Autoridades cubanas y estadounidenses reconocen el “papel fundamental” del Papa Francisco y de la diplomacia vaticana en estos pasos hacia el restablecimiento de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos
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(Jesús Bastante).- Cuentan quienes bien le conocen que el Papa Francisco se despertó el miércoles de muy buen humor. No en vano, cumplía 78 años. Su segundo cumpleaños como Papa. «Lo que no sabíamos era que nos tenía reservado este regalo«, afirma el padre Ángel García, presidente y fundador de Mensajeros de la Paz, que este miércoles se encontraba en Roma.
Y es que Francisco volvió a sacar una paloma debajo de las faldas de su sotana blanca. Una paloma de la paz. Bergoglio jugó un papel clave en el histórico acuerdo entre Estados Unidos y Cuba, anunciado esta misma tarde por Barack Obama y Raúl Castro y que puede suponer el punto y final a uno de los últimos rescoldos de la Guerra Fría.
Y que, si a alguien podía caberle alguna duda, podría conceder, finalmente, el Nobel de la Paz al Papa de Roma, el mismo que frenó la intervención internacional en Siria, que logró que Abbas y Peres rezaran juntos en el Vaticano o que vive bajo la amenaza directa del Estado Islámico.
A comienzos del verano, Francisco envió una carta a ambos dirigentes llamándoles a la distensión en las relaciones entre los dos países. Un gesto que impulsó el comienzo de unas negociaciones secretas en Canadá, en las que la Santa Sede fue el único estado interviniente.
De hecho, las conversaciones fructificaron en octubre en un principio de acuerdo suscrito en el Vaticano. En las reuniones intervino directamente el secretario de Estado, Pietro Parolin, y el propio Papa recibió, en privado, a ambas delegaciones.
Esta misma semana, Parolin recibía a su homólogo estadounidense, John Kerry, y consensuaban que el anuncio del inicio de las conversaciones se haría el 17 de diciembre, coincidiendo con el cumpleaños del Papa. Tanto Obama como Castro agradecieron públicamente el papel jugado por la Santa Sede para el buen fin de las negociaciones.
Poco después de las comparecencias de Obama y Castro, la Secretaría de Estado vaticana emitía un comunicado en el que señalaba que el Papa «se complace vivamente por la histórica decisión de los Gobiernos de los Estados Unidos de América y de Cuba de establecer relaciones diplomáticas«, con el fin de «superar, por el interés de los respectivos ciudadanos, las dificultades que han marcado su historia reciente».
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