Se respira un clima de tensión de consecuencias impredecibles. Ante la «escalada de tensión» entre Irán y Estados Unidos en Oriente Próximo, el cardenal Louis Raphael Sako ha escrito una carta a los embajadores de Washington y Teherán en Irak para que sus respectivos líderes «demuestren sabiduría» y busquen la paz (Cardenal Sako: «La situación en Irak está mejorando»).
En la misiva, el patriarca caldeo habla de consecuencias «catastróficas» en caso de un conflicto e invita a los actores involucrados a privilegiar el diálogo como único camino para resolver las controversias. Porque, como subraya el purpurado, Oriente Próximo «no puede soportar otra guerra».
Mientras tanto continúa el enfrentamiento, hasta ahora verbal, entre los gobiernos de Teherán y Washington en un crescendo de acusaciones recíprocas.
El presidente iraní Hassan Rouhani ha afirmado que «Hoy la situación no es idónea para los coloquios y nuestra única elección es la resistencia».
Su homólogo de Estados Unidos, Donald Trump, había amenazado precedentemente con el uso de una «fuerza inmensa» en el caso de que sean atacados los intereses estadounidenses en la región. Además, había acusado a los líderes iraníes de «hostilidad».
El Ministro de Exteriores iraní, Mohammad Javad Zarif, ha invitado a la Casa Blanca a recordar la historia pasada. «Los iraníes -ha apuntado- se mantuvieron firmes durante milenios, mientras que los agresores se fueron uno a uno…».
Mientras tanto, la República islámica ha cuadruplicado la producción de uranio enriquecido y, según los expertos, en poco tiempo podría superar los límites establecidos por el acuerdo nuclear firmado en 2015 y que cada vez más se convierte en papel mojado.
