Es un hombre que busca, que investiga continuamente, y que tiene la capacidad de tratar materias complicadas de manera sencilla
(José Manuel Vidal)- Claudio Maria Celli es el presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales. El ministro de información de la Santa Sede. Desde ese cargo, marca las tendencias teóricas de la política de información de la Santa Sede y, además, controla directamente la página web del vaticano (www.news.va), así como el Facebook de la Santa Sede y el Twitter del Papa.
«Benedicto aceptó en seguida entrar en YouTube y en Twitter, porque quería estar donde los hombres se encuentran», comenta a este respecto, y opina que, aunque «el Papa Benedicto no tenía la capacidad comunicativa de Juan Pablo II, lo positivo de él fue justamente que no quiso imitar a su predecesor».
Sobre la renuncia de Benedicto XVI, afirma que «el Papa no ha querido huir de las dificultades«, y concluye pensando en el nuevo pontífice que le sucederá: «Me pondré de rodillas frente al Papa, sea del color que sea y del país que sea».
¿Estuvo usted a punto de ser nuncio en España? Al menos, circuló su nombre en aquel momento.
No lo sabía, pero hubiese venido con mucho gusto.
¿Le gusta España?
Sí, me encuentro muy bien aquí.
¿Cómo cree que se ha tratado desde el punto de vista mediático la noticia de la renuncia del Papa?
Nos hemos encontrado con grandes dificultades, porque ninguno de nosotros sabía de la noticia, y tuvimos que enfrentar las problemáticas ligadas a su difusión. En la página www.news.va normalmente tenemos 15 mil visitas cada día, y en aquel momento subimos casi a 190 mil visitantes, lo que significa que tuvimos problemas técnicos.
¿De saturación?
Sí. Inmediatamente. Porque nadie sabía de la noticia. Ahora la noticia ya está difundida, y ha habido muchas reacciones. A nivel global e internacional, diría que la prensa ha tomado esta decisión del Santo Padre como un gesto de humildad, de mucho valor y coraje, y al mismo tiempo, de un amor profundo a la Iglesia. Y yo creo que hay que aceptar esta decisión del Santo Padre con mucha fe, porque el Papa ha tomado esta decisión no por miedo a las dificultades que la Iglesia está enfrentando en este momento (yo me pregunto si hubo algún momento de la historia en que la Iglesia no tuviera dificultades), sino por el amor profundo y entrañable a la Iglesia. El Papa no ha huido de las dificultades, ha reconocido que sus fuerzas (en todos los sentidos) no son suficientes para llevar la responsabilidad de esta misión, de dimensión mundial (porque el Papa sin duda juega un papel de ministerio petrino, y a él se refiere mucha parte de la humanidad). Muchos hombres y mujeres de hoy miran al Papa aunque no compartan su fe.
Es una o la autoridad moral planetaria
Eso es. Una referencia para el mundo. Entonces, ver que el Papa toma esta decisión tan delicada, me parece que ha sido una señal rica y desafiante para muchos. Yo he admirado su libertad interior, aunque me imagino que esta decisión le ha costado.
¿La gente entendió el gesto del Papa?
Yo estaba presente en la misa del Miércoles de Ceniza, que era la última celebración del Santo Padre, y concelebraba con él. Usted no se imagina al final de la misa el aplauso que hubo, de diez minutos, que creo que mostró la cercanía y la profunda simpatía de la gente por este papa. Al mismo tiempo, me imagino que esto debía ser para él motivo de sufrimiento, porque fue una manifestación coral, una manifestación de afecto. Para el ángelus del domingo había en la Plaza de San Pedro 150 mil personas. Nunca hubo una presencia tan grande de fieles (o no fieles) en un ángelus del Papa. Me imagino lo que será el encuentro del miércoles próximo, el 27, cuando el Papa tenga su última audiencia general, que será en la Plaza de San Pedro en vez de en el Aula Pablo VI.
¿Esperan una gran afluencia?
Yo diría que será una manifestación masiva, porque la Diócesis de Roma querrá expresar a su pastor su último saludo.
¿Se unirá también gente de todo el mundo?
No cabe duda. Los señores cardenales de varias partes del mundo también están llegando a Roma. Así que será una presencia de afecto, pero no solamente un afecto sentimental, sino un afecto ligado al misterio de este hombre, que ha llevado durante siete años el servicio petrino de la Iglesia. Creo que tenemos que redescubrir lo que significa, dentro de la comunidad eclesial, el servicio petrino.
¿Cómo definiría usted el servicio de Pedro en la Iglesia?
El Papa es un don que Jesucristo ha hecho a su Iglesia. Es una persona que explica dos dimensiones profundas. Lo primero, nos confirma en la fe (no porque sea el más inteligente ni porque sea un gran teólogo, que en este caso lo es, pero podría ser que el sucesor no fuera profesionalmente un teólogo), sino por su carisma petrino, que confirma a los hermanos en la fe, y que no está ligado a sus características personales, sino que es un don que el Señor hace a su Iglesia a través del carisma que viene confiado a la persona. Y la otra dimensión es la comunión en el amor dentro de la Iglesia. La Iglesia de Roma tiene este servicio, y su obispo, el Papa, también: conservar y promover los lazos de amor dentro de la comunidad de los discípulos del Señor. Y esto, particularmente, Benedicto lo ha vivido especialmente. Las palabras manifiestas de los patriarcas orientales demuestran que el mundo ha descubierto poco a poco el servicio iluminador del magisterio del Papa Benedicto. Su capacidad especial para decir cosas de una manera inteligible, conceptos difíciles y complejos, hacen recordar sus años de profesor. Es un hombre que busca, que investiga continuamente, y que tiene la capacidad de tratar materias complicadas de manera sencilla.
¿Su gran innovación fue Twitter?
Sí. El Papa no es un hombre mediático, Yo lo he vivido en mi servicio en la Santa Sede, desde el pontificado de Juan Pablo II, que sí que era un papa mediático, un papa que dominaba las muchedumbres. Tenía una capacidad comunicativa impresionante. Todavía guardo en mi corazón la mirada de Juan Pablo II la última vez que apareció en la ventana, cuando ya no lograba hablar porque se estaba muriendo. Sus ojos, en cambio, comunicaban excepcionalmente.
¿Su silencio también hablaba?
Sí, aunque no hubo palabras, su mirada acongojada y sufrida estaba deseosa de comunicar.
¿Y el Papa Benedicto XVI?
El Papa Benedicto no tenía esta capacidad, pero creo que lo positivo de él fue justamente que no quiso imitar a su predecesor. Lo bello del Papa Benedicto es que quiso ser, y fue, lo que él es, con un magisterio de humildad, y al mismo tiempo, con una sensibilidad comunicativa de todo un experto. Siempre quiso transmitir. Cuando le propusimos abrir el canal vaticano de YouTube, aceptó en seguida. Y cuando le propusimos entrar en Twitter, aceptó con el mismo concepto de fondo, que es querer estar donde los hombres se encuentran, donde los hombres y las mujeres de hoy viven y habitan. Empleando también el lenguaje que los hombres y las mujeres de hoy emplean. Esto es, para mí lo que la Iglesia debe descubrir hoy más que nunca: nosotros no podemos utilizar Internet sólo como un instrumento para evangelizar, sino para anunciar el Evangelio en el contexto de las redes sociales, donde los hombres y las mujeres de hoy viven y habitan.
¿Pescar fuera de la pecera?
Sí, donde se puede encontrar de todo: hombres y mujeres que van regularmente a la Iglesia, hombres y mujeres que nunca pondrán un pie en la Iglesia, y también hombres y mujeres que tienen una profunda nostalgia de Dios. Así, el deseo del Santo Padre era entrar en comunicación con los hombres y las mujeres de hoy, en un diálogo respetuoso para/con ellos.
¿El próximo papa tendrá que ser mediático a la fuerza?
El Espíritu va a guiar y va a acompañar el camino de cada uno. No creo que alguien tenga que tener algunas cualidades especiales o prerrogativas. Ya veremos qué pastor nos encontramos. No veo dificultades, por ejemplo, para que haya un Papa de color. Mi costumbre es ponerme de rodillas frente al Papa, sea del color que sea y del país que sea. Porque ese hombre es el que lleva el carisma de Pedro, y esto es lo importante, no el color.