Hartos como estamos de la mayoría de los remakes y de las continuaciones marginales de cualquier película que, remotamente, fue popular hace años, ahora nos tratan de embaucar sometiéndonos a la tortura de ver una innecesaria y meliflua reconstrucción de esa minúscula película de aventuras infantiles que fue Jumanji (1995). Ese título, protagonizado por un excesivo Robin Williams, ha dado como fruto podrido, dos décadas después, a este engendro cinematográfico que han titulado Jumanji: Bienvenidos a la jungla (2017) como podían haber titulado aleatoriamente de cualquier otra manera.
El viejo tablero del juego de mesa que transportaba a una dimensión paralela a sus inconscientes jugadores en el pasado ahora se ha cambiado por una consola vintage que abduce a un cuarteto de estereotipos juveniles con patas y cero sutilezas. En la jungla alternativa que los acoge estos teenagers se transformaran en los avatares virtuales que previamente han escogido como player en esa partida a vida y muerte por triplicado.
Esta producción pesadillesca para sus protagonistas y, sobre todo, para los desafortunados espectadores, ha sido desarrollada con el único objetivo de ponerse al servicio de ese amasijo de músculos que es Dwayne Johnson, alias La Roca. Si en sus incursiones en el seudodrama su labor es más que discutible, cuando se adentra en la comedia solo nos espera vislumbrar el abismo interpretativo. Aquí ni rodeándose de dos cómicos, el insufrible Kevin Hart y el decadente Jack Black, consigue poder remontar un trabajo lamentable.