MAMÍFEROS MARINOS EN ALERTA

El dramático instante en que el pingüino cae en las fauces del león marino y este en las de la ballena jorobada

Guardianes juguetones del océano que ahora miran al humano con otros ojos

La foto lo dice todo sobre la dramática suerte del pingüino.

El vídeo sobre la del león marino.

El fotógrafo Chase Dekker logró captar la impresionante imagen de un león marino cayendo en las fauces de una ballena jorobada.

También biólogo marino, Dekker tomó la espectacular fotografía durante un viaje en barco para avistar ballenas en la costa de la Bahía de Monterey, California (EEUU).

«He visto un montón de cosas increíbles pero nada como esto«, dijo Dekker, de 27 años, quien toma fotos de vida silvestre desde hace casi una década.

El fotógrafo indicó que durante la salida en barco notó que un grupo de ballenas jorobadas estaban dándose un festín.

En los muelles de California, más de uno ha terminado contando a sus amigos cómo un simpático león marino le robó la merienda o le puso en aprietos durante un baño en el mar.

El encanto de estos animales, expertos en hacerse notar con sus aletas y sus saltos acrobáticos, no ha pasado desapercibido para turistas ni pescadores.

Sin embargo, a día de hoy, 20 de agosto de 2025, la relación entre humanos y leones marinos está cambiando de forma inesperada: la frontera entre la admiración y el recelo se difumina, empujada por fenómenos ambientales y episodios insólitos que tienen como protagonistas a estos mamíferos marinos.

¿Están en peligro de extinción los leones marinos?

La respuesta no es un simple sí o no. Las poblaciones de león marino varían según la especie y la región. Por ejemplo, el león marino japonés (Zalophus japonicus) fue declarado extinto tras décadas de caza intensiva y pérdida de hábitat, una tragedia documentada demasiado tarde para revertirla. En cambio, el león marino de California (Zalophus californianus) muestra cierta recuperación gracias a programas de protección y rescate, como los llevados a cabo recientemente en Guatemala y Estados Unidos.

Sin embargo, el panorama dista mucho de ser tranquilizador. El cambio climático está alterando los ecosistemas marinos: el aumento de temperatura favorece las floraciones masivas de algas tóxicas, especialmente las que producen ácido domoico. Esta toxina afecta a los peces que sirven de alimento principal para los leones marinos. El resultado es un ciclo letal: intoxicaciones masivas que debilitan o matan a cientos e incluso miles de ejemplares cada año. Solo en 2023 se contabilizaron más de 1.000 muertes en California relacionadas con este fenómeno.

Algunas organizaciones advierten que otras amenazas siguen vigentes:

  • Enmallamientos accidentales en redes pesqueras.
  • Contaminación por plásticos y metales pesados.
  • Pérdida progresiva del hábitat costero.
  • Caza furtiva en determinadas regiones.

En islas como Galápagos, el león marino sigue jugando un papel clave como regulador ecológico, aunque también allí enfrenta retos derivados del turismo descontrolado y el calentamiento global.

Cuando el león marino se convierte en noticia… ¿puede ser peligroso para los humanos?

Durante décadas, estos animales han sido descritos como “nobles, juguetones y curiosos”, capaces incluso de interactuar pacíficamente con bañistas y surfistas. No obstante, desde hace meses se registran incidentes preocupantes. Surfistas mordidos sin provocación previa o nadadores sorprendidos por ataques repentinos han obligado a las autoridades a emitir advertencias formales en playas californianas.

Los expertos coinciden en que este comportamiento agresivo es atípico. La causa principal identificada es el envenenamiento por ácido domoico. Cuando consumen peces contaminados por esta toxina, los leones marinos pueden sufrir daños neurológicos severos: desorientación, convulsiones e incluso ataques violentos contra humanos o animales cercanos. El tratamiento es posible si se actúa rápido: hidratación subcutánea, anticonvulsivos y una dieta depurada son las armas principales para salvar vidas en los centros especializados.

Las autoridades recomiendan:

  • Mantener al menos 15 metros de distancia frente a cualquier ejemplar que muestre signos extraños (movimientos erráticos, espasmos o agresividad).
  • No alimentar ni intentar interactuar con ellos.
  • Llamar inmediatamente a equipos especializados ante cualquier varamiento o comportamiento fuera de lo común.

Curiosamente, el ácido domoico también puede afectar al ser humano si consume marisco contaminado (sardinas, mejillones, almejas), provocando síntomas graves e incluso la muerte en casos extremos.

Conservación y bienestar animal: una carrera contrarreloj

El caso reciente del león marino rescatado en Puerto San José, Guatemala, ilustra tanto la fragilidad como la esperanza para la especie. Tras ser hallado deshidratado y desnutrido fue recuperado gracias a una dieta especializada y vigilancia veterinaria constante hasta su liberación. Estas acciones son esenciales para mantener estables las poblaciones locales.

Por su parte, entidades internacionales promueven campañas educativas sobre cómo actuar ante varamientos o avistamientos inusuales:

  • No acercarse ni molestar al animal.
  • Avisar a las autoridades competentes para una intervención profesional.
  • Apoyar programas que fomenten la limpieza costera y reduzcan residuos plásticos.

La colaboración entre centros científicos y comunidades costeras es fundamental para garantizar no solo la supervivencia del león marino sino también la salud general del océano.

Curiosidades sobre el león marino

  • Un león marino adulto puede alcanzar velocidades cercanas a 40 km/h bajo el agua; son auténticos “torpedos” peludos.
  • En época de apareamiento (abril-mayo), los machos emiten potentes gruñidos que pueden escucharse a más de un kilómetro.
  • Son capaces de dormir flotando en grupo formando “balsas vivientes”, donde se turnan para vigilar posibles depredadores.
  • Los cachorros reconocen a sus madres por el tono único del gruñido materno entre cientos de individuos reunidos en la colonia.
  • Si alguna vez ves uno bostezando en la orilla… ¡no está aburrido! Así regula su temperatura corporal tras una larga sesión buceando.

En definitiva, estos carismáticos habitantes del litoral siguen siendo fuente inagotable de anécdotas y asombro; eso sí, ahora merecen respeto… ¡y cierta distancia prudencial!

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