El público se dividirá entre un espacio y otro de la ciudad, lo que evitará posibles aglomeraciones en una fecha destacada en rojo en el calendario jacobeo
A dos semanas de la visita de Benedicto XVI, los preparativos en la capital compostelana delatan el ritmo frenético de una ciudad que recibió su última visita papal hace dieciocho años. Conscientes de que la presencia del Santo Padre en la Catedral será punto álgido al último Xacobeo en once años, Xunta y Ayuntamiento se han puesto manos a la obra para que nada falle el próximo 6 de noviembre. La prueba más clara de la intensa actividad que se vive en la ciudad es la fotografía que, a día de hoy, muestra la emblemática Plaza del Obradoiro. Lo cuenta Patricia Abet en ABC.
Andamios, operarios, grúas y tablones comparten protagonismo durante estas jornadas con los miles de peregrinos que recalan a diario en la capital. Sin embargo, el objetivo de los organizadores es que el escenario erigido a modo de altar para el Papa y su cohorte obispal -compuesta por 110 religiosos- se camufle con el conjunto arquitectónico en el que se enclava, considerado Patrimonio Mundial de la Unesco.
Así lo explicó el arquitecto encargado del proyecto, Iago Seara, quien apuntó que el escenario mantendrá la armonía estética del Obradoiro. Además, «ocupará menos de un nueve por ciento de la plaza», comentó.
La plataforma desde la que se oficiará la ceremonia se sitúa en la esquina suroeste del cuadrante medieval, entre el pazo de Fonseca y el palacio de Raxoi. Gracias a esta ubicación, la fachada de la Catedral quedará totalmente al descubierto para que las seis mil personas que asistan a la misa la contemplen en todo su esplendor. El aforo, según confirmaron fuentes de la organización a ABC, se completará por estricto orden de llegada, por lo que la puerta de acceso -la de la Fonseca- estará abierta desde las 8 de la mañana. Además, para garantizar la comodidad del público y evitar colapsos, los asistentes podrán seguir la ceremonia a través de dos grandes monitores y desde sus respectivos asientos.
El control será tal que a cada persona del público se le entregará un mapa de la zona en la que esté ubicada, para que no se despiste si tiene que acudir a los servicios. Una vez finalizado el acto, los devotos contarán con al menos dos salidas para desalojar la plaza, aunque la Policía aún no ha confirmado cuáles serán. Aquellos que no logren entrar en la plaza podrán seguir la misa desde alguna de las ocho pantallas que se colocarán en zonas estratégicas de la ciudad, como la Quintana o la Alameda.
Las particulares condiciones climáticas de la Comunidad también han sido contempladas por la organización, por lo que el escenario principal contará con una cubierta que resguardará a los oficiantes de la lluvia en el caso de que ésta haga su aparición. Además, el posicionamiento del altar propiciará que los espectadores estén más protegidos si se levanta viento y agua. Para cumplir las expectativas de los asistentes, la organización ha previsto que el Papa realice el camino que separa el aeropuerto de la zona vieja santiaguesa montado en el papamóvil. De este modo, el público se dividirá entre un espacio y otro de la ciudad, lo que evitará posibles aglomeraciones en una fecha destacada en rojo en el calendario jacobeo.