Las hembras hoolock paren una vez cada cuatro años y solo a una cría

Ternura salvaje: emociona ver a esta cría de gibón abrazando a su madre

De los pingüinos monógamos a las madres elefante protectoras: un viaje por las expresiones más tiernas del amor animal

Una cría de gibón hoolock de aproximadamente un mes de edad captada por las cámaras de la Reserva Natural de los Montes Gaoligong, en el sur de China.

En las imágenes se aprecia cómo se acurruca sobre su madre, siendo un «espectáculo raro», explica el canal de televisión CGTN, porque estos animales muy sensibles e inquietos viven en el interior del bosque.

No es fácil avistar a una cría en la naturaleza silvestre, puesto que las hembras hoolock paren una vez cada cuatro años y solo a una cría.

La población de estos animales en China ronda solo los 150 ejemplares y su mayor parte (82) habita el condado de Yingjiang, donde se encuentra la reserva.

EL AMOR EN EL REINO ANIMAL

El amor, esa emoción que consideramos tan humana, tiene manifestaciones sorprendentes en el reino animal.

Desde las parejas de por vida de los pingüinos hasta el cuidado maternal extremo de las elefantas, la naturaleza nos muestra que el afecto y el cariño no son exclusivos de nuestra especie.

En el mundo animal, el amor maternal es una fuerza poderosa y omnipresente.

Las madres de muchas especies muestran un nivel de dedicación y sacrificio que a menudo supera nuestra comprensión.

Pero, ¿por qué las madres parecen amar más a sus crías que los padres?

La respuesta está en la biología y la evolución.

Las hembras de la mayoría de las especies invierten más energía en la reproducción desde el principio.

En los mamíferos, por ejemplo, la gestación y la lactancia requieren un enorme gasto de recursos por parte de la madre.

Esta inversión inicial crea un vínculo biológico y emocional muy fuerte entre la madre y sus crías.

Sin embargo, esto no significa que los padres no jueguen un papel importante en algunas especies.

En muchas aves, por ejemplo, ambos progenitores comparten las tareas de cuidado de las crías.

Los pingüinos emperador son un ejemplo notable, donde el macho incuba el huevo durante meses en las duras condiciones de la Antártida mientras la hembra va en busca de alimento.

Los animales más amorosos con su familia

  1. Elefantes: Conocidos por su inteligencia y memoria, los elefantes forman vínculos familiares extremadamente fuertes. Las manadas están lideradas por una matriarca y todas las hembras adultas ayudan en el cuidado de las crías.
  2. Orangutanes: Las madres orangután cuidan de sus crías durante años, enseñándoles habilidades de supervivencia cruciales. El vínculo madre-cría es uno de los más largos en el reino animal, después de los humanos.
  3. Lobos: Viven en manadas familiares con una estructura social compleja. Ambos padres participan en la crianza de los cachorros, y los hermanos mayores a menudo ayudan con los más jóvenes.
  4. Pingüinos emperador: Son el epítome de la dedicación parental. Los machos incuban el huevo durante el invierno antártico, soportando temperaturas extremas y ayunos prolongados.
  5. Delfines: Las madres delfín son extremadamente protectoras y dedican años a enseñar a sus crías habilidades de caza y socialización.
  6. Chimpancés: Nuestros parientes más cercanos muestran fuertes lazos familiares. Las madres chimpancé cuidan de sus crías durante años y mantienen relaciones de por vida con ellas.
  7. Nutrias marinas: Las madres nutria son conocidas por su dedicación, llevando a sus crías sobre el pecho mientras nadan y enseñándoles a bucear y cazar.
  8. Suricatas: Viven en colonias donde todos los miembros adultos participan en el cuidado de las crías, un comportamiento conocido como crianza cooperativa.
  9. Albatros: Muchas especies de albatros forman parejas de por vida y comparten equitativamente las tareas de incubación y alimentación de las crías.
  10. Gibones: Estos primates forman parejas monógamas duraderas y crían a sus hijos juntos, un comportamiento poco común entre los primates.

Curiosidades y anécdotas

  • Los pingüinos adelaida machos «proponen matrimonio» a sus parejas regalándoles una piedra perfecta para el nido.
  • Las hembras elefante pueden producir leche durante 6-8 años para alimentar a sus crías.
  • Los cuervos no solo forman parejas de por vida, sino que también «consuelan» a sus compañeros después de interacciones agresivas con otros cuervos.
  • Las nutrias marinas se toman de las manos mientras duermen para no separarse con la corriente.
  • Los gibones cantan duetos para reforzar su vínculo de pareja y marcar su territorio.
  • Las orcas hembra pueden vivir décadas después de dejar de ser fértiles, ayudando a cuidar a las crías de sus hijas y nietas.
  • Los albatros pueden volar miles de kilómetros para encontrar alimento para sus polluelos.
  • Los suricatas centinela alertan a la colonia de peligros, a veces arriesgando su propia vida.
  • Las ballenas jorobadas macho cantan complejas canciones que pueden durar hasta 20 minutos, posiblemente para atraer pareja.
  • Los lémures de cola anillada usan sus colas para abrazarse en lo que se conoce como «abrazos de sol».

El papel de la oxitocina

La oxitocina, a menudo llamada la «hormona del amor», juega un papel crucial en el comportamiento afectivo tanto en humanos como en animales.

Estudios recientes han demostrado que la oxitocina no solo es importante en las relaciones madre-cría, sino también en las interacciones entre parejas y en comportamientos sociales más amplios.

Por ejemplo, se ha observado que los niveles de oxitocina aumentan en los perros cuando interactúan positivamente con sus dueños humanos, sugiriendo que este mecanismo biológico del «amor» trasciende las barreras de especies.

Aunque el amor maternal es más evidente y estudiado, el amor paternal no es tan raro como se creía.

En algunas especies, los padres juegan un papel crucial en la crianza de las crías. Los caballitos de mar macho, por ejemplo, llevan los huevos en una bolsa especial y dan a luz a las crías.

Los pingüinos emperador macho incuban el huevo durante meses mientras la hembra va en busca de alimento.

El amor en el reino animal no se limita a las relaciones familiares.

Muchas especies forman vínculos sociales fuertes que van más allá del parentesco.

Los elefantes, por ejemplo, muestran comportamientos de duelo cuando muere un miembro de la manada, incluso si no está directamente relacionado.

Los delfines forman alianzas complejas y duraderas con otros miembros de su grupo.

LOS GIBONES

Los gibones son el epítome del mono, el animal que tenemos en mente cuando imaginamos a simios balanceándose graciosamente de rama en rama a través de la selva tropical.

Estos mamíferos acrobáticos, endémicos de las densas selvas sureñas de Asia, están perfectamente adaptados a la vida arbórea por lo que muy pocas veces descienden al suelo.

Estos primates tienen fuertes manos en forma de gancho para aferrarse a los troncos de los árboles, con brazos extremadamente largos para alcanzar ramas lejanas con patas largas y potentes para mayor impulso y agarre. Las articulaciones de sus hombros están especialmente adaptadas para admitir un mayor rango de oscilación giratoria cuando se balancean de rama en rama.

Su dramática forma de locomoción arbórea, denominada braquiación, permite a los gibones desplazarse mediante el balanceo a través de la jungla a una velocidad de hasta 56 kilómetros por hora, salvando espacios que pueden llegar hasta los 15 metros de longitud con un solo salto pendular.

La braquiación también les proporciona la ventaja única de balancearse y alcanzar frutas en los extremos de las ramas, lo que limita la competencia por su alimento preferido.

Cuando los gibones caminan, bien sea andando por las ramas o en las pocas ocasiones en las que descienden al suelo, lo hacen de forma bípeda, lanzando los brazos sobre sus cabezas para mantener el equilibrio.

Son los animales de mayor tendencia bípeda de los primates no humanos y a menudo son objeto de estudio, para obtener más pistas sobre las presiones evolutivas que impulsaron al ser humano a caminar.

Existen 15 especies reconocidas de gibones, desde el noreste de la India al sur de China hasta llegar a Borneo.

No tienen cola y su largo pelaje puede tener varias tonalidades que van desde un color crema pálido, pasando por el marrón hasta llegar al negro.

Muchos ejemplares tienen marcas blancas en la cara, las manos y los pies. La especie más voluminosa se conoce con el nombre de Siamang, y puede llegar a crecer hasta los 13 kilogramos. Las especies más pequeñas alcanzan sólo los cuatro kilogramos de peso.

Los gibones prosperan en los abundantes árboles frutales de su medio tropical y son particularmente adeptos a los higos. En ocasiones complementan su dieta frutal con hojas e insectos.

Los gibones son monógamos (una característica poco habitual entre los primates) y viven en grupos familiares que consisten de una pareja adulta y sus crías jóvenes.

La familia vigilará un territorio concreto y lo defenderá mediante fuertes e inquietantes aullidos que pueden resonar a través de kilómetros en la jungla.

Las parejas, e incluso familias enteras, pueden llegar a cantar acompasadamente canciones complejas en grupo.

Algunas especies han incluso desarrollado grandes papadas en la garganta para amplificar el sonido de sus aullidos y chillidos.

Estos representativos moradores de los árboles están entre los primates con mayor peligro de extinción de toda la faz del planeta.

Su hábitat está desapareciendo a una velocidad vertiginosa y a menudo son capturados y vendidos como mascotas o masacrados para uso en la medicina tradicional. Todas las familias de gibones, menos una, aparecen en la lista de especies amenazadas o en grave peligro de extinción.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Los vídeos más vistos

Lo más leído