El Mundial de Fútbol 2026, del 11 de junio al 19 de julio, desatará una marea humana en Estados Unidos: más de 1,24 millones de aficionados cruzarán océanos para vivir la fiebre del torneo más grande de la historia, con 48 selecciones y 104 partidos, de los cuales el 75% (78 encuentros) se disputarán en estadios yankis de capacidad media para 70.000 espectadores. Cada hincha promedio vibrará con dos partidos en vivo, y el 40% de la grada será extranjera, transformando ciudades como Nueva York, Dallas y Miami en epicentros de cánticos y banderas.
Esta caravana apasionada impulsará un 60% más de llegadas internacionales —742.000 visitantes extras que no existirían sin el campeonato—, rescatando un turismo hotelero golpeado en 2025 y disparando ingresos por habitaciones hasta un 25%, con picos del 2,5-7% en junio y 1-5% anual en julio para sedes de fases finales. «Los fans planean años para estos viajes únicos en la vida», declaró Aran Ryan, de Tourism Economics (Oxford Economics), en un webinar que anticipa estadios al 90% de aforo y una final épica en el MetLife Stadium de Nueva Jersey.
Las potencias como Argentina, Brasil, Francia e Inglaterra liderarán la invasión económica, arrastrando multitudes a las anfitrionas, pero una sorpresa foránea podría sumar oleadas imprevistas de fieles. Con más de un millón de entradas ya vendidas tras sorteos en septiembre y octubre, y el crucial sorteo de grupos el 5 de diciembre en Washington DC, el «alcance global de la Copa no tiene igual», remató Ryan. EE.UU., México y Canadá se preparan para un legado duradero: exposición mundial y turismo repetida que trasciende los 39 días de gloria futbolera.

