Es un hecho que en todo lo que tiene que ver con Dios hay una especial tendencia a vivir "al límite"
(Txenti García).- Tras toda una aventura que se iniciaba el pasado 17 de julio, la expedición diocesana de la pastoral con jóvenes a Asís regresa hoy miércoles «al límite». Al límite de descansar casi ni un solo día para incorporarse a las fiestas de la Virgen Blanca. Y el primero que no se libra es el obispo, Juan Carlos Elizalde, que tendrá que cumplir con los compromisos pastorales y festivos, durante, al menos, los dos primeros días de las fiestas patronales de Vitoria-Gasteiz.
Pero también la expresión «al límite» la podemos tomar para definir algunos momentos de la peregrinación a la cuna del santo italiano y universal, Francisco de Asís.
Tras los primeros días en la Ciudad Eterna, en donde pasearon por Roma y el Vaticano «devorando» arte, historia, tradición y fe, llegaron a la estación del tren para «al límite» subirse al vagón que los llevaría hasta La Averna, punto de partida de la peregrinación y de encuentro con los jóvenes anfitriones de la Diócesis de Alessandria y su obispo Guido.
Avisados de que las etapas serían duras no suponían hasta dónde cruzar los Apeninos iba a ponerles «al límite» de sus fuerzas. Y descubrir que los límites del cuerpo humano van más allá de lo que uno cree.
Las etapas «rompepiernas», que en el caso de una peregrina italiana fue literal, les llevaron por parajes increíblemente bellos y agrestes.
Pero la acogida en el destino de cada etapa, la de las Clarisas del Monasterio de Santa Cecilia en Cittá de Castello, el Padre Fabrizzio y los voluntarios de la parroquia en Gubbio o Fray Nícola en el monasterio de Montecasale en la Toscana; el compañerismo y la oración, en diversos momentos de cada día, aportaron las energías que la porchetta (típico plato italiano de cerdo asado) o la pasta en todas sus versiones aportaban al final de cada jornada.
Al límite de sus fuerzas llegó el obispo italiano que tuvo que precisar de un vehículo de apoyo para culminar una de las jornadas, dejando «el rebaño» al cuidado pastoral del obispo de Vitoria.
Y por fin «al límite» del camino: Asís. Así describía la llegada el cronista oficial de la peregrinación, el Dr. Asier:
«Todo nuestro cansancio ha tenido su fruto. La entrada a Asís, cruzando la muralla, ha estado llena de emoción y de alegría. Hemos entrado cantando la canción que ha sido el himno de nuestro camino «Mi Dios está vivo». Y así ha sido como nos hemos ganado el Testimonium que certifica la realización de la peregrinación desde el monasterio de La Verna hasta Asís. Muchos kilómetros, calor, dolor de pies… pero ahora ya no nos acordamos de nada de eso».
Tras las dos jornadas más relajadas dedicadas a conocer Asís y su entorno, los escenarios donde se desarrolló principalmente la vida de Francisco y Clara, tocaba la hora de despedirse de sus anfitriones y compañeros de camino e iniciar la vuelta para desde Bérgamo tomar el vuelo de regreso a casa.
Desde Asís el obispo de Vitoria, Juan Carlos Elizalde, nos ofrecía un primer balance de esta peregrinación:
«Hemos experimentado como nunca la fuerza de Dios en los santos Clara y Francisco. Todo el camino está lleno del recuerdo de su paso y Asís es un signo del milagro de ambos en la Iglesia también hoy. Ha sido un camino muy duro físicamente pero cada día compartiendo laudes por la mañana y la eucaristía por la tarde ha sido como engarzarlo todo en el seguimiento de Jesús: el propio carácter, la convivencia, la belleza de los lugares, la alegría juvenil, el descubrimiento de la propia vocación y el deseo de seguir construyendo la Iglesia. Todo esto queremos seguir viviéndolo en Vitoria con muchos más jóvenes. Verles aquí disfrutar tanto ya ha sido un fruto enorme».
La llegada a Vitoria de la expedición está prevista en torno a las 20:50 horas en el aeropuerto de Foronda, donde las familias y amigos de los peregrinos les esperarán para ofrecerles el abrazo del regreso a casa tras vivir una experiencia «sin límites».
Es un hecho que en todo lo que tiene que ver con Dios hay una especial tendencia a vivir «al límite». Al límite del dolor y del Amor; al límite de la pobreza y de la riqueza (pero no como la entiende el mundo); al límite para dar y recibir. Las Bienaventuranzas son experiencias que te llevan al límite; la Cruz es un símbolo de lo que es llegar al límite, y tocar el cielo es llegar al límite. Pero es que Dios es Alfa y Omega, principio y fin, todo o nada.
Las periferias de las que habla el Papa Francisco son en muchas ocasiones «el límite» al que nos invita a llegar. El pasado año la JMJ, este año la marcha a Estibaliz de aperitivo y después Santiago de Compostela y Asís. Esta es la propuesta diocesana para los jóvenes de ponerse en camino y de vivir a tope y al límite, pero no de cualquier manera, sino ¡como Dios manda!
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