También me gustaría que debido a los casos de pederastia (todos ellos execrables) no se condenara a toda la Iglesia
(Josep M. Bausset).- Así lo defiende el papa Francisco. En el viaje de retorno de Tierra Santa, Francisco fue tajante: «El abuso sexual es un crimen horroroso». Y en unas declaraciones al diario italiano La Repubblica el pasado día 13, el papa volvía a insistir en la gravedad de la pederastia. Por eso el día 7 de este mes, el papa Francisco pedía perdón por los casos de abusos sexuales en la Iglesia.
La pederastia en la Iglesia (aunque no solo en ella) han alarmado y escandalizado la sociedad. Y con razón. El abuso sexual a menores es un delito muy grave. Y hace falta una tolerancia cero. No podemos esconder ni disimular un acto delictivo que, además va contra los más indefensos: los niños. Ha ce falta llevar delante de los tribunales de justicia a los delincuentes que han atentado contra menores.
Con la pederastia (en la Iglesia y fuera de ella) urge una iniciativa judicial, para que se aplique el Código Pena. No podemos caer ni la pasividad, ni menos aun esconder un caso detectado, porque eso seria un insulto a las víctimas.
La pederastia es un delito muy grave. Por eso Benedicto XVI, en la carta a los obispos de Irlanda, ya expresaba «la vergüenza y el remordimiento que todos sentimos», y denunciaba públicamente el hecho que algunos de los obispos hubiesen «fracasado a la hora de aplicar las normas sobre los delitos de abusos sexuales a menores». Y en su viaje a Portugal, Benedicto XVI aun fue más tajante: «el perdón no substituye a la justicia».
Los valores morales que la Iglesia predica, han de ser vividos con fidelidad y rectitud rectitud. Hoy y siempre. Unos valores que hace años, a menudo eran calificados de retrógrados o cavernícolas.
¿Quien no recuerda con «admiración» a Cohn-Bendit, el llamado Dani el Rojo? En su experiencia como monitor llegaba a declarar, sin que nadie se escandalizara: «Mi flirteo con los niños adquiría una tonalidad erótica. Podía sentir como las niñas de 5 años habían aprendido a excitarme». Recordaba este hecho el escritor Antoni Puigverd en un excelente artículo en La Vanguardia («Espinas de semana santa». 29.03.2010)
¿Y quien no recuerda el «exaltado» Libro rojo del cole, defendido a capa y espada como el catecismo progre de la década de los 70? Este libro explicaba la manera de denunciar a un profesor. Y también hablaba de los exámenes y de los ejercicios en clase, que «sirven para dar miedo». Este «catecismo progre» llegaba a legitimar la pederastia con curiosas coartadas ideológicas: «Si un profesor (hombre o mujer) se va a la cama con un o con una de sus alumnas, se le destituye inmediatamente. ¿Por qué? Porque la moral oficial es muy retrógrada: considera que es mucho mas inmoral hacer el amor con un alumno, que romperle la cara».
Y seguía en estos términos: «A veces leemos en los periódicos que un maníaco sexual ha agredido sexualmente a una criatura. Se dice y se repite, aun hoy, que estos obsesos sexuales son peligrosos. Es extraño que sea así. No son criminales sexuales, sino hombres faltos de amor».
¿Y porque no recordar aquello que Sartre (tan «elogiado» hace tiempo) entendió por revolución sexual? En una carta a Simone de Beauvoir, decía: «Me diviertes, con tu harem de mujeres. Te animo a querer mucho a tu pequeña Sorokine, que es muy encantadora».
O la letra de alguna de las canciones de la Orquesta Mondragón, tan «aclamada» hace años: «El hombre de los caramelos….. a la puerta del colegio espera para hacerte feliz. Y si deseas con él disfrutar, no te debes, niño, asustar. Él tiene siempre lo que te hará gozar», como recordaba el profesor Ferran Sáez, en un artículo en el periódico Avui, («L’home dels caramels» 6.04.2010). ¿Eran estos los valores que se defendían, y que ahora nos escandalizan?
Ante estos hechos, es evidente que la pederastia se da en todas las capas de la sociedad, y no solo en la Iglesia, tal como declaraba el psiquiatra Facund Fora (Revista El Temps, nº 1348) ¿O no recordamos los abusos sexuales del presentador de la BBC Jimmy Savile? ¿O el caso de Roman Polanski? ¿O más recientemente la acusación de abusos que hizo la hija de Woody Allen ? De hecho, es en el ambiente familiar donde hay más abusos. Y en todos los ámbitos han de ser igualmente perseguidos y condenados.
Es verdad que de todos los casos de pederastia, una ínfima parte han sido cometidos por religiosos. Por ejemplo, en Alemania, de los 210000 casos denunciados, han sido 95 los que han tenido una responsabilidad católica. Pero eso no es ninguna excusa. Con un solo caso, ya seria condenable.
Pero también se ha de condenar con la misma fuerza que se condena la pederastia en la Iglesia, los otros casos que se conocen. Porque, ¿como es posible que todavía hoy, en pleno siglo XXI, toleremos viajes de turismo a paraísos sexuales? ¿Como es posible que todavía hoy, en 2014, haya (como en la edad media una esclavitud sexual? ¿Porqué continúan publicándose anuncios donde se «venden» los cuerpos de las mujeres?
Ante la pederastia hace falta transparencia y tolerancia cero. Porque ante un error hemos de saber pedir perdón. Pero ante un error, que además es un delito, no solo hemos de pedir perdón a la víctima. Hace falta que la justicia aplique el Código Penal.
Si se han cometido graves errores hemos de comenzar a rectificar, como ha dicho el papa, protegiendo a les víctimas y denunciando a los agresores. Y también ayudar al delincuente, para que rehabilitado pueda rehacer su vida. Porque como decía el Abad Cassià Mª Just, no podemos dar definitivamente a nadie por perdido.
También me gustaría que debido a los casos de pederastia (todos ellos execrables) no se condenara a toda la Iglesia. Sé del trabajo ejemplar, generoso y fiel de los presbíteros y de la rectitud y la abnegación de los religiosos.
Tolerancia cero con la pederastia, sí. Pero teniendo en cuenta también la acción ejemplar de la Iglesia, que mayoritariamente, y alejada de cualquier tipo de delito, trabaja a favor de los marginados, de los enfermos o de los inmigrantes.