bautismo de Cristo, que formaron parte de un retablo de la vida del Bautista, datadas entre 1483 y 1485, siendo unas de las primeras obras de esta tercera etapa castellana. Las innovaciones en composición y perspectiva traídas de Italia se hacen evidentes en estas dos obras. En la Decapitación, utiliza como fondo una arquitectura inspirada en lo que hacía Francesco Laurana en ese momento en Urbino.

La Anunciación de la Cartuja de Miraflores destaca por el detallismo en los objetos y el interesante juego de perspectivas, que crea una perfecta ilusión espacial. En todas estas obras las figuras aparecen muy individualizadas, y el dominio del espacio, la perspectiva y la composición se enriquece con un certero sentido del dibujo y una sabia utilización del color.

Su último encargo fue el retablo mayor de la catedral de Ávila, que no pudo concluir debido a su muerte. Pintó para esta obra, de aparatosa arquitectura tardogótica, varias tablas con historias de la vida de Cristo para el cuerpo del retablo, y figuras de patriarcas destinadas a la predela. En estas pinturas, quizá por deseo de los comitentes, se ajusta a los esquemas gotizantes que imperaban en Castilla en ese momento, utilizando el fondo de oro y composiciones algo rígidas. Las figuras son de un canon más robusto y monumental que en obras anteriores, quizá con el fin de que destacaran en la lejanía de la capilla mayor. La muerte del maestro hizo que el retablo fuera concluido por Juan de Borgoña.

«SANTA ELENA BUSCANDO LA CRUZ» Y «VERIFICACIÓN DE LA CRUZ DE CRISTO» (1470 – 1475) EN EL MUSEO PARROQUIAL DE SANTA EULALIA:

Probablemente estas tablas, restos pertenecientes del retablo de Santa Elena de Paredes de Nava, fueron realizados por Berruguete antes de marcharse a Italia. La identidad de estilo que muestran respecto a las que realizaría después, descartan que pudieran ser obra de alguien que no fuera él. Más aún, lo temprano de su fecha de ejecución hace imposible que se piense que se debe a un discípulo de menor calidad, que debería haberlas hecho mucho más tarde. Además, en todas las tablas que se conservan de este conjunto, se percibe los mismos tipos humanos que se encuentran en producciones posteriores, idéntico gusto por los ricos vestidos a la moda y la presencia del oro. Son tablas de un Berruguete que carecía en esos años de aquello que en su arte constituye la aportación italiana: el dominio del espacio, de la anatomía, de la composición y variedad y naturalidad mayores en el gesto y en las actitudes de sus personajes.

( “Dos de los Cuatro Evangelistas” de Pedro Berruguete ) (*)

LOS CUATRO EVANGELISTAS

Las cuatro tablas pertenecían al mismo conjunto que las tablas de Santa Elena y el Hallazgo de la Vera Cruz. Los cuatro evangelistas aparecen acompañados de su símbolo iconográfico, formando tetramorfo: San Juan con el águila, San Marcos con el león, San Lucas con el toro, y San Mateo con el ángel. En estas tablas se puede apreciar la influencia de la escuela hispano-flamenca en la primera obra del pintor paredeño, dado que esa corriente artística estaba en boga en Castilla en el siglo XV. Son sus primeras obras conocidas antes de partir a Italia, y por tanto aquellas novedades de estilo renacentista no se aprecian aún, pero ya son buena muestra de la gran calidad del pintor.


( Retablo mayor de la iglesia de Santa Eulalia de Paredes de Nava, pinturas de Pedro Berruguete) (*)

RETABLO DEL ALTAR MAYOR EN LA IGLESIA DE SANTA EULALIA DE PAREDES DE NAVA

La obra más importante de esta iglesia es su retablo mayor. Fue encargado en 1561 bajo la advocación de Nra. Sra. de la Asunción, después de la ampliación renacentista de la cabecera y en sustitución del retablo anterior gótico de proporciones reducidas para el nuevo ábside. Fue encargado a dos de los más destacados escultores de la escuela renacentista castellana: Inocencio Berruguete, sobrino de Alonso Berruguete, nacido en Paredes de Nava, y Esteban Jordán, cuñado de Inocencio.

Ellos diseñan el retablo actual al gusto de la época, de estilo renacentista, pero teniendo en cuenta que van a reutilizar para su retablo las doce tablas al óleo del retablo gótico que retiran, realizadas en 1490 por el insigne pintor paredeño Pedro Berruguete. Por lo tanto, las tablas de pintura están realizadas sesenta años antes para otro retablo distinto al que hoy las contiene.

Las tallas en madera policromada de este retablo representan los siguientes episodios: en la calle central y en su primer cuerpo, el Martirio de Santa Eulalia junto a sus sayones, patrona de esta iglesia; en el siguiente cuerpo, San Pedro, a la izquierda con las llaves, y San Pablo, a la derecha con la espada; estas tres, obras de Esteban Jordán. El último cuerpo del retablo está ocupado por su antigua patrona, la Virgen de la Asunción, obra de Inocencio Berruguete. Y en el remate se puede contemplar un Calvario muy original, ya que aparece Cristo acompañado de los dos ladrones y se trata de una obra atribuida a la escuela del genial escultor del renacimiento Alonso Berruguete.

( “Reyes de Israel”de Pedro Berruguete, del Retablo mayor de la iglesia de Santa Eulalia de Paredes de Nava) (*)

Pero lo más conocido de este retablo son sus doce tablas al óleo, las que se reutilizaron del retablo anterior. Su autor, Pedro Berruguete, es considerado uno de los pilares centrales de la Historia del Arte en España por ser el primer pintor renacentista del Reino de Castilla.

Cabe indicar que las doce tablas cuentan con un importante valor añadido. No sólo poseen valor artístico como obra maestra de Pedro Berruguete y de todo el arte español, por ser considerada una de las primeras obras renacentistas, sino que también poseen un significativo valor histórico como documento gráfico de una época de la cual no nos queda otro tipo de información visual. Pedro Berruguete nos narra episodios que suceden en un momento determinado, pero se inspira en personajes, costumbres, arquitecturas y modas del vestir propias de su tiempo, de finales del siglo XV. El Rey Ezequías, por ejemplo, está representado como un caballero noble castellano de la época en la que vivió el pintor. Y las damas que acompañan a la Virgen en la tabla de Los pretendientes, realizan labores de costura sentadas sobre almohadones que apoyan en una gloria -primitiva calefacción castellana de origen romano-, siendo una costumbre típica por estas tierras incluso en la actualidad.

Pero, también hay que hablar del relato catequético que Pedro Berruguete quiso transmitir con sus tablas. Los reyes y profetas del pueblo de Israel forman parte de la predela y son base de un programa iconográfico que pretende establecer concordancias bíblicas.

(«Anunciación» de Pedro Berruguete, del Retablo mayor de la iglesia de Santa Eulalia ) (*)

Pedro, basándose en el relato apócrifo del protoevangelio de Santiago, comienza el relato por San Joaquín y Santa Ana, los que dice que fueron los padres de María; dos ancianos que no habían podido tener descendencia y que imploraban a Dios piedad. El Ángel del Señor responde ante su plegaria, anunciando que Dios les concederá tener una niña de la que nacerá el Mesías. Continuaría este relato -en el retablo original- con la talla de Alejo de Vahía del Abrazo de San Joaquín y Santa Ana, que se puede ver en el museo. La siguiente escena es el momento del Nacimiento de María, en la que se muestra una escena familiar en el momento del parto -saltándose los cánones de su época-. Continua el relato con el momento de la Presentación de los pretendientes, en que María elegiría con quién se quería desposar. De aquí enlaza Pedro con los Evangelios, en el acontecimiento de La Anunciación, cuando el Ángel del Señor anuncia a María que ha sido elegida para ser Madre del Mesías; magistralmente nos muestra Pedro a Dios Padre enviando al Espíritu Santo para encarnar al Hijo, como pocos autores han representado esta escena con tanto contenido teológico. Concluye el relato con el Nacimiento del Mesías, en el que a los pies del Niño Dios, como piedra angular de nuestra fe, nos deja escrito: “¡Señor mío y Dios mío!”. Y sosteniendo este relato, sosteniendo la esperanza de aquellos dos ancianos que anhelaban el don de la vida, que traería el Mesías esperado por el pueblo de Israel, nos sitúa a los primeros Reyes y Profetas de Israel, comenzando por el Rey David, a quien Dios prometió que de su descendencia nacería el Mesías Salvador. Pedro Berruguete fue todo un maestro en el arte del espacio y del retrato, pero también un gran catequista.

( “Salvator mundi”de Guaza de Campos (Palencia), 1501) (*)

SALVATOR MUNDI DE GUAZA DE CAMPOS (PALENCIA), 1501

Pedro Berruguete, figura fundamental en el tránsito de la pintura gótica hispano-flamenca al Renacimiento en Castilla, pintó este Cristo, Salvator Mundi, en 1501, para el banco o “predela” del retablo de Guaza de Campos (Palencia). Sobre un fondo dorado y dispuesto detrás de una ventana fingida, la figura de Cristo resucitado, con el cuerpo en parte desnudo, cubierto con un manto real rojo, y mostrando las heridas de su Pasión, aparece triunfante sobre la Muerte. Con su mano derecha bendice y con la izquierda sostiene un orbe que simboliza el Mundo, al que vino a salvar. Su rostro de serena belleza transmite contenida emoción.


(*) Para ver las fotos que ilustran este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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