Una religiosa, que dice que consiguió escapar del convento, fue la que denunció el caso
Tres religiosas, originarias de la India, denunciaron a la Policía que estaban retenidas en contra de su voluntad, bajo amenazas y coacciones, en el convento de las Madres Mercedarias de Santiago de Compostela, al que llegaron siendo adolescentes y en el que han cumplido ya la treintena.
La versión de las tres monjas coincidía con la de su compañera de orden religiosa que logró escapar y denunció a la Policía los hechos por lo que ésta se personó, una vez que la juez autorizó la investigación, en el convento para esclarecer las denuncias, informa en su edición de hoy La Voz de Galicia.
Las pesquisas continúan y, por el momento, no se han practicado detenciones pero se les ha facilitado a las religiosas una casa de acogida donde permanecer y se sigue con ellas el mismo protocolo que se aplica en los casos de mujeres víctimas de la violencia de género.
Las Mercedarias, que centran su vida religiosa en la contemplación, han visto como progresivamente el convento acusaba la falta de vocaciones y hace 13 años abrieron sus puertas a monjas procedentes de la India y México. El año pasado, quedaban en el convento diez religiosas. El de Santiago de Compostela es el quinto convento que esta orden posee en España, además del establecido en la India en 1997.
La magistrada Ana López-Suevos aprecia indicios de delitos de detención ilegal, contra la integridad moral, amenazas y coacciones. Una denuncia llegada a la Unidad contra las Redes de Inmigración Ilegal y Falsedades Documentales (UCRIF) aseguraba que cinco mujeres indias permanecían tras los muros del convento en contra de su voluntad y realizando trabajos «en condiciones de casi esclavitud», recoge en su auto la magistrada.
Las mujeres eran amenazadas por la madre superiora con que serían deportadas en cuanto abandonaran el convento. La directora les aseguraba que su situación en España era irregular -una mentira, ya que las mujeres hace años que habían conseguido el permiso de residencia- y que, al regresar a su país, solo sentirían el oprobio de unas familias avergonzadas.
Si aun así intentaban fugarse, deberían arrebatar uno de los dos juegos de llaves que abrían la única puerta de salida al mundo y que custodiaban dos superioras.
En estos momentos, hay 10 monjas en el convento.
El vínculo de esta comunidad con Santiago data de finales del siglo XVII, cuando al arzobispo Andrés Girón le fue concedido el permiso para fundar una comunidad, que se inició con cinco hermanas. En la actualidad, además de la actividad propia de la vida consagrada, también dedican buena parte de su tiempo al lavado y planchado de los ornamentos litúrgicos, la confección de mantelerías para particulares, los bordados o la venta de productos de la huerta monástica, con lo que obtienen ingresos.(RD/Agencias)
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