El 2025 arrancó con sorpresa para miles de conductores de la capital: Madrid vuelve a abrir sus calles a los coches sin etiqueta ambiental.
Sí, esos vehículos que, según la normativa de la DGT, forman parte de la temida categoría «A« — que no existe formalmente pero se usa coloquialmente para determinar a los más contaminantes y antiguos— han recibido una especie de indulto temporal.
Pero no nos engañemos: esta decisión no ha pasado desapercibida ni para los ecologistas ni para los amantes del motor.
El Ayuntamiento, liderado por José Luis Martínez-Almeida, ha optado por conceder una moratoria a las sanciones.
Hasta el 31 de diciembre de 2025, estos coches podrán seguir circulando por la mayoría de las calles madrileñas sin miedo a ser multados. Eso sí, quienes infrinjan la norma recibirán una carta informativa en vez del temido papelito amarillo con multa incluida.
Esta decisión llega tras meses de bronca política y promesas cruzadas.
Almeida asegura que los «buenos resultados en calidad del aire durante 2024» han permitido este gesto conciliador hacia quienes aún no han podido renovar su vehículo. Sin embargo, desde la oposición y algunos colectivos científicos advierten: el respiro puede salir caro si retrocedemos en la lucha contra la contaminación.
¿Quién puede circular y quién no? Las reglas (y sus excepciones)
Aunque parezca que Madrid ha abierto la veda total, lo cierto es que existen importantes matices:
- Los coches sin etiqueta podrán circular sin sanción hasta fin de año, pero no accederán a zonas especialmente protegidas como Madrid Central o Plaza Elíptica, donde las multas siguen vigentes desde el primer día de 2025.
- Si el coche está matriculado fuera de Madrid, también podrá circular salvo en esas zonas restringidas.
- Hay excepciones para vehículos adaptados a personas con movilidad reducida, históricos, de emergencia o fuerzas armadas.
- Autónomos mayores de 59 años con flotas pesadas «A», personas con tratamientos hospitalarios urgentes o quienes hayan comprado un coche nuevo ecológico pero aún no lo han recibido también cuentan con permiso excepcional.
¿Y qué ocurre si te pilla una cámara? Tranquilidad: hasta enero de 2026 solo recibirás un aviso en casa recordándote que tu coche pronto será un proscrito urbano. A partir del año próximo, las sanciones serán generalizadas y la capital espera cerrar definitivamente el capítulo de los «vehículos A».
El trasfondo: salud pública, ciencia y cambio climático
¿Por qué tanto revuelo con las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE)? La respuesta es sencilla y contundente: la contaminación mata. Según estudios recientes, respirar aire cargado de dióxido de nitrógeno (NO₂) y partículas finas (PM10 y PM2,5) dispara los casos de asma, alergias e incluso varios tipos de cáncer. La Organización Mundial de la Salud advierte que cumplir sus límites supondría evitar hasta un 11% de los ingresos hospitalarios atribuibles a estos contaminantes en España cada año.
La situación se complica con el cambio climático: los bloqueos anticiclónicos (esas semanas eternas sin viento ni lluvia) agravan el problema en ciudades como Madrid. Menos dispersión significa más polución acumulada… y más riesgos para todos.
Las ZBE surgieron precisamente para frenar estos efectos nocivos. Desde su implantación en 2022, Madrid ha logrado reducir «drásticamente» los niveles medios de NO₂ en muchas zonas céntricas. No obstante, la nueva prórroga genera dudas sobre si será posible cumplir con los exigentes límites europeos para 2030.
Almeida entre promesas y reproches
El alcalde Almeida se enfrenta ahora al difícil equilibrio entre las demandas sociales —especialmente entre quienes no pueden permitirse cambiar de coche— y las exigencias medioambientales europeas. Tras una legislatura marcada por idas y venidas en materia ecológica (y alguna que otra bronca memorable en el pleno municipal), esta moratoria busca ganar tiempo antes del cierre definitivo a partir del 1 de enero de 2026.
Mientras tanto, sectores críticos recuerdan que las ciudades españolas tienen margen para aplicar medidas más ambiciosas siguiendo las recomendaciones científicas: menos tráfico privado, más transporte público limpio y mejores infraestructuras para caminar o pedalear. La pregunta es si este año extra servirá para acelerar esa transición… o será solo un parche temporal.
Curiosidades científicas sobre contaminación urbana
Más allá del ruido mediático y político, el mundo científico guarda anécdotas asombrosas sobre cómo afecta realmente la contaminación urbana:
- ¿Sabías que tras unos días sin tráfico intenso —como ocurrió durante el confinamiento por COVID-19— se detectó un descenso inmediato del NO₂ medido por satélite sobre Madrid? El aire limpio llegó tan rápido como se vaciaron las calles.
- El dióxido de nitrógeno no solo agrava enfermedades pulmonares; puede alterar el crecimiento cerebral infantil según algunos estudios recientes.
- La contaminación atmosférica está relacionada también con problemas cognitivos en adultos mayores e incluso con el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas.
- Las partículas ultrafinas pueden viajar desde los pulmones hasta el torrente sanguíneo… ¡e incluso llegar al cerebro!
- Un dato curioso: Madrid cuenta con más estaciones automáticas de medición ambiental que muchas otras capitales europeas. Gracias a ellas sabemos al minuto cómo respira la ciudad.
Y una última anécdota digna del mejor trivial: existe un protocolo internacional bautizado como “el protocolo del paraguas”. Consiste en comparar días lluviosos y soleados para ver cómo varía el nivel real de contaminación… ¡y sí, cuando llueve respiramos mejor!
En definitiva, este año extra para los coches sin etiqueta será un auténtico laboratorio social donde ciencia, política y convivencia urbana se medirán cara a cara. Veremos si Madrid consigue mantener el aire limpio… o si tendremos que volver al temido “boina” marrón sobre nuestras cabezas.
