"Hay que sacudir la manta y repensar la fe desde los Evangelios y no desde las cartas de Pablo"

José Ignacio López Vigil: «A la Iglesia conservadora le conviene Pablo»

"Los jóvenes desenganchan (...) pero no en las sectas católicas como Opus Dei, Legionarios, que son, realmente, anti-evangelio"

José Ignacio López Vigil: "A la Iglesia conservadora le conviene Pablo"
José Ignacio López Vigil

En Nicaragua lo que está pasando es una vergüenza, un horror, una dictadura sangrienta llevada adelante por un antiguo comandante y su compañera, Rosario Murillo, que se están portando como dictadores del Imperio Romano: sangrientos, asesinos

(José Manuel Vidal).- José Ignacio López Vigil es activista y teólogo de la liberación, además de muchas otras cosas. Junto a su hermana, María López Vigil, ha logarado popularizar la teología en Latinoamérica, con libros como «Un tal Jesús». Ahora viene a presentarnos «Frente a frente. Santiago apóstol y María Magdalena», pero también a hablar de la Iglesia, de sus miedos, sus teologías… y de la esperanza.

 

Estamos con un invitado especial que viene de Latinoamérica, aunque ahora nos explicará de dónde provienen sus raíces. Se llama José Ignacio López Vigil y es muy conocido en España por algunas de sus obras, como «Un tal Jesús». Es comunicador, periodista, experto en Teología bíblica y es, sobre todo, creo yo, escritor. Y más que escritor, una especie de activista y teólogo de la liberación, si así se te puede definir.

 

¿Estás de acuerdo con ninguna, o con alguna descripción?

Con todo lo que has dicho estoy de acuerdo pero, naturalmente, en minúscula.

 

En minúscula, ¿por qué?

En el sentido de que la Teología bíblica ha avanzado mucho desde que yo la estudié, que era todavía sencillo. En lo que más me identifico es en lo de «activista»: activista a favor de un mundo diferente; de otro mundo posible y de otra teología posible.

 

La Teología bíblica habrá cambiado, pero lo que sigues haciendo, en tándem con tu hermana, María López Vigil, es popularizarla; ponerla al alcance de la gente: toda vuestra vida habéis echo eso.

Toda nuestra vida hemos hecho eso a través de radio, porque aquí, no sé, pero allá la gente lee poco y oye mucho. A través de radio y, hoy día, a través de internet, la gente escucha muchos programas dramatizados. Tú mencionaste Un tal Jesús, y hemos hecho otras novelas también.

 

Entonces, te dedicas fundamentalmente a la radio.

A la radio, y a través de ella a llevar un mensaje. Has mencionado también la «teología de la liberación» que, hoy día, en América Latina no se usa mucho. ¿Sabes qué término usamos? «Teología de la provocación».

 

¿Y por qué ese paso, de la «liberación» a la «provocación»?

Porque, como el Vaticano se ocupó de tratar de enterrar la teología de la liberación, creemos que hay que sacudir la manta; que hay que decir cosas con mucho fundamento. Y si se escandalizan un poco, no nos preocupa mucho. Las obras que hemos mencionado son provocadoras y queremos que así sea, porque necesitamos sacudir una serie de falsos cimientos: una serie de ideas que se le han atribuido a Jesús de Nazaret y que nada tienen que ver con su pensamiento.

 

En eso os estáis subiendo al carro de Francisco, que también sacude la manta.

Exactamente. Creemos que hay sacudirla; que hay que repensar la fe desde los Evangelios, y no desde las cartas de Pablo.

 

Ese es el objetivo central de este libro que vienes a presentar a Madrid. Se llama «Frente a frente. Santiago apóstol y María Magdalena» en la colección de Fe Adulta.

Pero el subtítulo -que no has leído- es, tal vez, el más picante: «San Pablo apóstol, el que inventó a Cristo, y María Magdalena, la que conoció a Jesús».

 

Ahora entramos en el libro. Primero quiero hablar de vosotros: naciste en Cuba pero ¿vuestras raíces, tuyas y de tu hermana, son?

Asturianas, por parte de mis dos abuelos. Y cubanas por mis dos abuelas. Mis abuelos fueron de los españoles que iban a hacer las Américas y hacían hijos. Migraron y se casaron allá. Mis padres ya, son cubanos.

 

¿Seguís teniendo ascendientes por aquí, o ya no?

En Cuba seguimos teniendo amigos y amigas, pero familia, ya no. Porque al tercer año de la Revolución cubana mis padres, con nosotros incluidos, vinieron a España, a Asturias.

 

¿Se volvieron a Asturias?

Sí.

 

O sea, que viviste en Asturias.

Unos mesecitos. Y de Asturias, a Madrid. En Madrid tuve la idea de meterme al noviciado con los jesuitas, e hice la carrera completa. Mi hermana María también, con las monjas teresianas, en Barcelona. Y de ahí a una larga y compleja historia… que no te voy a aburrir contándola.

 

Después estuviste también en Nicaragua, durante una época. Vamos a hablar también de Nicaragua, y por eso me interesa resaltar esa época.

Yo hice el primer año de la carrera jesuita acá, en Villagarcía de Campos, en Valladolid. Continué en República Dominicana, en Venezuela, en Ecuador…, es una carrera larga. Acabé en Lovaina, haciendo la Teología, y después fui a trabajar en radio a República Dominicana. Pero también estuve, como mencionas, en Nicaragua casi cinco años, cuando la linda Revolución sandinista.

 

Hablemos de los libros: saltáis a la fama, por así decirlo, con aquella obra emblemática, «Un tal Jesús».

No sé si a la fama o a la excomunión, porque los episcopados de América Latina, todos, condenaron la obra. Y nosotros preguntábamos: pero ¿qué es lo que tanto les molesta?

 

 

¿Y por qué era?

Les molestaba muchísimo el apodo de «el moreno», porque en la serie de «Un tal Jesús» Pedro, Pablo, Santiago, Juan, le llaman «el moreno de Nazaret». Y eso molestaba a una Iglesia racista. Les molestaba también que Jesús bailara, contara chistes, fuera alegre, entrador, amiguero… Les molestaba una barbaridad. Y también,el trato con las mujeres de respeto y de igualdad. En realidad, todo les molestaba.

 

O sea, todo lo que le gustaba a la gente molestaba a la jerarquía.

Claro. La gente sencilla; feliz de la vida. Cuando comenzaron a condenar «Un tal Jesús» recuerdo que, en el pueblito donde vivía en República Dominicana, un borrachito se me acerca y me dice:

-¿Pero por qué quitaron esa novela? Si era la que más me gustaba.-

Yo le pregunté:

-¿Y por qué le gustaba?-

Me contestó:

-¡Porque ese moreno es igual que yo! ¡Igual que yo!-

Lo sentían muy cerca. Pero ya te digo: la prohibieron.

 

¿Quién la prohibió?

Alfonso López Trujillo, de infeliz memoria. Todos. El cardenal de Bogotá dijo que todo el que leyera, escuchara, vendiera, recibiera…, todos los verbos, estaba fuera de la fe de la Iglesia.

 

Excomulgado.

Excomulgado. En Brasil, un cardenal, que ya murió, dijo que era peor para la juventud que la droga.

 

Pero, ¿y la otra jerarquía? Porque me estás hablando de una jerarquía muy conservadora, muy ultra. ¿Pero, y los Schneider, el cardenal Arms?

El sueño de Pedro Casaldáliga fue, siempre, poder grabarla en portugués para las comunidades de base de Brasil. Todos los buenos cardenales estaban felices de la vida, pero la ola conservadora de una Pablo II les impidió. Un montón de emisoras católicas en América Latina le cambiaban el nombre: por ejemplo en costa Rica, una emisora católica le quitó el nombre de «Un tal Jesús» y le puso «Tras las huellas del Nazareno» (risas).

 

 

Os pilló la involución de Juan Pablo II a tope, porque la obra sale en ¿1980?

La grabamos en el 78-79, la sacamos al aire en el 80, y cayó el hacha vaticana.

 

Sí, porque el libro que yo tengo, editado en España, es del 80.

Claro, en Salamanca. Ellacuría, los jesuitas de la UCA del Salvador lo leyeron y conocieron. El que más conoció la obra fue monseñor Romero. Y antes de acabar de grabar nosotros, (que grabamos en Madrid, puesto que es una serie de radio que después se publicó como libro), nos dijo: «yo quiero esta herramienta para las comunidades base de El Salvador». Estando nosotros grabando la serie, nos llamaron y nos dijeron: «le han pegado un tiro a monseñor».

Alcanzamos -en el capítulo en el que matan a Juan el bautista- a cambiar el texto, y pusimos en boca de Juan las últimas palabras de monseñor Romero: «Cuando te den la orden de dispar, cuando te den la orden de matar: no obedezcas». Que fue lo que a él le costó la vida. Se lo dijo a los soldados, explicando que una orden así iba e contra de la ley de Dios, que es superior a la ley de los hombres.

 

¡Qué bello recuerdo!, el de Romero

Sí.

Toda esa polémica os ayudó a vende más libros. Supongo que habréis vendido miles.

No sé si miles, porque no nos informaba mucho la editorial pero, sí, se distribuyó muy bien. Lo que admira es que hayan pasado casi cuarenta años y, en donde damos un taller y uno conversa, siempre hay alguien que se acerca y nos dice: » Yo leí. Yo escuché. Yo conocí a Un tal Jesús». Se acuerdan. Y lo más lindo es que al recordar dicen: «y mi fe, mi imagen de Jesús, cambió con Un tal Jesús».

 

O sea, que os siguen llegando, todavía, ecos de esa gran obra.

Todavía, todos los días.

 

No me extraña. Después , hicisteis algunas otras cosas.

Hicimos esta serie, que también es una serie de radio publicada como libro, «Otro Dios es posible». Porque como siempre dicen que Jesús vuelve y vuelve, pero nunca vuelve, se nos ocurrió hacerlo volver a través de dramatizaciones.

El argumento de «Otro Dios es posible» es que Jesús vuelve y se lleva unas enormes sorpresas de lo que han dicho y lo que han hecho en su nombre sin él enterarse, y contradiciéndolo.

Una serie larga; son dos libros.

 

Publicado ahora por la editorial Fe Adulta. Nos alegra muchísimo. Y el que vamos a presentar hoy, también publicado por ellos.

En «Otro Dios es posible» nosotros queríamos preguntarle a Jesús qué opina él de tantos dogmas, de tantas cosas que se han dicho en su nombre y que, realmente, si él las hubiera escuchado se hubiera sorprendido e indignado. Siempre nos ha sorprendido cómo en las prédicas, en las misas católicas y en los cultos evangélicos, solo se refieren a Pablo y casi no mencionan el Evangelio. Hablan de las cartas de Pablo y apenas del mensaje liberador de Jesús de Nazaret. Y entre Pablo y Jesús hay una gran contradicción. Por poner algunos ejemplos, Pablo dice que toda autoridad viene de Dios. Y en la carta a los romanos, cuando Nerón -el sanguinario Nerón- estaba gobernando en Roma, le escribe a las comunidades de Roma diciendo que toda autoridad viene de Dios y que hay que obedecer a las autoridades como a Cristo… Jesús dijo todo lo contrario: Jesús le llamó «zorro» a Herodes. También, decía: «El que se crea el primero, que se ponga al final de la cola». Jesús era un… anarquista no, porque no lo fue, pero para él nadie valía más que nadie. Y lo dice clarito: «A nadie le llamen señor, ni monseñor. A nadie le llamen maestro…, porque toditos somos hermanos y hermanas».

 

Por eso trufáis las radionovelas con intervenciones que vienen de fuera. Me acuerdo ahora de la intervención de una chilena y de una argentina, que preguntaban: ¿y qué hacemos nosotros ahora, con Videla y con Pinochet?

Exactamente: ¿cómo va a decir Pablo que toda autoridad viene de Dios en estos países donde hemos tenido tiranos sanguinarios? Quien dice lo de Pablo, de que toda autoridad viene de Dios, dice también que los homosexuales no entrarán en el Reino de los Cielos. Pero… ¿quién le dijo eso a Pablo? Si, casualmente, uno de los milagros más bonitos de Jesús de Nazaret en Cafarnaún se lo hizo a un centurión gay que tenía un criado gay… Y que la sorpresa es que cuando usted, católico, va a comulgar en la misa, la oración que reza es la oración de un gay: «Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanar a mi criado»: es la oración de un centurión gay pidiéndole a Jesús que curara a su parejo. Esa es la pequeña venganza. Pero Pablo los mandaba a todos fuera de Israel. Pablo les decía a las mujeres que no tenían cabeza. Que si querían preguntar se callaran la boca y le preguntaran al marido en su casa.

Pablo era un fariseo puro y duro. Y los fariseos son, más bien, los que conspiran contra Jesús. Pablo era de los discípulos de Gamaliel, de la escuela más rancia y farisaica de Jerusalén. Y lo más sorprendente es que Pablo no conoció a Jesús. Nuca le oyó. Nunca comió pescado con él. Se inventó un Jesucristo a su imagen y semejanza, con las durezas y con los fanatismos de la escuela farisaica.

 

 

 

La tesis de fondo del libro, que es la tesis de José María Castillo, teólogo, es que Pablo inventa el cristianismo. Y esa es la línea que se impone hasta hoy.

Así es, porque las comunidades de Jerusalén, las comunidades de Palestina, desaparecieron en el año 70, cuando Roma invade. Quedan las comunidades que fundó Pablo en todos sus viajes. Pero fueron comunidades que no leyeron los Evangelios, porque aún no estaban escritos. Y no conocieron a Jesús, solo la versión que Pablo dio de Jesús; una versión farisaica.

¿Está absolutamente comprobado que Pablo fue así, como lo contáis? ¿Como lo cuenta Castillo también?

Sí. Está más que comprobado. Los Evangelios se escriben treinta, cuarenta años después de que Pablo ha escrito sus cartas. Y de las catorce cartas de Pablo, siete son de él, de puño y letra. Las otras son de discípulos. Pero las grandes cartas de Pablo (romanos, corintios, efesios) son cartas que no hablan de la geografía, de la historia, de nada de Jesús. Él no lo conoció: tiene esa revelación camino a Damasco y, en vez de dar vuelta atrás, hablar con Pedro, con Santiago, con María…, con quienes lo conocieron, saber cómo era, se va a predicar.

 

Eso le reprocha María Magdalena, le dice: ¿Por qué no has hablado con María?

¿Cómo es posible que Pablo, si quería ser predicador de Jesús, no haya ido a Jerusalén a preguntar a María para que le contara cómo era Jesús? O con la Magdalena. Enterarse de cuáles eran sus criterios, sus puntos de vista. Él llega a decir en alguna de sus cartas: a mí no me interesa Jesús según la carne, sino según el espíritu». Pero ¿qué espíritu, si no se dignó a preguntar?.

 

¿Por qué la Iglesia se aferra a esa tradición y desecha la otra?

Le conviene, porque Jesús fue un liberador. Porque Jesús no creía en señores, ni monseñores, ni cardenales ni papas. No creía en el tinglado que se ha montado en nombre suyo. Jesús era un revolucionario en el sentido más evangélico de la palabra. Pablo no; Pablo era jerárquico. En su Iglesia mandaba él y se ponía muy bravo cuando le descalificaban los que él llamaba «superapóstoles». Se irritó mucho en Jerusalén cuando fue a pelear con Pedro, con Santiago y con Juan, como él decía «las columnas de la Iglesia», por el tema de la circuncisión.

A la Iglesia conservadora le conviene Pablo porque su teología mete culpa y miedo, y con estas dos emociones tú tienes controlada a la sociedad.

Pablo es el que se inventa la locura más grande de todas: que por el pecado original Dios padre, enojadísimo, envía a su hijo para morir en la cruz y lavar así su irritación. Esa teología, esa «soteriología», como dicen los teólogos, es perversa. Pervierte todo el mensaje de Jesús; cómo vas a creer que Dios, nuestro padre y madre, mande a su hijo a morir, a ser torturado y crucificado para lavar un pecado que nadie cometió y que en realidad es un mito de la cultura hebrea.

Toda la teología de Pablo está montada sobre el bendito pecado original y la monstruosidad de un Dios que necesita la sangre de su hijo para tranquilizarse. Jesús nunca habló del pecado original, ni de Adán, ni de Eva, ni de nada de eso. Jesús decía: «Dios es Abba», es papá. Y le da un abrazo al hijo bueno, y al hijo malo también. No conoció, tal vez, Jesús, que Dios es también mamita; la Madre nuestra que estás en los Cielos. Pero todo el espíritu de Jesús es de papá y mamá.

Todo eso, Pablo se lo saca de la teología farisaica que él estudió en Jerusalén. Y hay otro asunto también: Pablo era un hombre muy culto. En un tiempo de analfabetismo generalizado sabía tres idiomas y escribir.

 

 

La mayoría de los apóstoles lo eran.

Solo sabían hablar arameo. Pero Pablo hablaba arameo, hebreo y griego. Tenía visa romana porque era ciudadano romano: salía, entraba e iba donde quería. Con qué superioridad no miraría Pablo a los amigos de Jesús; Pedro, Santiago y Juan, que eran pescadores, dicharacheros, malhablados, analfabetos… Ese conflicto de clase está también en la teología de Pablo.

 

En una Iglesia que ha vivido durante veinte siglos en esa tesitura, en esa tendencia marcada a fuego y sangre por Pablo, ¿es posible una regeneración? ¿Es posible que esta Iglesia nuestra, que conocemos, vuelva a la Magdalena, al Evangelio?

Esa es la pregunta que hacía Nicodemo: ¿Puede un hombre viejo como yo? Y Jesús le dice: «Oye al viento». Y al viento: «Oye lo que está pasando en el mundo de hoy».

Hay que hacer de nuevo, hay que volver a la fuente, al agua viva del Evangelio. Y el agua viva del Evangelio es que ante Dios, padre y madre nuestra, todos valemos lo mismo.

¿Cómo es posible que Pablo descalifique a los homosexuales, que son tan queridos y respetados por Dios como respetó a Jesús? Jesús respetaba a todo el mundo. Como él no colaba mosquitos y estos se tragaban camellos, siempre tuvo un pleito enorme con el fariseísmo. Pablo era fariseo y toda su visión era farisaica. Y la visión de la Iglesia está apoyada en esas intolerancias de Pablo y no en el mensaje de libertad de Jesús.

 

Esa dinámica se rompe, a mi juicio, un poco, en el Concilio Vaticano II, que después no se implementa y se da marcha atrás. Pero me da la sensación de que ahora, con Francisco, estamos en el camino inverso. Incluso en temas como el de los gays, que acabas de mencionar.

Sí dijo que quién era él para juzgar… Después dijo que el psiquiatra le podía ayudar, si tienes un hijo gay. Hay contradicciones. Pero yo sí creo que Francisco, los buenos teólogos y las buenas comunidades son supervivientes de la arremetida de Juan Pablo II. Porque Juan Pablo II hizo muchísimo daño en América Latina y en todos lados. Pero en América Latina hizo un año especial; silenciado a los mejores teólogos, prohibiendo, desterrando a los cardenales progresistas, arrasó la teología de la liberación.

La teología de liberación sobreviviente de la arremetida de Juan Pablo II está naturalmente bebiendo en las buenas aguas de Francisco y de la comunidades que dan. Lamentablemente, hoy día en América Latina tenemos una embestida de las sectas que se llaman cristianas, pero que en realidad son paulinas; sectas cristianas por el lado evangélico, protestante.

Y, por otro lado, de Opus Dei, Sodalicio, Legionarios…, todas las sectas que se llaman católicas y que son lamentables y captan gente. Porque donde se mete miedo hay mucha gente que se atemoriza. Donde hay problemas de salud, hay gente que cree en esas supersticiones. Siempre es más fácil creer en los milagros fáciles que en la fe de Jesús. Cuando el milagro de Jonás, la gente le pregunta a Jesús: ¿No vas a hacer algún milagro? Y él dice: «El milagro es convertirse a la buena noticia de la libertad de los hijos y de las hijas de Dios».

¿Y crees que hay posibilidades reales, que estamos rehaciendo ese camino con esta primavera que nos llega de Roma? O la primavera tiene que venir desde abajo y tiene que encontrarse? ¿Cómo ves esta cuestión?

Yo creo que sí, que tenemos que tener esperanza. Si no la tuviéramos, no seguiríamos el camino de Jesús, que es un camino esperanzado. Yo creo que tiene que venir desde arriba y desde abajo; los árboles crecen desde abajo y la semilla de mostaza tiene que crecer desde abajo. Pero obviamente, la buena llovizna que nos viene desde el Vaticano nos ayudará a crecer. Confío que el Papa sea un poco más revolucionario, que vaya un poco más adelante. Muchos compañeros y compañeras lo vamos a apoyar cuando dé palabras que sacudan esta inercia.

¿Qué le pedirías en concreto que hiciese, y que hiciese ya?

Le pediría que eliminara la ley del celibato; una ley antinatural que provoca reacciones antinaturales. La pedofilia no depende de esta ley, pero es propiamente una ley antinatural y provoca reacciones antinaturales.

Le pediría que quitara títulos y más títulos, y los «cardenales» y «sus santidades», toda esa titulería es antievangélica.

Le pediría una Iglesia donde las mujeres tengan el lugar protagónico. No hablo de mujeres sacerdotas porque no creo en el sacerdocio. Jesús no fue sacerdote, fue laico. Y la invención del sacerdocio es mucho más tardía, del Imperio Romano. Yo no quiero mujeres sacerdotas; hay que abolir el sacerdocio. Quiero que sean protagonistas de una nueva Iglesia con rostro de mujer.

 

Lo que pides es muy complicado. Y no solo para el propio Papa que, con los pequeños pasos que está dando hasta ahora, tiene unas resistencias enormes.

Pero como tú me haces preguntas provocativas, yo te respondo también. (Risas).

Claro que es muy difícil, pero creo que hay que caminar para tener una Iglesia que sea una comunidad, y no una jerarquía, como quiso Jesús: una comunidad donde todos valgamos exactamente lo mismo. Donde todas -las mujeres- tengan el papel protagónico que tuvo María Magdalena, la compañera de Jesús.

De lo contrario, me da la sensación de que la gente desengancha. No sé en América Latina, pero en España se ve.

En España los jóvenes desenganchan. En América Latina enganchan, pero en los cultos más milagreros y en las sectas católicas como Opus Dei, Legionarios, todos estos que son, realmente, anti-evangelio.

 

 

Las comunidades de base ¿están volviendo a florecer? ¿O no?.

No, no tanto. Pero sí hay teólogos y comunidades supervivientes de las arremetidas del Vaticano. Aún hace falta tiempo, porque se machacó mucho. Estas iniciativas son granitos de arena en la construcción de un muro de solidaridad, de recuperación de la Buena Noticia.

 

Por cierto, me encanta cuando en el libro, en la radio, hacéis intervenir directamente a José María Castillo, a Juan Arias, a Ivonne Guevara… Esas entradas sí que traen el mensaje evangélico a la actualidad y le dan una carga especial.

A Ivonne le mandamos los libretos y nos autorizó. Como a José María Castillo no le conocíamos, le mandamos todos los libretos y nos encantó su respuesta: a sus noventa años tiene una gran mente abierta. También nos dio el visto bueno para esta serie. Hizo una pequeña corrección en un capítulo, pero nos dijo que feliz de la vida él. Y felices nosotros, por contar con teólogos de tanta altura como Ivonne y como Juan Arias (con el que no hemos podido conversar, pero estoy seguro de que le podrá gustar). Encontramos un español para que hiciera la voz de José María Castillo y lo hizo muy bien, en la serie grabada.

 

En los minutos que nos quedan quería abordar contigo el tema político. Hay una ola de conservadurismo que se está notando no solo en América Latina con Bolsonaro. En Europa también: Polonia, Hungría, Salvini en Italia… ¿Le ves futuro a esa ola?

Lamentablemente sí, porque están tomando mucha fuerza. Y en el caso de América Latina, lo triste es que esa ola crece más por la falta de autocrítica de los llamados gobiernos progresistas, de los gobiernos de izquierda.

Tú mencionaste antes Nicaragua. En Nicaragua lo que está pasando es una vergüenza, un horror, una dictadura sangrienta llevada adelante por un antiguo comandante y su compañera, Rosario Murillo, que se están portando como dictadores del Imperio Romano: sangrientos, asesinos.

 

Que han traicionado el sandinismo, que tú viviste.

Sí, yo viví cinco años en Nicaragua, colaborando con la linda Revolución nicaragüense de los años 80.

 

La llamábamos la «primera revolución cristiana».

Exactamente. Y decíamos: «Entre cristianismo y revolución no hay contradicción» Y con Ernesto Cardenal, con Fernando, con Miguel Escoto, con los curas de la revolución sandinista, creíamos profundamente -y seguimos creyendo- que no hay contradicción. Pero Daniel Ortega y su mujer, Rosario Murillo no son ni sandinistas, ni cristianos ni revolucionarios. Son dictadores de la peor calaña.

 

La Iglesia está jugando un papel protagónico en la oposición.

Los obispos en la oposición se están portando muy bien, realmente están defendiendo a los jóvenes que salen a las calles a protestar, que han hecho barricadas, que han resistido. Pero cuando decimos Iglesia estamos hablando de miles y miles de cristianos y cristianas que están resistiendo, que protestan, que defienden y quieren otra Nicaragua libre y justa. Muchos en las cárceles, muchos perseguidos, muchos que están en Costa Rica: hay más de 50.000 nicaragüenses ahí, huyendo de la intolerable represión que se da en Nicaragua.

 

¿Hay salida? ¿Hay esperanza para Nicaragua a corto plazo?

Sí hay, aunque no sé si a corto plazo. Hay salida y hay esperanza porque el pueblo nicaragüense es un pueblo valiente, un pueblo de agallas que se ha quitado varias dictaduras de encima, entre otras la de Somoza y sus hijos. Y se quitará de encima también esta dictadura aunque no sé si a corto plazo, porque la torpeza y la perversidad de Daniel Ortega y Rosario Murillo es difícil de imaginar para los que no están allá.

 

Porque tienen toda la fuerza coercitiva, también.

Tienen todo el ejército comprado, tienen muchas fuerzas ocultas detrás, mucho dinero robado, muchísimo. Y tienen cooptados, prácticamente, todos los poderes de una falsa democracia.

 

O sea, que el pueblo nicaragüense seguirá sufriendo.

Seguirá sufriendo, pero seguirá resistiendo. El pueblo nica es valiente. Lo conozco de cerca. Mi hermana María, con quien he hecho estas obras, está viviendo allá.

 

¿Sigue en Managua?

Sí, y está con mucha esperanza también.

 

¿Qué sientes ante la enorme caravana de migrantes que está llegado?

¿De Venezuela o de Nicaragua?

 

Centroamericana. La de Nicaragua, Honduras…

Ah, la caravana. Yo estuve en Honduras, en un taller, antes de que saliera la caravana. Te confieso que si yo viviera allí, creo que me meto en la caravana también, porque Honduras es un país que no se puede vivir, atravesado por el narcotráfico, por las extorsiones. Tú vendes vasos de agua, por ejemplo, y están llegándote ya los de las maras a extorsionarte.

Es un país destrozado por el gran negocio gringo; el gran negocio norteamericano que se llama «la prohibición de las drogas», que hace que suban los precios. Y allí está el gran cártel del que no se habla, y que es el «cártel de Wall Street». En Honduras no se puede vivir por obra y gracia de este negocio criminal del narcotráfico, y eso explica la caravana. ¿Quién está detrás? Hay muchas explicaciones. Yo tengo buenos amigos allá en el norte de Honduras que te dicen: sí, todo eso es verdad, pero lo que mueve a estos hondureños y hondureñas a marchar es la desesperación del desempleo, de las extorsiones, del narcotráfico, del no tener lugar en su país.

 

¿Por qué hay tan pocos curas y obispos que se han metido en la caravana y han acompañado a su pueblo?

Buena pregunta, me gustaría ver a curas, a religiosos y religiosas ahí.

 

Alguno hay; un jesuita, en concreto. Estuvimos hablando el otro día con él.

Qué chévere. No sabía esto. Les están ayudando mucho en el camino el pueblo mexicano y el pueblo guatemalteco. Aunque Guatemala también va en caravana hacia allá, les han ayudado con víveres y alojándoles para pasar la noche. Porque Trump, ya sabemos lo que tiene preparado.

 

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA
Autor

Jesús Bastante

Escritor, periodista y maratoniano. Es subdirector de Religión Digital.

Lo más leído