También hay hoy personas como el Cirineo que van al encuentro de los más necesitados o como la Verónica que limpia el rostro y enjuga las lágrimas de los que sufren
(José M. Vidal).- «La alegría de la gloria debe estar más presente en el calendario cristiano y en la agenda de nuestras vidas». Esa fue la clave de la homilia que pronuncio el obispo emérito de Segovia, Luis Gutiérrez, en la celebración del domingo de Ramos en la madrileña iglesia de san Antón.
Cerrado durante mucho tiempo, el templo situado en la calle Hortaleza, en pleno corazón de Madrid, ha dido entregado a Mensajeros dd La Paz por el nuevo arzobispo de Madrid, Carlos Osoro.
De la mano del Padre Ángel, el templo ha vuelto a revivir con los sones típicos de Semana Santa. Primero las notas dulces, tristes y alegres de la banda de música de Morata de Tajuña.
Después, la bendición de los Ramos y de los olivos en una iglesia llena y con las puertas abiertas de par en par a la calle. De hecho, la gente que pasa por la calle se detiene, se asoma, se alegra de la reapertura del templo y hasta muchos se suman a la celebración.
El rito de domingo de Ramos está presidido por monseñor Gutiérrez, acompañado por el Padre Ángel y por el padre José Vicente Rodríguez, presidente de Mensajeros de Castilla-León.
El obispo emérito de Segovia recorre el pasillo de la iglesia para bendecir los olivos. Y se asoma a la acera. Al verlo, la gente que pasa se detiene para recibir también la bendición del señor.
En la homilia, monseñor Gutiérrez recalca que domingo de Ramos es una ocasión «para manifestar a Jesús el gozo y la alegría de tenerlo presente en nuestra vida«.
Porque «la alegría debería ser algo permanente y constitutivo de la vida del creyente».
Y es que «en España, celebramos más la muerte que la gloria de Cristo«, asegura el obispo e invita a vivir la Semana Santa en clave de gloria de resurrección.
Por eso, tras la escucha atenta de la pasión, monseñor Gutiérrez pidió tres minutos de reloj, para una breve reflexión sobre «el riesgo de considerar a la pasión como algo histórico y pasado».
A su juicio, la «pasión la tenemos hoy entre nosotros«. Con sus dos caras: la de las intrigas del Sanedrín, las componendas de Pilatos, la traición dd Judas, la negación de Pedro o la inhibición de los discípulos, y en tantas personas que hoy repiten estas actitudes.
Pero «también hay hoy personas como el Cirineo que van al encuentro de los más necesitados o como la Verónica que limpia el rostro y enjuga las lágrimas de los que sufren».
Y monseñor Gutiérrez concluyo su reflexión exactamente de tres minutos: «¿qué hago yo hoy en medio de esta pasión del mundo? ¿Qué papel asumo ante ella?».
Sobre el altar signos que invitan a situarse ante la pasión del mundo, como los panes de san Antón. O la consigna de Mensajeros en el altar: «Sólo ante Dios, un niño y un anciano nos ponemos de rodillas». Y en el retablo, dos grandes telas. Lade la izquierda sobre el año de la misericordia, que acaba de convocar el Papa.
La de la derecha con otra frase de Francisco, invitando a que los templos sean «casas abiertas de la misericordia». Eso es, precisamente, lo que intenta hacer el Padre Ángel y toda su gente de Mensajeros de la Paz en su recién estrenada iglesia de San Antón. Una iglesia abierta las 24 horas, para rezar y para compartir. Un oasis en el centro de Madrid. También para vivir la Semana Santa, cuyas celebraciones pueden verse en la foto.