Según un correo del Club Adeslas nos dice que:
Sabías que…?
El afamado Papiro Ebers, 1.550 años a.C., decía que beber vino servía para curar enfermedades como la anorexia o la tos.
Hipócrates empleaba el vino y el aceite como medicinas; para Platón el vino rejuvenecía y recomendaba que se ingiriese durante las comidas.
En 1904, Cabot estimó que podría proteger contra la arterioesclerosis, y en 1952 I.S. Wright recomendó directamente su ingesta para estos enfermos.
Los taninos, sustancias astringentes y amargas presentes en el vino tinto, ayudan a la reducción del colesterol en sangre. El pellejo de las uvas negras contiene ácidos fenílicos y flavonoides, -el más importante el resveratrol- que protegen al LDL colesterol de la oxidación.
La uva negra es más rica en taninos y las variedades Cabernet Sauvignon y Tempranillo -dependiendo también del clima y del terreno de cultivo- contienen más polifenoles que el resto. Éstos elevan la capacidad antioxidante del plasma, previniendo el dao oxidativo al ADN.
El consumo moderado de vino tinto protege la función endotelial y previene la formación de ateromas. Su efecto antiinflamatorio y antioxidante inhibe las primeras fases de la arterioesclerosis.
El vino blanco, no es tan beneficioso; su mosto no se macera con la piel, pero posee efectos diuréticos e hipotensores, más si es espumoso, debido al ácido carbónico. Los antocianos de los vinos blancos atacan ciertos microorganismos infecciosos, ejerciendo una acción sinérgica que mejora la acción antibiótica de la aureomicina. Tienen, además, capacidad broncodilatadora.
Prevención y cuidados
Pasteur consideraba al vino como «la más higiénica y sana de las bebidas» y Sir Alexander Fleming aseguraba que «la penicilina cura pero el vino hace a los hombres felices».
Entre los beneficios del vino, cuando se consumen a dosis moderada, es decir, no más de tres copas diarias en varones y dos en mujeres, encontramos:
acción antiespasmódica y antiagregante plaquetaria, activación de la secreción biliar, acción antibacteriana y antiherpótica, efecto antihistamínico, fortalecimiento del colágeno y la estatina de las paredes arteriales, aporte de oligoelementos (magnesio, que disminuye el estrés; zinc, que mejora las defensas; litio, que equilibra el sistema nervioso; calcio y potasio, que garantizan un adecuado equilibrio iónico), palía la pérdida de memoria por insuficiencia circulatoria cerebral, su contenido en hierro y el alcohol que ayuda a su absorción lo hace recomendable en la anemia ferropénica, estimula los órganos gustativos y olfativos, y -como hemos ya apuntado- disminuye en un 96% el colesterol de baja densidad o colesterol «malo».
El resveratrol estimula las sirtuinas, enzimas que regulan el envejecimiento por lo que se estudia si puede ser útil para retrasar éste y prevenir enfermedades como el Alzheimer. En cualquier caso, es mejor beber vino en compañía, nunca en ayunas y hacerlo moderadamente pues su consumo excesivo, como de cualquier bebida alcohólica, tiene efectos perjudiciales, a corto, medio y largo plazo.
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