Visualiza un cielo nocturno en Hawái iluminado por un rojo vibrante, como si Papá Noel hubiera decidido reemplazar sus renos por dragones de fuego.
El volcán Kilauea, ese inquieto gigante de la isla Grande, hizo su aparición en la víspera de Navidad con un show que dejó a científicos y turistas asombrados.
Precisamente a las 20:10 hora local del martes 23 de diciembre –las 9:10 de la mañana del miércoles en España–, comenzó el episodio eruptivo número 39, coincidiendo con el primer aniversario de una fase activa que no se había visto en casi cuatro décadas.
No se trata de una erupción cualquiera.
Las fuentes de lava alcanzaron alturas de hasta 430 metros, superando notablemente la famosa Torre Eiffel (324 metros), y algunos picos llegaron a rozar los 425 metros según mediciones precisas.
El Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), que observa al volcán con gran atención, registró un volumen impresionante: alrededor de 10 millones de metros cúbicos de lava expulsados durante más de cinco horas.
Ken Hon, el científico principal del Observatorio Vulcanológico de Hawái, fue claro: «Es, sin duda, lo más impresionante que he presenciado en mi vida en términos del vulcanismo hawaiano».
Y no es para menos: el magma, atrapado en estrechos conductos, libera gases bajo presión y genera estas columnas ardientes que toman formas sorprendentes, como enormes corazones capturados por drones.
Kilauea showing off for Xmas 🌋 🎄 https://t.co/fzXrwNviJi
— Derf (@derftron) December 25, 2025
Un volcán con ritmo propio y récords quebrantados
Kilauea, uno de los volcanes más jóvenes y activos del mundo, sigue sorprendiendo desde que comenzó esta erupción episódica el 23 de diciembre de 2024. Situado en el Parque Nacional de los Volcanes de Hawái, a unos 320 kilómetros al sur de Honolulu, ha protagonizado ya 39 episodios en un solo año. Cada uno dura un día o menos, intercalándose con pausas mientras el magma se acumula en reservorios superficiales, inflando la cumbre como si fuera un globo antes de desinflarse con fuerza eruptiva.
Esta fase ha batido récords: las fuentes de lava más altas jamás registradas en su historia reciente, el mayor volumen expulsado y la tasa más elevada de emisión, con picos que alcanzaron hasta 920 metros cúbicos por segundo durante episodios anteriores como el 38 en noviembre. Imagínate eso: lava fluyendo a una velocidad comparable a la de un río desbordado, creando una cuña con más de 60 metros de grosor sobre el lago de lava en el cráter Halemaʻumaʻu. Además, ha generado depósitos de tefra –cenizas y fragmentos volcánicos– que alcanzan hasta 43 metros, dando forma a un nuevo puʻu (colina) al suroeste del cráter principal.
El USGS monitorea este baile entre inflación y deflación con precisión milimétrica mediante sensores que anticipan los próximos espectáculos. En noviembre pasado, el parque recibió a 157.000 visitantes, un incremento del 43% respecto al año anterior, atraídos por este circo natural. Las imágenes transmitidas en vivo desde cámaras fijas y drones muestran cómo el rojo incandescente ilumina la noche, visible desde varios puntos alrededor del borde de la caldera.
Gases traicioneros y atención a la salud
Sin embargo, no todo es fuego y maravilla. Durante estos episodios, Kilauea emite toneladas de dióxido de azufre, que se transforma en la atmósfera generando vog –un smog volcánico que podría sonar como un villano sacado de cómic pero irrita ojos y pulmones–. Dependiendo del viento, puede causar problemas respiratorios especialmente cuando las concentraciones son altas. Las autoridades advierten sobre mantener distancia y consultar las zonas seguras. También se manifiesta el “cabello de Pele”, finas hebras de vidrio volcánico que pueden viajar hasta 15 kilómetros como confeti mortal emanado por la diosa hawaiana del fuego.
Afortunadamente, la erupción se mantiene dentro del cráter sin representar peligro para viviendas o carreteras cercanas. El USGS ha elevado el código aeronáutico a rojo –prohibido volar cerca– pero el parque permanece abierto con ciertas restricciones. Esta regularidad es un sueño para los vulcanólogos: el último ciclo similar ocurrió hace cuatro décadas y proporciona datos valiosos sobre cómo opera un volcán escudo, esos gigantes formadores basálticos que crean las islas hawaianas.
Kilauea comparte su hogar insular con el majestuoso Mauna Loa, conocido como el volcán más grande del mundo; sin embargo, eclipsa a su vecino por su actividad constante. Desde 1983 ha estado erupcionando casi sin parar atrayendo helicópteros repletos turistas deseosos por observar ese rojo brillante desde las alturas. En esta erupción navideña, los respiraderos norte y sur compitieron: el sur alcanzó su punto máximo a las 21:30 hora local con chorros que llegaron hasta los 270 metros mientras que el norte también mostró su poderío.
Para poner todo esto en perspectiva, aquí tienes una tabla comparativa sobre las alturas alcanzadas durante episodios clave:
| Episodio | Altura máxima (metros) | Duración aproximada | Volumen estimado (millones m³) |
|---|---|---|---|
| 38 (noviembre) | 300-381 | ~1 día | No especificado |
| 39 (23 dic) | 430 (récord) | >5 horas | 10 |
| Torre Eiffel (ref.) | 324 | – | – |
Esta erupción no solo establece nuevos récords técnicos sino también dibuja formas efímeras: corazones ardientes y columnas desafiantes como rascacielos desafiando las leyes físicas. El magma asciende por tubos angostos liberando gases como un géiser supersónico antes caer formando nuevos paisajes.
Anecdotas e curiosidades que despiertan la imaginación
¿Sabías que Kilauea debe su nombre a “mucho que se expande”, perfecto para este volcán siempre activo? En 1924 tuvo lugar una erupción masiva que expulsó gases tóxicos provocando la evacuación del parque durante meses; hoy es un imán turístico innegable. Ken Hon ha sido testigo durante décadas pero admite que este año le dejó sin aliento.
Una curiosidad hawaiana destaca: se dice que la diosa Pele, guardiana del fuego, reside en Halemaʻumaʻu. Los nativos creen que sus danzas causan erupciones; si encuentras “cabello de Pele”, sería su pelo suelto flotante. En 2018 una erupción destruyó hasta 700 hogares; sin embargo esta fase actual es mucho más “civilizada”, confinada al parque.
Otro dato interesante: este episodio comenzó justo en su aniversario; como si Kilauea tuviera marcado el calendario. Turistas capturaron imágenes “corazones ardientes” desde drones voladores volviéndose virales en redes sociales. Además en noviembre se logró atraer a 157.000 visitantes superando todas las expectativas pese al vog presente.
Finalmente imagina ese silencio tras una erupción: nuevamente la cumbre se infla preparando lo inevitable del episodio número 40. Kilauea no avisa; simplemente entra en erupción recordándonos que nuestro planeta sigue vivo y palpitante bajo nuestros pies.
