Si quieren encontrar una solución en relación al caso de Emanuela Orlandi, deben ir a ver quién está sepultado en una cripta de la basílica de Sant'Apollinare
(Rd/El Universal).- Los escándalos dentro de los muros vaticanos no parecen terminar. En esta ocasión ha sido nada menos que la Procuraduría de Roma la que le está creando problemas al afirmar que personalidades vaticanas conocen los secretos del sonado y no resuelto caso de Emanuela Orlandi, hija de un empleado de la Casa Pontificia y ciudadana vaticana, desaparecida la tarde del 22 de junio de 1983, con sólo 15 años, en circunstancias hasta ahora desconocidas.
A casi 30 años de aquella desaparición, el caso Orlandi se ha convertido en un auténtico thriller en el que, además del Vaticano, han sido involucrados los servicios secretos búlgaros e italianos, Alí Agca (el terrorista turco que atentó contra la vida de Juan Pablo II) y, años más tarde, los miembros de un conocido grupo criminal, «la banda de la Magliana» que, según diversos testimonios, podrían haber sido los ejecutores materiales del secuestro.
Vinculada en un inicio con el atentado que sufriera Karol Wojtyla el 13 de mayo de 1981, la noticia del secuestro dio inmediatamente la vuelta al mundo.
Las investigaciones, los controles a la Embajada de Bulgaria en Roma, así como los interrogatorios a que fue sometido Alí Agca, que en diversas ocasiones dijo que revelaría la verdad sobre el secuestro, no han dado sin embargo ningún resultado positivo. Del paradero de Emanuela nada se sabe hasta la fecha.
Algunos medios de información, que desde siempre siguen atentamente el caso, atribuyen este fracaso al hecho de que los servicios secretos italianos «se ocuparon de despistar las investigaciones desde su inicio».
Cierto o falso lo anterior, lo único que hasta ahora realmente se sabe es que el último rastro de la joven se perdió la tarde de junio de 1983: algunos testimonios, que la Procuraduría juzgó poco creíbles, por no aportar ninguna prueba, sostienen sin embargo haberla visto en un país árabe ejerciendo el «oficio más antiguo del mundo», mientras que otros afirman que fue vendida y vive como esposa de su adquirente.
La ubicación del último lugar donde Emanuela fue vista, su escuela de música, podría aportar un indicio más consistente. El hecho de que la escuela esté justo a lado de la basílica romana de Sant’Apollinare hizo surgir, años más tarde, la hipótesis que en su desaparición pudo haber intervenido «la banda de la Magliana».
En julio de 2005, cuando el de Emanuela Orlandi ya engrosaba los archivos que contienen los tantos otros casos no resueltos, un hecho desconcertante salió ala luz en un programa televisivo que se ocupa de la búsqueda de personas desaparecidas.
Una anónima voz intervino en el mismo afirmando lo siguiente: «Si quieren encontrar una solución en relación al caso de Emanuela Orlandi, deben ir a ver quién está sepultado en una cripta de la basílica de Sant’Apollinare y el favor que Renatino le hizo al cardenal Poletti en aquella época».
En la basílica estaba sepultado Enrico De Pedis, alias Renatino, uno de los capi de la banda de «la Magliana», asesinado en febrero de 1990. en Roma, 7 años después de la desaparición de Emanuela. ¿Cómo era posible que un criminal estuviera sepultado en una basílica? ¿Qué relación había entre él y el caso Orlandi?, fueron sólo algunas de las preguntas que se hicieron las autoridades y toda Italia después del hallazgo.
Las respuestas las dio la ex amante del capo, Sabrina Minardi, quien hizo saber que las generosas donaciones que hiciera Renatino a la iglesia indujeron al párroco de la misma a solicitar, con una misiva llena de elogios hacia el jefe, el «favor» al Vaticano.
Fuentes periodísticas sostienen, sin embargo, que entre éste y otros sacerdotes existía una relación no «particularmente» religiosa, con De Pedis y que esto los obligó a seguir las «órdenes» dadas por el mafioso.
«Por la parte eclesiástica no existe ningún obstáculo para que se abra la tumba ni para que el cuerpo sea llevado a otro lugar; así se restablecerá la serenidad que corresponde a un ambiente sacro», advirtió el padre Lombardi no sin antes volver a subrayar que el Vaticano no esconde ningún secreto sobre el caso Orlandi: la tumba de Renatino será abierta en mayo póximo y es posible que del interior de la misma pueda surgir la solución de este misterio.
Pero lo interesante de todo lo anterior es que a través de la ex amante del mafioso se pudo conocer el lugar donde presumiblemente fue ocultada Emanuela, después del secuestro, y la posible y activa intervención de De Pedis en el mismo.
La policía, no obstante lo poco confiable de las declaraciones de Sabrina Minardi, que cayó en múltiples contradicciones y terminó procesada, parece convencida que la banda de «la Magliana» jugó un papel en este caso, posiblemente en el secuestro, pero no en su fase posterior. El proceso en contra de tres ex miembros de la banda es la prueba de esta certeza.
Ahora, a 30 años de la desaparición de Emmanuela Orlandi, la estafeta está en manos del Vaticano, que quizá tenga en sus manos la última oportunidad de resolver un misterio envuelto en revelaciones, desmentidos, maniobras de servicios secretos y en una multitud de infructuosas investigaciones. Esta, al menos, es la esperanza de Pietro Orlandi, el hermano de Emmanuela, quien nunca ha dejado de luchar para lograr conocer el destino de su desafortunada hermana.
«Es posible que la Procuraduría de Roma conozca los nombres de las personas que menciona y espero vivamente que las pueda interrogar. Por lo que toca a estos miembros de la Santa Sede, espero que se presenten voluntariamente ante las autoridades y que digan lo que saben«, dijo Pietro no totalmente convencido de que el Vaticano hará su parte.